Colgu estaba recostado en una silla de respaldo alto y tallado, con sus largas piernas tendidas al fuego de la enorme chimenea. Llevaba el brazo derecho vendado con una tela blanca, pero parecia mucho mas reconfortado que la ultima vez que Fidelma lo habia visto.

– ?Como va esa herida, hermano? -pregunto nada mas entrar en la sala privada con el hermano Eadulf.

– No me duele nada, gracias a los poderes curativos de nuestro amigo sajon -dijo Colgu con una sonrisa, aunque todavia estaba algo palido.

Con una sena, les indico que se sentaran en unas sillas frente a el.

– ?Que se sabe de la herida de Donennach? -se intereso Eadulf.

– Se trata de una herida superficial -respondio-. La flecha se clavo en la parte carnosa del muslo, pero no alcanzo el musculo. Notara molestias durante un par de dias, pero nada mas.

– Al menos, la herida no le dejara ninguna imperfeccion -dijo Colgu riendose, animado.

– Si, asi es -confirmo Eadulf, aunque habia asombro en su tono-. ?Por que constituye motivo de preocupacion?

– Tu eres la abogada de la familia, Fidelma -dijo Colgu con una sonrisa-. Explicaselo a nuestro amigo.

Fidelma se incorporo un poco hacia Eadulf y dijo:

– Segun nuestras leyes, un rey debe tener un cuerpo perfecto, Eadulf. No debe tener ninguna discapacidad y ninguna cicatriz.

– ?De veras se destituye a un rey de su cargo si una herida le deja una imperfeccion? -se asombro Eadulf.

– Yo solo conozco el caso de Congal Caech, rey de Ulaidh, que goberno durante un tiempo como rey supremo. Quedo ciego de un ojo por una picadura de abeja y por ello se le destituyo del trono de Tara -respondio Fidelma.

– Si bien no perdio la soberania de su propia provincia -senalo Colgu-, y fue rey de Ulaidh hasta que murio en combate.

– ?Cuando fue eso? -pregunto Eadulf.

– Lo mataron en Magh Rath el ano que nacio mi hermana -dijo Colgu con una sonrisa-. En fin, dime, Fidelma, ?que has descubierto? ?Quien es el responsable del ataque que Donennach y yo hemos sufrido?

Fidelma se puso seria y permanecio inmovil unos instantes, con las manos relajadas sobre el regazo.

– La situacion no es nada halaguena -empezo a decir, observo una pausa y prosiguio-. Nos hallamos ante un intento de asesinato. Bajo la ley, el grave delito de duinethaide esta condenado con el doble de la pena habitual para los culpables.

– ?El doble de la pena habitual? -intervino Eadulf, sin entenderlo.

– Como bien sabeis, un cuasidelito de homicidio se castiga con el desposeimiento de derechos y una indemnizacion de una cantidad determinada a la familia de la persona fallecida. En el caso del asesinato de un principe, un duinethaide, que literalmente significa «robo de una persona», esta tipificado como un delito mas grave.

Colgu se inclino hacia delante con cierta impaciencia.

– Ya sabemos que clase de crimen se ha cometido, Fidelma. ?Por que dices que la situacion no es nada halaguena? Los criminales estan muertos… Gionga de los Ui Fidgente los ha matado. Ahora solo es cuestion de identificarlos y averiguar si hay mas gente involucrada en este crimen.

Fidelma dejo escapar un profundo suspiro y movio la cabeza.

– Como sabes, uno de los hombres muertos portaba el emblema de la orden de la Cadena de Oro, el simbolo de la hermandad nobiliaria de los reyes de Cashel.

Colgu alzo una mano con impaciencia.

– Cierto, pero, ?se le ha identificado? Yo no lo conocia, como tampoco lo conocia Donndubhain, supongo. Asimismo, he pedido a Capa, el capitan de la guardia, que fuera a ver los cuerpos a la botica de Conchobar. Me ha informado de que el tampoco conocia a ese hombre. Por consiguiente, es obvio que no pertenece a nuestro selecto grupo de guerreros.

– Asi es, al parecer nadie le reconoce -confirmo Fidelma-. Con todo, las flechas que empleo tienen las marcas distintivas de los Eoghanacht de Cnoc Aine.

Colgu tenia torcido el gesto.

– ?Quieres decir que los asesinos eran servidores de nuestro primo Finguine, el principe de Cnoc Aine?

– Quiero decir que uno de ellos llevaba flechas manufacturadas por un flechero de Cnoc Aine, ya que las colas presentan las marcas de esa region. Eadulf y yo hemos examinado el cuerpo. No hay nada mas que lo identifique, salvo el emblema de la Cadena de Oro y las flechas. Un dalaigh podria alegar que son suficientes pruebas circunstanciales para determinar la procedencia. Gionga ya ha sugerido que se trata de una conspiracion de Cashel para hacer caer en una trampa al principe de los Ui Fidgente y matarle.

– ?Pero eso es ridiculo! -exclamo Colgu con indignacion-. No puede estar hablando en serio. A mi me alcanzo una flecha de los mismos asesinos.

– Tienes toda la razon -afirmo Fidelma-. Pero Gionga aprovecha la circunstancia argumentando que tu herida no es muy grave…

– Es bastante grave -intervino Eadulf-. Y mas grave, de hecho, que la del principe de los Ui Fidgente.

– Pero no lo bastante para que Gionga no insinue que la flecha que alcanzo a mi hermano era un senuelo; un senuelo para que pareciera que habian atacado a los dos, cuando se pretendia que la victima real fuera Donennach. Dice que, si no los hubieran visto al instante, los asesinos habrian disparado otra vez y habrian desaparecido, y nunca habriamos sabido que eran hombres de Cashel.

– Jamas en mi vida he oido fantasia igual -murmuro Colgu recostandose en la silla, pues sin querer se habia inclinado hacia delante a causa de la tension de la ira y la herida, que volvia a darle punzadas.

De pronto, la furia de su rostro se fundio en un gesto taciturno.

– ?Que opinas tu, Fidelma? -inquirio el rey-. Tu eres experta en estos asuntos. ?Como podemos rechazar las falsas acusaciones de Gionga?

– Si Gionga puede probar la acusacion de que esos asesinos fueron contratados por Cashel, entonces tu, hermano, seras culpable ante la ley y habras de pagar una indemnizacion. Perderias el reino. Me temo que a nosotros corresponde desmentir la acusacion de Gionga, ya que el posee como pruebas el emblema y la procedencia de las flechas. Debemos proporcionar pruebas en contra que invaliden la acusacion.

Se impuso un largo silencio.

– Si se me declara culpable, sabes que Cashel jamas estara en paz con los Ui Fidgente -se lamento el joven rey-. Necesito tu ayuda, Fidelma. ?Como podemos refutar estas imputaciones?

– Solo podemos rebatir las acusaciones de Gionga con pruebas que las descarten por completo -repitio Fidelma-. Hemos de dar con pruebas que demuestren quienes son los verdaderos asesinos. ?Estaba el arquero en su derecho de llevar la Cadena de Oro de la orden? ?Por que la llevaria en tal cometido? Si trataron de huir sin ser identificados, como afirma Gionga, ?por que el arquero dejo dos flechas en un lugar visible de la azotea, cuando era facil reconocer su origen?

– Quiza se las dejo por las prisas -sugirio Eadulf-. Recordad que, tras disparar, debio de ver a Gionga acercarse a el cruzando la plaza, y entonces fue cuando huyo del tejado.

Fidelma lo miro casi con desden.

– El hombre, como bien habeis dicho, era un arquero profesional, por lo que no es normal que se dejara llevar por el miedo de esa manera ni que soltara las flechas. Creo que su intencion era precisamente que encontraramos las flechas -explico, cuando le vino otro pensamiento-. Pero si era arquero profesional, ?por que no dio en el blanco?

La inquietud la obligo a levantarse. Cerro los ojos para recordar la escena.

– Colgu detuvo el caballo en seco y se inclino para saludarme. De no haberlo hecho, lo habrian matado. El misterio reside en por que el arquero fallo el segundo tiro, cuando Donennach estaba sentado.

– Supongo que hasta un profesional bien preparado puede tener un mal dia -sugirio Eadulf.

Colgu se incorporo con impaciencia para preguntar a Fidelma:

– ?Insinuas que los Ui Fidgente tienen algo que ver en esto? ?Que lo urdieron para acusar a Cashel y, en consecuencia, se reanudara la guerra?

– Antes de que acuseis a los Ui Fidgente -senalo Eadulf-, no olvideis que fue Gionga quien mato a los

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