puerta dia y noche? ?Mujeres histericas, excitadas por los agentes publicitarios, que se desmayen al verme aparecer? Vamos, carino, ya sabes como preparan las cosas en estos tiempos…

Hubo un largo silencio antes de que Mary volviese a hablar.

– Creo que no tienes agallas -dijo.

Jeremy la miro inexpresivo.

– No tienes agallas -repitio ella-. Me case contigo porque pense que te guiaba… un cierto deseo de avanzar, una cierta ansia de mejorar. Te he observado dia y noche durante dos anos. Durante el dia, te contentas con dejar que las cosas sigan su curso. No aprovechas las oportunidades cuando se presentan, no vas a buscarlas en el caso contrario. No tienes agallas. Y lo que es verdad durante el dia, tambien lo es por la noche.

La miro a la cara como si fuera una extrana y leyo en su expresion algo todavia mas consternador que el contenido de la carta de Sueno Profundo, que conservaba en la mano.

– Pero… -balbuceo-. Cuando la gente…, cuando se lleva algun tiempo de casados, ese tipo de cosas por fuerza…

Interrumpio sus vacias palabras al ver que Mary movia energicamente la cabeza de un lado a otro.

– Nada de «por fuerza». Lo he comprobado con algunas de mis amigas. Kitty lleva casada casi ocho anos y dice que Horace sigue siendo como un adolescente.

– ?Me estas diciendo que discutes esa clase de asuntos con una mujer como Kitty?

Temblaba tanto que hubo de apretar las manos para tratar de controlarse.

– ?Oh, carino! -Mary se ablando de repente y corrio a abrazarle por la cintura. Alzo los ojos, muy abiertos, para mirarle-. Solo queria saber si te estoy fallando en algo, lo que sea… Si hay algo que pueda hacer para animarte… Siento haber dicho esa horrible tonteria de que no tienes agallas, pero pensaba… No te creia capaz de desaprovechar una oportunidad semejante.

Finalmente, temiendo perderla, Jeremy cedio.

En aquellos lejanos dias, cinco anos atras, Sueno Profundo operaba en dos pisos de un viejo edificio, situado en un barrio muy floreciente. Sin embargo, incluso entonces daba la vigorosa sensacion de una prospera organizacion en proceso de transformar aquel escenario polvoriento y miserable. Tres hombres, que habian estado absortos en su conversacion, le saludaron y condujeron a una sala de reuniones, donde esperaban otros tres individuos. Le ofrecieron una silla en el extremo de la alargada mesa e irrumpieron su charla tan abruptamente como si alguien hubiera apretado un interruptor.

– Les presento a Jeremy Hankin, el ganador del concurso -dijo el hombre de mas edad entre los tres que le habian escoltado.

Reino el silencio durante los treinta y tantos segundos siguientes. Despues, un hombre pelirrojo, que aparentaba unos treinta anos y que se encontraba en la sala al llegar Hankin, tomo la palabra:

– El rostro no es muy fotogenico. Demasiado redondeado y liso. Habra que perfilarlo un poco. Cambiar el corte de pelo ayudaria algo, supongo, pero…

– El perfil no resulta mal -interrumpio un hombre calvo sentado al otro lado de Hankin-. En cambio, el peso me preocupa. Hay que reducir esa cintura en unos diez centimetros. Quieren a un individuo flaco, el tradicional y autoritario tipo ectomorfico.

– No estoy de acuerdo con la encuesta a que usted se refiere -dijo el pelirrojo-. En cualquier caso, nos va a costar mucho trabajo. Senor Welland, ?no podia habernos proporcionado mejor material?

Miro al hombre que habia presentado a Hankin.

– No se muestre duro con Welland -objeto el hombre calvo-. La voz y el rostro no siempre concuerdan. Y con la mujer hemos estado terriblemente cerca del cien por cien.

– Cien por cien… Narices! -estallo el pelirrojo, de mal talante.

– Le guste o no, no podiamos elegir una jovencita despampanante -objeto el hombre calvo-. Los hombres no se dejarian aconsejar por una imagen asi. Ha de ser una mujer adulta, experta, tolerante, que no presente la amenaza de vinculos emotivos permanentes, buena para un fin de semana en la cama, pero todavia mejor para informar en tono confidencial sobre las tretas del sexo opuesto…

Una terrible sensacion de haberse transformado en un ser inanimado, como si para aquella gente se redujera a una simple mercancia, habia ido creciendo en el interior de Hankin. Por fin, recupero el habla y se enfrento a ellos.

– ?Que significa todo esto? -gruno-. Pense que se interesaban por mi voz, no por mi aspecto.

– ?Como dice? -El pelirrojo le miro con asombro-. ?Ah, su voz! Ya la tenemos. Nosotros…

– Un momento, Ted -intervino con calma Welland, imponiendo su autoridad-. Supongo que deberia excusarme por nuestros malos modales, senor Hankin. Los olvidara, creo, cuando le muestre lo que hemos conseguido en estos ultimos y solidos ocho anos. Sin pretender mostrarme demasiado sutil, diria que es usted el envoltorio, mas que la mercancia.

– Yo… No lo comprendo -dijo debilmente Hankin.

De vez en cuando, habia topado en su vida con alguien que le hacia sentirse disminuido. Welland reflejaba seguridad y poder consciente, y Hankin sabia ya, pese a que solo habian transcurrido unos minutos desde su primer encuentro, que jamas seria capaz de hacerle frente y mandarle al infierno.

– Tratare de exponerlo de un modo mas sencillo -convino Welland con condescendiente tranquilidad-. Conoce ya nuestras tecnicas, ?no es cierto?

– Creo que si. Empiezan por hipnotizar a sus clientes, incluyendo una orden poshipnotica que les fuerza a dormir en unas condiciones dadas: cama, oscuridad y la senal del accesorio telefonico que les facilitan. A continuacion, el cliente informa de todo cuanto le ha ido mal durante el dia precedente, cualquier cosa que le haya violentado o trastornado y que pudiera provocarle insomnio, preocupacion o depresion. Y luego… El trance hipnotico consigue que los clientes acepten el consejo que se les ofrece para solucionar sus problemas…

– Su comprension es perfecta -sonrio Welland-. Pero creo que hay algo que sigue confundiendole.

– Si, lo admito. ?Como pueden personalizar tanto mediante un servicio automatico? Afirman que cuentan con decenas de millares de clientes… Es imposible ofrecer una terapia individual a tantas personas.

– No se trata de terapia, a no ser en un sentido muy general. En realidad, vendemos confianza. Seguridad. Comodidad. Y… no intentamos mantenerlo en secreto. Nuestro metodo se ajusta al que astrologos y similares han usado a lo largo de los siglos: ambiguedad cuidadosamente planeada. Elegimos un programa estandar para cada cliente. Ella o el, aunque ocho de cada diez entre nuestros clientes son mujeres- seguira recibiendolo, sin importar el motivo de su autentica preocupacion. En la actualidad, disponemos de mas de sesenta programas y estamos preparando otros. La mente de la persona que escucha, su parte consciente y su parte inconsciente al mismo tiempo, racionaliza el contenido del programa. Al dia siguiente, le resta la impresion de haber recibido una excelente orientacion. Pero es la mente subconsciente, no la influencia exterior, la que se encarga de solucionar cualquier dificultad.

Hankin trago saliva para eliminar la sequedad de su garganta.

– Bien -acepto-. Pero ?y si su cliente es un neurotico genuino? En tal caso…

– Desde luego, nos esforzamos por enterarnos de si una futura cliente se halla bajo psicoanalisis o cualquier otro tratamiento psiquiatrico. En caso afirmativo, solicitamos la aprobacion del terapeuta antes de aceptarla… Sigo refiriendome siempre a mujeres. Ya le he explicado el motivo. Bien, en general obtenemos tal aprobacion con gran entusiasmo por parte del medico, debido a que ofrecemos una asistencia unica. Naturalmente, si el terapeuta lo desea, disponemos que las instrucciones especificas de este a la paciente sustituyan al programa estandar que seleccionariamos para ella.

Welland se las arreglo para dar la impresion de que todo quedaba aclarado. Cualquier persona que tuviera mas dudas debia de poseer una inteligencia inferior.

– De todos modos… -insistio Hankin, pese a sentirse tremendamente avergonzado-. No comprendo por que, habiendo llegado ya a tanto, se han tomado tantas molestias para encontrar una voz. -Miro con irritacion al pelirrojo y anadio-: Sobre todo teniendo en cuenta que ya disponen de esa voz… Supongo que la grabacion que fui lo bastante necio para efectuar durante la Gran Busqueda bastaria aunque me hubiera quedado mudo en aquel momento.

– ?Hum! -Welland unio las puntas de los dedos y se recosto en su silla-. Temo que nos llevara algunos minutos aclarar ese punto. Lo que sucedio fue lo siguiente: muy al principio de la historia del servicio publico prestado por Sueno Profundo, descubrimos que ciertos programas, en apariencia excelentes, obtenian resultados

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