Las palabras fueron directas como una flecha al corazon del sufrimiento de Hankin. Sorprendido, se dio cuenta de que al menos habia un hombre que penetraba en el problema que debia soportar. Se sintio impulsado a hablar. Y lo hizo con gran brevedad, pero introduciendo en aquellos casos segundos de liberacion todo un mundo de desastroso significado.

– No se por que tuviste que elegirme a mi, Mannion. Debias de haber encontrado a un actor, entrenarle, convertirle en un simbolo… ?A el, no a mi!

Y eso fue lo que decidieron hacer, por supuesto. Aunque los cinco anos del contrato no habian terminado, ya estaban entrenando a otro Jeremy Hankin, un hombre mas joven, un poco mas delgado, con un rostro bastante parecido al del Hankin-imagen -al que se tropezaria con ciertos problemas para eliminar- y con una voz que nunca seria la suya, sino un elaborado facsimil de la de Hankin, generada en una caja acustica oculta bajo su axila izquierda.

Al enterarse, Hankin empezo a recorrer una y otra vez los cuatro pisos de la parte alta del edificio Sueno Profundo, dedicandose a curiosear, a escuchar, aferrandose a la esperanza de encontrar algo que le devolviera a la realidad. Sueno Profundo parecia haberle arrebatado toda su vida: su esposa, sus futuros planes de formar una familia, su empleo… No se le habia permitido, ni tampoco le hacia falta, continuar trabajando mientras cobraba un sueldo de la compania. Y ahora querian comprarle hasta su misma identidad y entregarsela a otro, un extrano que no se atormentaria por la perdida de su voz, por saber que esa voz no le pertenecia. Tenia que estar aqui, en alguna parte. Todo debia de estar oculto en estas cuatro plantas, probablemente en la mas elevada, donde las relucientes maquinas tejian a diario una red de palabras-Hankin en las mentes de cientos de miles de mujeres al borde de la neurosis. Bonitas o feas, solteras o casadas, la voz gobernaba sus vidas. Les daba un sentido.

Asi pues, el perdido sentido de la vida de Jeremy debia de encontrarse aqui, explotado y distribuido a todas esas clientes que cada noche aguardaban su voz maravillosa.

«Los cinco anos acaban manana. No habran informado a los guardas de la compania, ni se lo habran dicho a la pequena y linda mecanografa del pelo rubio platino que obtiene mis servicios con descuento porque trabaja aqui… Pero Welland ya me lo ha comunicado.»

Se proponian apelar a la clausula del contrato original que le prohibia prestar o asignar la identidad «Jeremy Hankin» y su voz a cualquier otro uso o persona. Incluyendo al propio Jeremy, al primitivo propietario. Pasados los cinco anos, querian un individuo no atormentado por esas debilidades y defectos, alguien al que pudieran explotar por completo, sin preocuparse de que su lengua se quedara paralizada por las noches. A partir de manana, cuando expiraran los cinco anos, no le pagarian ya por ser Jeremy Hankin, sino por ser otra persona. Cualquier otra persona. Que eligiese nuevo nombre y apellido y los adoptase para el resto de su vida. Que eligiese otro rostro como sustituto del original.

«?Maldito Welland, vete al infierno! Me quitaste a mi esposa y ahora quieres robarme mi identidad…»

Eran las siete en punto. A esa hora, lo sabia por anteriores visitas, los locales estarian desiertos, a excepcion del piso superior, ocupado por el aburrido tecnico de servicio, que se dedicaria a leer una revista mientras mascaba una cena fria, en espera de una emergencia que jamas se habia producido… Hasta esta noche. Hankin se levanto, abrio la puerta de los servicios y avanzo lentamente por el alfombrado pasillo.

En un despacho, cuya puerta habia sido dejada entreabierta, encontro en un paraguero de laton un baston de endrino irlandes. Lo sopeso mientras subia las escaleras. No quiso usar el ascensor por temor a que el apagado zumbido del motor revelara su presencia al tecnico. El baston resulto ideal para su propio sito. Un simple golpe asestado con violencia en la sien tumbo al individuo, dejandole inconsciente en medio de un charco de sangre.

Rapido y resuelto, Hankin recorrio la inmensa e iluminada sala, de maquina en maquina, desconectando uno tras otro los mas de cien programas estandar. A continuacion, paso a los programas especiales, aquellos que, usando su voz, suministraba la empresa para uso exclusivo de las pacientes de un psiquiatra, con la grabacion privada de este incluida.

Hankin sonrio. Habia expedientes relacionados con todos los programas especiales, y la documentacion comprendia fotografias. Ojeo el conjunto con rapidez, deteniendose de vez en cuando para leer algun detalle sabroso, susceptible de incrementar el fondo de ideas que se habia traido consigo. En conjunto, habia unos dos mil expedientes, por lo que procuro no perder mucho tiempo en la tarea.

Cuando encontro la documentacion de la rubia platino, aproximadamente en la posicion numero cuatrocientos, la aparto a un lado y anoto las cifras del codigo. Luego busco unas tijeras y un codificador y se puso al trabajo.

A las once en punto, la hora que se habia marcado como limite por ser la mas probable para que la mayoria de clientes se acostasen y conectasen el equipo de Sueno Profundo, habia reconectado ya todos los programas estandar a una serie de cintas sin fin, grabadas con su propia voz. Solo le habia dado tiempo a preparar dos docenas de tales cintas, pero las habia contrastado tanto como le fue posible.

Todas con su voz real. Eso era lo importante.

Acciono un interruptor y escucho con critica atencion las diversas ordenes que habia grabado:

– Cuando se levante por la manana, no se vista. Vaya al ascensor y baje a la calle. Abrace a la primera persona que vea y besele, o besela, apasionadamente… Cuando se despierte, no vaya al cuarto de bano. Salga a la calle y hagalo alli, en la acera… Cuando se despierte, no fria los huevos para el desayuno. Vaya a la ventana que da a la calle y trate de acertar a un policia en la cabeza con alguno de ellos… Cuando se levante, consiga un poco de queroseno, viertalo en la cama y prendale fuego… Cuando se levante de la cama, vaya sin mas tardanza al garaje y saque el coche. Conduzca a tanta velocidad como pueda, en marcha atras, por la calle de direccion unica mas cercana… Cuando se despierte, no de de mamar al bebe. Llene un vaso con su leche y trate de venderla fuera, en la acera…

Asintio satisfecho y conecto la maquinaria. Hacia el mediodia de manana, Sueno Profundo, S. A. estaria totalmente arruinada.

Por ultimo, grabo una cinta en honor del ultimo caso especial, que habia retenido entre el total de mas de dos mil conectados a sus nuevos «programas estandar», el de la menuda rubia platino. Con voz desapasionada, dijo:

– Levantate ahora mismo, vistete, ven al edificio de Sueno Profundo y haz el amor conmigo.

Conecto la grabacion al circuito de salida y bostezo. Luego, ato al tecnico, que empezaba a revolverse y lanzar debiles gemidos. Deseaba asegurarse de que esta noche, la noche en que se habia recuperado, no seria echada a perder por la intromision del individuo.

AUTORIZACIONES

El bebe del senor CulpeperMr Culpeper's Baby»), por Kenneth Bulmer: ©1956 by Hamilton & Co. (Stafford) Ltd, por «Authentic Science Fiction», abril de 1956.

Reeditado con permiso del autor y su representante, E. J. Carnell Literary Agency.

Todas las lagrimas del mundoAll the World's Tears»), por Brian W. Aldiss: ©1957 by Crownpoint Publications Ltd, por «Nebula Science Fiction», mayo de 1957.

Reeditado con permiso del autor.

Ozymandias («Ozymandias»), por Robert Silverberg: ©1958 by Royal Publications, Inc., por «Infinity Science Fiction», noviembre de 1958. Reeditado con permiso del autor y su representante, A.M. Heath & Co. Ltd.

El Amor y Las Estrellas… ?Hoy!Love and the Stars – Today!»), por Kate Wilhelm: ©1959 by Columbia Publications, Inc., por «Future Science Fiction», junio de 1959.

Reeditado con permiso del autor.

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