weskerianos causarian sensacion en el sofisticado mercado galactico. Antes de la llegada de Gath, los trabajos manuales de los nativos, muy limitados, consistian en tallas penosamente esculpidas en la dura madera mediante fragmentos de roca. Gath les habia proporcionado herramientas y un surtido de materias primas tomadas de sus propias existencias. Nada mas.
En pocos meses, los weskerianos no solo aprendieron a trabajar los nuevos materiales, sino que transformaron sus disenos y formas propias en los mas extranos y a la vez mas bellos artefactos que el comerciante habia visto en toda su vida. Le bastaria presentarlos en el mercado para suscitar una primera demanda. Ya volveria despues a buscar una nueva remesa. La unica compensacion que deseaban los weskerianos eran libros, herramientas y conocimiento. Y Gath sabia que los nativos, gracias a sus esfuerzos, lograrian entrar en la union galactica.
Por lo menos, habia confiado en eso. Ahora, el viento del cambio soplaba en la aldea que habia crecido en torno a su nave. Gath dejo de ser el centro de atencion y el punto focal de la vida comunitaria. Al comerciante no le quedaba otro remedio que sonreir al pensar en su perdida de poder, pese a que hubiera muy poco humor en su sonrisa. Serios y atentos, los weskerianos seguian haciendo turnos obligatorios como «colectores de conocimiento», pero su antigua asimilacion de hechos generales contrastaba en grado sumo con el huracan intelectual desencadenado en torno al sacerdote. Gath les habia hecho trabajar antes de entregarles un simple libro o herramienta, mientras que el cura no pedia nada a cambio. Gath habia intentado mostrarse progresista al ofrecer sus conocimientos, tratando a los weskerianos como a ninos brillantes, pero iletrados. Queria que anduvieran antes de correr, que dominaran un tema antes de pasar al siguiente.
El padre Mark, en cambio, se limitaba a ofrecerles los beneficios del cristianismo. El unico trabajo fisico que les exigio fue la construccion de una iglesia, un lugar de culto y aprendizaje. De los interminables pantanos del planeta habian surgido mas weskerianos, y en cuestion de dias posaron el techo sobre una estructura de postes. La congregacion dedicaba un pequeno periodo de tiempo todas las mananas a levantar los muros. Luego, se precipitaban al interior para aprender las prometedoras, exhaustivas e importantisimas verdades del universo.
Gath jamas manifesto ante los weskerianos lo que opinaba acerca de su nuevo interes, sobre todo porque ellos nunca se lo preguntaron. Su sentido del honor o su orgullo le impedian aprovecharse de un oyente ansioso para exponerle sus aflicciones. Tal vez fuera distinto de tocarle el turno a Itin como «colector de conocimiento» - era el nativo mas brillante del grupo-, pero su periodo habia terminado un dia despues de la llegada del misionero, y Gath no volvio a hablar con el desde entonces.
Por lo tanto, se sorprendio mucho cuando, al cabo de diecisiete de los tres veces mas largos dias weskerianos, encontro una delegacion a la puerta de su vivienda cuando salia de ella despues del desayuno. Itin actuaba como portavoz. Llevaba la boca ligeramente abierta, lo mismo que otros muchos de los weskerianos. Uno de ellos incluso parecia bostezar, revelando con claridad la doble hilera de agudos dientes y la garganta de un color negro purpureo. Aquellas bocas impresionaron a Gath como un sintoma de la gravedad de la reunion. Era la unica expresion weskeriana que habia aprendido a reconocer. Una boca abierta indicaba una emocion fuerte. Felicidad, tristeza, irritacion… Jamas se podia estar seguro del significado. Los weskerianos se mostraban apacibles por lo general, y Gath nunca habia visto suficientes bocas abiertas como para deducir la causa. En aquel momento, sin embargo, estaba rodeado de ellas.
– ?Querras ayudarnos, Gath? -dijo Itin-. Tenemos un problema.
– Respondere a cualquier pregunta que me hagais -repuso Gath, bastante receloso-. ?De que se trata?
– ?Hay un Dios?
– ?Que entiendes tu por «Dios»? -pregunto a su vez Gath.
?Que les diria? ?Que habia sucedido en sus mentes para que le formularan esa pregunta?
– Dios es nuestro Padre Celestial, nuestro Creador y Protector. A El suplicamos ayuda, y si nos salvamos, encontraremos un lugar…
– ?Ya basta! No existe ningun Dios.
Se quedaron todos con la boca abierta, incluido Itin, mientras miraban a Gath y meditaban sobre la respuesta que les habia dado. Las hileras de sonrosados dientes habrian atemorizado a cualquiera que no conociese tan a fondo como Gath a aquellas criaturas. Por un instante, se pregunto si ya habrian sido adoctrinados y le consideraban un hereje, pero desecho la idea.
– Gracias -dijo Itin.
Los weskerianos se marcharon. Aunque la manana todavia era fria, Gath noto que estaba sudando, sin saber por que.
La reaccion no tardo en producirse. Itin volvio aquella misma tarde.
– ?Querras venir a la iglesia? -pregunto-. Estudiamos muchas cosas dificiles de aprender, pero ninguna tan dificil como esta. Necesitamos tu ayuda. Tenemos que oiros hablar al padre Mark y a ti. El dice que una cosa es verdad, y tu dices que otra es verdad. Y ambas no pueden ser verdad al mismo tiempo. Debemos averiguar cual de ellas es verdad.
– Ire, desde luego -contesto Gath, esforzandose por ocultar su repentina sensacion de jubilo.
No habia hecho nada por lograrlo, pero los weskerianos acudian en su busca de todos modos. Todavia quedaba una esperanza de salvaguardar su libertad.
Hacia calor dentro de la iglesia, y Gath se sorprendio ante la cantidad de weskerianos presentes, mas de los que habia visto reunidos hasta aquel momento. Habia muchas bocas abiertas. El padre Mark estaba sentado frente a una mesa llena de libros. El misionero parecio molesto al verle entrar, pero no pronuncio una sola palabra. El comerciante fue el primero en hablar.
– Espero que comprenda que la idea fue de ellos. Que vinieron a buscarme por su propia voluntad y me pidieron que me presentara en la iglesia.
– Lo se -contesto el sacerdote con aire de resignacion-. A veces se muestran muy dificiles. Pero estan aprendiendo y desean creer. Solo eso me importa.
– Padre Mark, comerciante Gath, necesitamos vuestra ayuda -empezo Itin-. Los dos sabeis muchas cosas que nosotros desconocemos. Debeis ayudarnos a llegar a la religion, cosa no facil de lograr.
Gath hizo ademan de tomar la palabra, pero cambio de idea. Itin prosiguio:
– Hemos leido las Biblias y todos los libros que el padre Mark nos dio. Una cosa esta clara. La hemos discutido y todos nos manifestamos de acuerdo. Esos libros son muy distintos a los que nos dio el comerciante Gath. En]os libros del comerciante Gath, existe el universo, que no hemos visto y que no tiene Dios, ya que no se le cita en parte alguna, a pesar de que hemos examinado los textos con mucho cuidado. En los libros del padre Mark, El esta en todas partes y nada ocurre sin El. Asi que unos libros deben de estar equivocados y los otros no.
Desconocemos como puede ser eso, pero en cuanto averiguemos la verdad, tal vez lo sepamos. Si Dios no existe…
– Claro que existe, hijos mios -intervino el padre Mark, con un tono de profunda conviccion-. El es vuestro Padre Celestial, nuestro Creador…
– ?Y quien creo a Dios? -inquirio Itin.
El murmullo ceso, y todos los weskerianos sin excepcion clavaron sus ojos en el padre Mark. El sacerdote retrocedio un poco bajo el impacto de aquellas miradas. Despues, sonrio.
– Nadie creo a Dios, puesto que El es el unico Creador -explico-. El ha existido siempre…
– Si El ha existido siempre, ?por que no ha de haber existido siempre el universo, sin necesidad de un creador?
Las palabras de Itin brotaron con la fuerza de un torrente. La importancia de la pregunta era obvia.
– Tened fe, con eso basta -respondio muy despacio, con infinita paciencia, el sacerdote-. Creed simplemente.
– ?Como podemos creer sin pruebas?
– Para creer no se necesitan pruebas… ?Si se tiene fe!
La iglesia se lleno de susurros. Se abrieron aun mas bocas, mientras los weskerianos pugnaban por aclarar sus pensamientos entre la marana de palabras y encontrar el camino de la verdad.
– ?Que nos puedes decir tu, Gath? -pregunto Itin, y el sonido de su voz acallo los murmullos.
– Os hablare del metodo cientifico, capaz de estudiar todas las cosas, incluso a si mismo, y dar respuestas que demuestren la verdad o falsedad de cualquier proposicion.
– Si, asi procederemos -afirmo Itin-. Hemos llegado a la misma conclusion. -Mostro un libro voluminoso, y una