Regreso al silencioso panorama de su sueno, consciente de los insistentes empujones de la mujer que le acompanaba. Aquella presencia le parecio horrenda, deforme, una confusion de molestos angulos.
Por ultimo, se produjo un breve contacto fisico entre ambos. Faulkner se agito para apartarla. Sintio que ella se aferraba a su brazo como un perro. Trato de quitarsela de encima a empujones, mas ella le sujeto con mas fuerza todavia, tirando de el en el colmo de la irritacion.
Los movimientos de la mujer eran violentos y torpes. Faulkner trato al principio de ignorarlos. Luego, comenzo a refrenarla y alisarla, trabajando su angulosa figura hasta convertirla en otra mas blanda y redondeada.
Siguio su tarea, modelando a la mujer como un escultor la arcilla. Fue entonces cuando escucho una serie de crujidos, que un persistente chillido hacia apenas audibles. Terminada su obra -una masa de goma esponjosa que emitia un leve quejido-, la dejo caer al suelo.
Regreso a su ensueno, volviendo a asimilar el inalterado paisaje. El roce con su esposa le habia recordado el unico impedimento que restaba: su propio cuerpo. Habia olvidado su identidad, pero sentia su gravedad y su calor, una sensacion vagamente desagradable, igual que una cama mal hecha molesta a una persona de sueno agitado. Pretendia llegar al mundo de las ideas puras, a la serena sensacion psiquica que no pudiera ser alterada por medio fisico alguno. Solo asi escaparia a la nausea del mundo exterior.
En algun lugar de su mente, surgio una idea. Se puso en pie y abandono la veranda, sin notar los movimientos fisicos requeridos para ello. Se limitaba a flotar hacia el extremo opuesto del jardin.
Oculto por la glorieta de rosas, permanecio cinco minutos al borde del estanque. Se metio en el agua, se arremango los pantalones hasta las rodillas y avanzo con extrema lentitud. Al llegar al centro, se sento, tras apartar las hierbas, y luego se tumbo en el agua.
Fue sintiendo poco a poco como la masilla que parecia su cuerpo se disolvia, se enfriaba y dejaba de oprimirle. Miro a traves de la superficie del agua, quince centimetros por encima de su cara, y vio el disco azul del cielo, tranquilo y despejado por completo, expandiendose hasta colmar su conciencia. Al fin, habia encontrado el trasfondo perfecto, el unico campo posible de formacion de las ideas, un continuo absoluto de existencia, no contaminado por las excrecencias materiales. Contemplo fijamente aquella imagen y espero a que el mundo se disolviera y le liberara.
Las calles de Ascalon
Harry Harrison
de
El amortiguado retumbar de un trueno se expandio en alguna parte del cielo, mas alla de las nubes eternas del Mundo de Wesker. El comerciante Gath se detuvo en seco al oirlo. Ahueco la mano en torno a su oido sano para captar el sonido, mientras sus botas se hundian poco a poco en el barro. El ruido, cada vez mas fuerte, prosiguio su expansion y luego se debilito en la espesa atmosfera.
– Ese ruido es el mismo que hace tu nave celeste -dijo Itin, pulverizando lentamente la idea en su mente, en una muestra del impasible caracter logico weskeriano, y dando vueltas a los fragmentos, uno por uno, para estudiarlos mejor-. Pero tu nave continua en el lugar en que aterrizaste. Debe de estarlo, aunque no la veamos, porque eres el unico capaz de manejarla. Y aun suponiendo que otra persona pudiera manejarla, la habriamos oido mientras se elevaba en el cielo. Puesto que no la oimos, y siempre que ese sonido provenga de una nave celeste, tiene que tratarse de…
– Si, de otra nave -asintio Gath.
Demasiado absorto en sus pensamientos personales, no tenia paciencia para aguardar a que la penosa cadena logica weskenana llegara a su conclusion tras una serie sin fin de concatenaciones.
Era otra nave espacial, por descontado. Habia sido pura cuestion de tiempo el que se presentara una, y no cabia duda de que esta tomaba tierra empleando el radar, tal como habia hecho el mismo Gath. La nave del comerciante debia de aparecer claramente en la pantalla de los recien llegados, que, con bastante seguridad, aterrizarian lo mas cerca posible de ella.
– Sera mejor que te adelantes, Itin -sugirio-. Ve por el agua, asi llegaras con mayor rapidez a la aldea. Di a todo el mundo que vuelva a los pantanos, que se aparten de tierra firme. Esa nave aterriza guiada por instrumentos, y freira todo cuanto se encuentre debajo de ella en el momento del aterrizaje.
La inmediata amenaza resulto lo bastante clara para el pequeno anfibio weskeriano. Antes de que Gath terminara de hablar, las orejas estriadas del extraterrestre se habian plegado como el ala de un murcielago, e Itin se deslizaba silencioso en el cercano canal. Gath avanzo chapoteando en el lodo, dandose toda la prisa que le permitia la succionante superficie. Acababa de llegar a los bordes del claro de la aldea cuando el estruendo se convirtio en un rugido terrible, y la nave espacial rompio la capa inferior de las nubes. Gath protegio sus ojos de la alargada lengua de fuego y examino la forma creciente de la oscura nave, con sentimientos confusos.
Despues de casi un ano estandar en el Mundo de Wesker, tendria que haber superado la anoranza de