entreabrio los ojos con cautela, entornandolos.
Cuando sus pupilas empezaron a acostumbrarse a aquella luz tan intensa, Elvy vio una figura en el centro de la pantalla, alrededor de la cual la luz resplandecia como un halo de santidad. O, tal vez, la luz salia de la figura. La mujer. Elvy la reconocio inmediatamente y su pecho se lleno de angustia.
La mujer cubria el cabello negro con un velo azul oscuro y en sus ojos se reflejaba el dolor de quien acaba de ver morir a su hijo; de quien ha estado a los pies de la cruz y ha visto como le sacaban a su hijo los clavos de las manos con unas tenazas; de quien ha contemplado rigidos y retorcidos aquellos dedos que un dia fueron pequenos y buscaron ansiosos su pecho; de quien ha oido el chirrido del metal contra la madera y contemplado aquellas manos ahora destrozadas. Y todo estaba perdido.
– Virgen Maria… -susurro sin atreverse a mirar, pero de pronto comprendio lo que significaba «un padecimiento como no lo hubo ni lo habra jamas». No era mas que el que podia leerse en los ojos de Maria. El sufrimiento de una madre frente a su hijo muerto, un hijo que ademas era la suma de toda la bondad. No era solo el dolor de ver torturar y matar al hijo que has amamantado y cuidado, sino tambien el sufrimiento de que exista un mundo en el que semejantes cosas puedan suceder.
Elvy vio con el rabillo del ojo que Maria extendia las manos en un gesto de saludo. Estaba a punto de levantarse del sillon y caer de rodillas en el suelo, pero Maria le dijo:
«Quedate sentada, Elvy».
Su voz clara era casi un susurro. Nada que ver con una voz atronadora procedente del cielo, sino mas bien como la voz suplicante de una nina pobre pidiendo una moneda, o algo de comer.
«No te levantes, Elvy».
La Virgen conocia su nombre, y en sus palabras se adivinaba que sabia muy bien todo lo que Elvy habia soportado y trabajado a lo largo de su vida, y que ahora se merecia descansar un poco. La mujer se atrevio a echar una mirada rapida a la pantalla y vio que a Maria le brillaban estrellas diminutas en las puntas de los dedos. O, tal vez, gotas de agua, lagrimas enjugadas de sus ojos.
– Elvy -dijo Maria-. Tienes una mision.
– Si -susurro ella sin que se oyera ningun sonido.
– Deben venir a mi. Su unica salvacion es que vengan a mi. Tu tienes que hacerselo comprender.
Aquello ya le habia rondado a Elvy, y, pese a la solemnidad del momento, ella se imagino a sus vecinos y al resto de la gente con ojos incomprensivos y aturdidos, y sus respuestas desdenosas.
– ?Como? ?Como voy a conseguir que me escuchen? -quiso saber.
Durante un segundo, Elvy miro a Maria directamente a los ojos y se sintio llena de miedo. Porque vio las tribulaciones que habria de soportar la humanidad si no se arrepentia y volvia a su seno. La Virgen extendio una mano y dijo:
– Esta sera tu senal.
Algo le rozo la frente a Elvy. El televisor se apago. Elvy se cayo del sillon y la cabeza le exploto.
El borde de cristal de la mesa le estaba presionando la frente cuando ella abrio los ojos. Le dolia la cabeza. Aturdida, se enderezo en el sillon, mirando la mesa. En el borde habia una mancha viscosa de color rojo oscuro. Habian caido algunas gotas de sangre sobre la alfombra.
El televisor estaba sin imagen y en silencio.
Se levanto con las piernas temblorosas, se dirigio a la entrada y se miro en el espejo.
Una brecha completamente recta, de tres centimetros pero superficial, se dibujaba un poco por encima de las cejas como si fuera el signo menos. Aun le salia un poco de sangre de la herida y se quito una gota del ojo.
En la cocina se limpio la sangre con papel absorbente. No se atrevio a tirarlo, asi que lo puso en un bote de cristal y cerro la tapa.
Despues llamo a Hagar.
Mientras sonaban los pitidos, ella cerro los ojos y vio a la Virgen delante de ella. No podia asegurarlo, pero cuando Maria extendio la mano para tocarle la frente, durante una fraccion de segundo, Elvy alcanzo a ver lo que le brillaba en las puntas de los dedos. Eran anzuelos. Le salian de la piel unos anzuelos pequenos y finos, no mayores que los de pesca.
Aunque no acertaba a expresarlo, Elvy estaba convencida de que Maria de alguna manera era una representacion, algo destinado a sus ojos humanos. Ella tenia un papel relevante porque era la Madre de Jesus. Pero ?los anzuelos? ?Que significaban los anzuelos en ese caso?
Cuando Hagar respondio, Elvy dejo esas cuestiones a un lado para describir el momento mas importante de su vida.
Anna saco el resto del equipaje del maletero mientras su padre desaparecia en el interior de la casa. Cruzo el patio, paso cerca del pino donde estaba el columpio de Elias, enredado alrededor del tronco, junto a la mesa del jardin, reseca despues de haber pasado el invierno a la intemperie. Alli se detuvo y dejo las maletas en el suelo. Permanecio pensativa, tratando de comprender.
?Como habia ocurrido? ?Como habia quedado reducida a una especie de sirviente que se ocupaba de las tareas basicas mientras que su progenitor se hacia cargo del que habia sido su hijo?
El calor apretaba de una manera que presagiaba tormenta. Anna miro hacia el cielo. Si. Lo cubria una tenue gasa, una pelicula blanca y un banco de nubes oscuras se deslizaban desde el interior hacia la costa. Era como si toda la naturaleza se estremeciera ante la expectativa. Las raices de las plantas estaban conversando en voz baja acerca de la misericordia que pronto iba a caer del cielo.
Anna se sentia mareada, casi indispuesta. Durante mas de un mes habia vivido en una burbuja, limitando sus movimientos y sus palabras al minimo para que la vida no se cebara con ella, no empezara a aranarla y destrozarla. Durante mas de un mes habia vivido como una muerta.
Y, de pronto, sobrevino el regreso de Elias, el registro policial, el ajetreo de la huida y una conversacion donde fue incapaz de decidir nada, y su padre decidio por ella. Se habia quedado al margen. No participaba.
Anna dejo las maletas donde estaban y se dirigio hacia el bosque.
Las hojas secas del ano anterior crujian bajo sus pies, las raices superficiales de los pinos se arqueaban bajo el manto vegetal y se le clavaban en las suelas de los zapatos. El ruido del puerto de Kapellskar resonaba en el bosque como un temblor. Anna vago sin rumbo hacia los terrenos pantanosos mas proximos al mar.
Cuando llego a los campos abiertos cubiertos por los musgos, olio la acidez de las aciculas de los pinos fermentadas al sol en los legamos profundos. Hasta el musgo, que normalmente era de color verde oscuro sobre el agua de aquellos terrenos pantanosos, se habia secado y habia adquirido un tono verde claro, con manchas beis. Cuando anduvo sobre el, crujia antes de que el pie se hundiera en su manto, como si caminara sobre una capa dura de nieve.
Anna avanzo con dificultad hacia el centro. Los arboles de hoja caduca proximos a la zona pantanosa arqueaban las copas formando una cupula por la que se filtraban los rayos del sol aqui y alla. Se tumbo cuando llego al centro. El musgo la acogio, cerrandose a su alrededor. Se quedo mirando las indolentes formas cambiantes de las hojas en las copas de los arboles, y se durmio.
?Cuanto tiempo permanecio alli tendida? ?Media hora, una?