tomo tan deprisa chapoteaba dentro de su estomago y cada paso constituia una prueba de superacion personal. De buena gana se habria acurrucado sin mas en el portal mas cercano, y habria dormido lo que quedaba de aquel dia tan terrible.

Tuvo que apoyarse contra la pared dentro del portal y descansar un par de minutos antes de subir al apartamento. No queria presentarse en tan mal estado como para que Sture se ofreciera a quedarse alli. Queria estar solo.

Sture no se ofrecio. Despues de informarle de que Magnus habia estado dormido todo el tiempo, le dijo:

– Bueno, entonces sera mejor que vuelva a mi casa.

– Si -dijo David-. Gracias por todo.

Sture le miro inquisitivo.

– ?Podras arreglarte solo?

– Si, me las arreglare.

– ?Seguro?

– Seguro.

David estaba tan cansado que su conversacion se parecia a la de Eva; solo podia repetir lo que decia Sture. Se despidieron dandose un abrazo, David tomo la iniciativa. Esta vez el apoyo la cabeza en el pecho de Sture durante un par de segundos.

Cuando su suegro se hubo marchado, el se quedo un momento de pie en la cocina y miro la botella de vino, pero decidio que estaba demasiado cansado hasta para eso. Fue a ver a Magnus; permanecio un rato contemplando a su hijo, que estaba casi en la misma postura en la que el le habia dejado: la mano debajo de la mejilla, los ojos deslizandose suavemente bajo los tenues parpados.

David se metio en la cama con mucha cautela, apretujandose en el reducido espacio que quedaba entre la pared y el cuerpo de Magnus. Penso quedarse solo unos segundos, contemplando el hombro fragil y liso que sobresalia por encima del edredon. Cerro los ojos y penso…, no penso nada. Se durmio.

Tomaskobb, 21:10

Mahler descubrio la baliza cuando tomo tierra en la isla mas cercana. Estaba construida con unas tablas que habian perdido el color y el no la habia visto en la oscuridad. El canal, por lo tanto, discurria de frente. Se volvio a subir al bote y arranco el motor. Rugio, se entrecorto y se paro.

Inclino el deposito, bombeo la gasolina y esta vez el ingenio se puso en marcha y la mantuvo el tiempo suficiente como para que Mahler pudiera salir de la isla; despues se volvio a parar.

Con los brazos apoyados en las rodillas observo detenidamente las islas, de un azul aterciopelado en la oscuridad de aquella noche de verano. En las islas planas sobresalian algunos arboles aislados, recortandose negros contra el cielo como en los documentales de Africa. Solo se oian las vibraciones lejanas de los motores del ferry que acababa de pasar.

«No esta tan mal».

Era mejor saber donde estaba que tener gasolina. Ahora por lo menos sabia lo que le esperaba. Con los remos le llevaria una media hora llegar hasta la isla, deslizandose sobre el mar en calma. Ningun peligro. Era cuestion de tomarselo con calma y todo saldria bien.

Metio los remos en los toletes y se puso manos a la obra. Remaba con movimientos cortos, respirando profundamente el aire calido de la noche. A los pocos minutos ya habia cogido el ritmo y apenas notaba el esfuerzo. Era como la meditacion.

«Om mani padme hum, om mani padme hum…».

El movimiento de los remos iba empujando el mar hacia atras.

Cuando llevaba unos veinte minutos remando le parecio oir el berrido de un corzo. Saco los remos del agua y aguzo el oido. Volvio a oir el sonido. Aquello no era el berrido de un corzo, era mas bien un… grito. Era dificil precisar de que lado venia; el sonido retumbaba entre las islas, pero si hubiera tenido que elegir, habria dicho que procedia de…

Volvio a hendir los remos en el agua, empezo a bogar con golpes mas amplios y mas fuertes. No volvio a escucharse mas el grito. Pero habia llegado de la zona de Labbskarshallet. Un sudor frio le cubrio la espalda y la tranquilidad desaparecio. El ya no era un hombre metido en meditaciones, era solo un maldito motor ineficaz.

«Debia haber ido en busca de combustible».

La boca se le lleno de una secrecion pastosa y Mahler lanzo un escupitajo al motor.

– ?Maldito motor de mierda!

Aunque el error era suyo. Solo suyo.

Para evitar tener que amarrar el barco, remo directamente hasta la playa y salto fuera. Se le llenaron los zapatos de agua y esta chapoteaba contra las plantas de los pies mientras subia hacia la casa. No tenian encendida ninguna luz y de ella solo se veia la silueta recortada contra el azul oscuro del cielo.

– ?Anna! ?Anna!

No hubo respuesta. La puerta exterior estaba cerrada y cuando tiro de ella ofrecia resistencia, hasta que cedio lo que la sujetaba. El se estremecio y se llevo el brazo a la cara cuando tuvo la impresion de que alguien le golpeaba, pero solo era el palo suelto de una escoba que salio por los aires y golpeo contra la roca.

– ?Anna?

El interior de la casa estaba oscuro como boca de lobo y sus ojos tardaron unos segundos en adaptarse a la oscuridad. La puerta del dormitorio estaba cerrada y en el suelo de la cocina habia un… monton de nieve. El parpadeo y el monton de nieve empezo a cobrar forma hasta convertirse en un edredon; era Anna sentada en el suelo abrazando un edredon.

– Anna, ?que pasa?

– Ha estado aqui… -respondio su hija con un hilo de voz procedente de una garganta destrozada.

Mahler miro a su alrededor. Por el vano de la entrada se filtraba la luz de la luna, pero era tan tenue que apenas iluminaba el interior. Reparo en la otra habitacion, donde no se oia nada. Los animales le daban panico a Anna, y el lo sabia. Suspiro.

– ?Era una rata? -pregunto con irritacion.

Ella nego con la cabeza y dijo algo que el no logro entender. Cuando se volvio para ir a la otra habitacion a ver lo que era, ella solto:

– Cogela. -Y senalo un hacha pequena que habia en el suelo a sus pies. A continuacion se levanto como pudo con el bulto en brazos, cerro de nuevo la puerta de fuera y se sento de espaldas contra el marco, sujetando la manilla con una mano. La estancia se quedo completamente a oscuras.

Mahler sopeso el hacha entre sus manos.

– ?Que es lo que hay, entonces?

– … ahogado…

– ?Que?

Anna se obligo a forzar la voz y grazno:

– Un muerto. Un cadaver. Un ahogado.

Mahler cerro los ojos, busco en su cabeza una imagen de la cocina y recordo que habia una linterna sobre la encimera. Fue tanteando en la oscuridad hasta que agarro el tubo de la linterna.

«Pilas…».

Apreto el interruptor y salio un cono de luz que ilumino toda la cocina. Enfoco

Вы читаете Descansa En Paz
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату