– ?Es «Otro Hombre» el nombre del otro hombre? -pregunto Itin.
– ?Por supuesto que no! -estallo Gath-. Se llama Mark. Solo te he pedido que le entregues esto, no que hables con el.
Como siempre que perdia el control, la mente prosaica de los weskerianos ganaba la partida.
– No me has pedido que hable con el -dijo lentamente Itin-, pero tal vez Mark quiera hablarme. Y otros me preguntaran su nombre. Si no lo se…
La voz se corto al dar Gath un violento portazo. En realidad, su reaccion no serviria de nada. La proxima vez que viera a Itin (un dia, una semana, incluso un mes despues), el monologo proseguiria exactamente en la misma palabra en que se habia interrumpido, y la idea seria explayada hasta su rumiado final. Gath maldijo en su interior, mientras vertia el agua sobre dos de los concentrados mas sabrosos que le quedaban.
– Adelante -invito, al oir un golpecito en la puerta.
El sacerdote entro y le devolvio la caja que contenia la pistola.
– Gracias por el prestamo, senor Gath. Aprecio su intencion al enviarme esto. No tengo idea alguna respecto a que causo el desgraciado incidente a mi llegada, pero creo que seria mejor olvidarlo, dado que vamos a vivir juntos en este planeta durante algun tiempo.
– ?Un trago? -pregunto Gath.
Recogio la caja y senalo la botella que habia encima de la mesa. Lleno dos vasos y ofrecio uno de ellos al sacerdote.
– Eso es mas de lo que yo pensaba -agrego-, aunque sigo debiendole una explicacion por lo sucedido ahi fuera. -Miro cenudo su vaso por un momento y despues lo alzo en direccion al otro hombre-. El universo es muy grande y supongo que debemos acomodarnos lo mejor que podamos. ?Por la cordura!
– ?Que Dios sea con usted! -brindo a su vez el padre Mark.
– Ni conmigo ni con este planeta -objeto Gath en tono tajante-. Y esa es la esencia del problema.
Bebio medio vaso de un trago y suspiro.
– ?Lo dice para asustarme? -pregunto el sonriente sacerdote-. Le aseguro que no me ha impresionado.
– No pretendia hacerlo. Lo he dicho en un sentido muy literal. Supongo que soy lo que usted llamaria un ateo, de manera que la religion revelada no me interesa en absoluto. En cuanto a estos nativos, tipos arcaicos, sencillos e ignorantes, se las han apanado para llegar hasta aqui sin supersticiones o rasgos deistas…, de ningun tipo. Confiaba en que continuaran lo mismo.
– ?Que esta diciendo? -pregunto el sacerdote con extrema gravedad-. ?Quiere decir que no tienen dioses, que no creen en el mas alla? ?Que mueren…?
– Mueren y vuelven al polvo, como el resto de los animales. Conocen el trueno y tienen arboles y agua, sin dioses tronantes, duendes arboreos o ninfas acuaticas. Carecen de diosecillos deformes, tabues o hechizos que atormenten y limiten sus vidas. Jamas he encontrado otro pueblo primitivo tan absolutamente libre de supersticiones. Y los weskerianos parecen mucho mas felices y cuerdos gracias a ello. Me hubiera gustado mantenerlos en ese camino.
– ?Queria apartarlos de Dios…? ?De la salvacion?
Los ojos del sacerdote se desorbitaron, y su rostro demostro cierto disgusto.
– No. Queria apartarlos de la supersticion hasta que tuvieran mas conocimientos y pudieran juzgarla de un modo realista, sin ser absorbidos y quiza destruidos por ella.
– Esta insultando a la Iglesia, senor. Al compararla con la supersticion…
– Por favor -dijo Gath, alzando su mano-. Nada de argumentos teologicos. No creo que su asociacion pagara los gastos de este viaje para tratar de convertirme a mi. Limitese a aceptar el hecho de que he llegado a mis creencias a traves de una metodica meditacion a lo largo de bastantes anos y que ningun tipo de metafisica estudiantil las cambiara. Le prometo no tratar de convertirle…, siempre y cuando haga usted lo mismo conmigo.
– De acuerdo, senor Gath. Tal como me ha recordado, mi mision aqui consiste en salvar estas almas y a eso me atendre. Pero ?por que le fastidia mi trabajo hasta el punto de haber intentado evitar que bajara a tierra? Incluso me amenazo con su pistola y…
El sacerdote se interrumpio y miro el contenido de su vaso.
– ?E incluso le pegue? -inquirio Gath, frunciendo el ceno de repente-. No habia razon para hacerlo, y me gustaria decir que lo siento. Achaquelo a mis malas maneras y mi peor temperamento. Viva a solas mucho tiempo y se encontrara haciendo lo mismo. -Medito sobre sus gruesas manos, extendidas sobre la mesa, leyendo recuerdos en las cicatrices y los callos dibujados en ellas-. Llamemoslo frustracion, a falta de una palabra mejor. En su trabajo, sin duda ha tenido infinidad de oportunidades para atisbar lugares aun mas oscuros en las mentes humanas, y deberia de saber algo sobre motivos y felicidad. He llevado una vida demasiado ocupada para pensar en establecerme y formar una familia, y hasta hace muy poco no me ha hecho ninguna falta. Quiza las radiaciones que se filtran aqui esten reblandeciendome el cerebro, pero habia empezado a considerar un poco a estos peludos y pisciformes weskerianos como mis propios hijos, como si yo fuera responsable de ellos en cierta forma.
– Todos somos hijos de Dios -afirmo el padre Mark en voz baja.
– Bien, aqui hay algunos de sus hijos que ni siquiera imaginan su existencia -replico bruscamente Gath.
Se sintio de subito enfadado consigo mismo por permitirse revelar cualquier clase de nobles sentimientos. No obstante, la intensidad de sus emociones se lo hizo olvidar al momento. Se inclino hacia delante.
– ?No comprende la importancia de eso? Viva algun tiempo con estos weskerianos y descubrira una vida sencilla y feliz comparable con el estado de gracia del que la gente como usted habla siempre. Llevan una vida
– En la medida en que me este permitido.
– Dejeles solos. O si debe hacerlo, enseneles historia y ciencia, filosofia, leyes, todo lo que les ayude a enfrentarse a las realidades del universo superior, cuya existencia ni siquiera conocian antes de ahora. Pero no les confunda con sus odios y dolores, culpabilidad, pecado y castigo… Quien sabe el dano que…
– ?Me esta usted insultando, senor!
El sacerdote se puso en pie de un salto. La parte superior de su canosa cabeza apenas llegaba a la enorme mandibula del comerciante, pero eso no le impedia defender lo que consideraba correcto. Gath, de pie tambien, habia dejado de ser el penitente. Los dos hombres se miraron furiosos, como siempre han hecho los hombres, inflexibles en la defensa de sus respectivas verdades.
– ?Es usted quien me insulta a mi! -grito Gath-. Me insulta con su increible egocentrismo al creer que su derivada e insignificante mitologia, que difiere muy poco de los miles de otras que todavia agobian a los hombres, pueda hacer otra cosa que no sea confundir sus mentes aun puras… ?No se da cuenta de que creen en la verdad? ?Que nunca han oido hablar de algo como la mentira? Todavia no han sido instruidos para comprender que otros tipos de mentes son capaces de pensar de un modo distinto al suyo. ?No querra ahorrarles esa…?
– Cumplire con mi deber, que me ha sido impuesto por voluntad divina, senor Gath. ?Traerles la palabra de Dios a fin de que se salven!
Cuando el misionero abrio la puerta, el viento se apodero de ella y la batio con violencia. El padre Mark desaparecio en la oscuridad y la furia de la tormenta. La puerta oscilo de un lado a otro, y una rociada de gotas de lluvia irrumpio en la vivienda. Las botas de Gath dejaron huellas fangosas cuando el comerciante cerro la puerta, eliminando la vision de un Itin sentado impasible bajo la tormenta. El weskeriano se limitaba a esperar que Gath dispusiera de un momento y le confiara parte del abundante conocimiento que poseia.
Un acuerdo tacito les llevo a no mencionar nunca mas aquella noche. Al cabo de unos cuantos dias de soledad, empeorados por la conciencia que cada uno tenia de la proximidad del otro, se encontraron hablando sobre temas voluntariamente neutros. Gath empaqueto y almaceno sus existencias con toda lentitud, sin admitir jamas que su trabajo habia finalizado y podia marcharse en cualquier momento. Disponia de una buena cantidad de interesantes drogas y plantas que se venderian a buen precio. Y no cabia duda de que los artefactos