Fidelma hizo un mohin.

– ?Por que lo llamais mago?

Eadulf solto un grunido al rasparle una mata de brezo en el tobillo.

– Porque se dedica a la adivinacion observando las estrellas, ?o no? ?Como puede hacerse llamar cristiano y hacer eso?

– ?Acaso estan en conflicto ambas cosas? -pregunto Fidelma, pensativa.

Eadulf noto como aumentaba su irritacion.

– ?Como podeis afirmar lo contrario?

– Trazar mapas de las estrellas y descifrar su significado es una antigua tradicion de este pais.

– La Nueva Fe ya deberia haber sustituido semejantes tradiciones paganas. Estan prohibidas. ?Acaso no dice el Libro de Isaias?: «Que se presenten, pues; que te salven los que dividen los cielos y observan las estrellas, y echan la cuenta de los meses, de lo que ha de venir sobre ti. Helos aqui como briznas de paja que ha consumido el fuego; no podran salvar sus vidas del poder de las llamas; brasas, pero no para calentarse en ellas, ni hoguera para sentarse ante ella. Eso seran para ti…».

Fidelma esbozo una sonrisa. No podia evitar sonreir cada vez que Eadulf se enredaba en discusiones teologicas, ya que, debido a su adhesion a la doctrina de Roma, discrepaban en muchos aspectos de la Fe. Fidelma era una mujer fiel a su propia cultura.

– Citais los textos antiguos de la Fe judaica.

– De la cual surgio Nuestro Senor, el Mesias -rebatio Eadulf con mordacidad.

– Exactamente. Vino como Mesias, como Salvador, para mostrar un camino hacia el conocimiento de Dios. Y segun san Mateo, ?quienes fueron los primeros en llegar a Jerusalen tras el nacimiento de Cristo?

– ?Quienes? -pregunto Eadulf, moviendo la cabeza sin saber adonde queria llegar Fidelma.

– Unos astrologos de Oriente que buscaban al Salvador, pues un mapa de los cielos les revelo su llegada. ?Y acaso el rey Herodes no trato de convencerles de que renunciaran a sus conocimientos? Los astrologos fueron los primeros en llegar a Belen, adorar al Salvador y ofrecerle oro, incienso y mirra. Si Dios hubiera maldecido la astrologia, ?habria permitido que unos astrologos fueran los primeros en recibirle en la Tierra?

Eadulf enrojecio de rabia. Fidelma siempre tenia una buena refutacion cuando el intentaba afirmar algo con lo que ella disentia.

– Bueno, el Deuteronomio lo dice claramente -insistio Eadulf con terquedad-. «Ni alzando tus ojos al cielo, al sol, a la luna, a las estrellas, a todo el ejercito de los cielos, te enganes, adorandolos y dandoles culto…»

– «Porque es Yave, tu Dios, quien se lo ha dado a todos los pueblos debajo de los cielos» -anadio Fidelma con enfasis-. Supongo, Eadulf, que teniais la intencion de citar el verso entero del Deuteronomio. Sea como fuere, los astrologos no adoran ni dan culto al sol, la luna y las estrellas, sino que les sirven de guia. Nuestros astrologos afirman que no podemos alterar el curso de las estrellas, como tampoco podemos cambiar nuestra fisonomia, ni el color del cabello y los ojos. En cambio, gozamos de libre albedrio para hacer lo que queramos con lo que se nos ha concedido.

Eadulf suspiro hondamente. Empezaba a estar harto de la discusion. Se arrepentia de haberla empezado. Fidelma era excelente argumentando, incluso hasta llegar al extremo de hacer de abogada del diablo.

– Va contra las ensenanzas… -empezo a decir.

– Mostradme una sola referencia en los textos sagrados que prohiba a los cristianos considerar la ciencia antigua, a excepcion de alguna que otra referencia criptica…

– Jeremias -rebatio Eadulf al recordarlo de repente-. «Oid, casa de Israel, lo que dice Yave.

Asi dice Yave: 'No os acostumbreis a los caminos de las gentes, no temais los signos celestes, pues son los gentiles los que temen de ellos…'.»

– Lo que Israel hiciera antes de la llegada del Mesias es cosa de Israel. Pero nosotros formamos parte de esas gentes y, al menos, Jeremias reconoce que hay signos en los cielos, aunque no es que nosotros los temamos, sino que sencillamente los interpretamos y tratamos de comprenderlos. Y si hay signos en los cielos, ?quien los puso? ?Acaso no seria una blasfemia pretender que fue otra mano, y no la de Dios, la que alli los puso?

Eadulf estaba rojo de exasperacion, a punto de reventar de rabia. Pero en vez de eso, de pronto se echo a reir.

– ?Que me hace pensar que puedo vencer a una abogada en su alegato? -senalo, moviendo la cabeza con un gesto de arrepentimiento.

Fidelma vacilo un instante y al final compartio el regocijo con el.

– Castigat ridendo mores -dijo en voz baja, recurriendo a una de sus citas favoritas: «Las costumbres se corrigen riendote de ellas».

El bosque dio paso a una vasta extension de juncos. En cuanto los caballos surgieron de entre los arboles, un grupo de pajarillos alzo el vuelo entre un piar gangoso. Se unieron en una bandada y pasaron casi rozando el juncal, huyendo de la amenaza. Acabaron posandose entre los altos y plumeos tallos de los juncos floridos con un purpura oscuro, y de hojas afiladas.

– Bigotudos -identifico Fidelma innecesariamente-. Los caballos los han alborotado.

Eadulf oia el rumor del rio a poca distancia.

– ?Los guerreros nos veran desde el puente? -pregunto, pues aunque algunos juncos superaban los tres metros de altura, crecia la hierba corta alrededor del camino, que serpenteaba hasta la zona despejada del rio. En cambio, a lo largo de las riberas solo habia alpiste rosado, mas corto y fino que el junco.

– No. El rio forma un ligero meandro que nos oculta. Ademas, creeran que hemos regresado a Cashel en busca de la guardia de mi hermano.

Con la espuela estimulo a la yegua hacia delante para rebasar a Eadulf.

– Manteneos cerca de mi y nos os desvieis de la senda. El suelo parece firme, pero es cenagoso, y hay quien ha perecido en las profundidades del lodo.

Eadulf no pudo contener un escalofrio al mirar a su alrededor.

Fidelma puso mala cara al verle palidecer.

– El hecho de estar vivo conlleva riesgos y peligros, asi que animaos -le aconsejo con optimismo antes de ponerse en marcha con resolucion, abriendose paso a caballo entre los juncos altos y agitados, un paisaje agreste y dramatico frente al horizonte.

Eadulf se fijo en que el pantanal era una extrana mezcolanza de vegetacion, y lo que tomaba por una llanura de juncos era en realidad una mezcla de masiegas, junquillos y espadanas mustias, sobrepasada con mucho la fase de floracion. El conjunto de toda aquella vegetacion concedia un curioso color verde al paisaje, combinado con una amplisima variedad de marrones y amarillos en los aledanos.

De vez en cuando levantaba el vuelo algun que otro bigotudo, aunque en grupos exiguos, de los nidos entre el juncar. Sus cuerpecillos pardos y rojizos eran dificiles de distinguir, incluso a los machos, pese a las manchas negras que los distinguian.

Eadulf oia cada vez mejor el rumor de la vertiginosa corriente. Reparo en que el rio cruzaba una serie de bajios y que el ruido era el movimiento del agua sobre un lecho de piedra, contra el que golpeaban rocas y objetos a mitad de corriente.

Fidelma guiaba a la yegua con cautela por el sendero. A pesar de ir en la silla, Eadulf notaba la superficie fangosa bajo los cascos del potro, y rezaba por que el animal no tropezara y no lo precipitase sobre el negro cieno del sendero. Fidelma, que tenia un excelente ojo para los equidos, habia escogido aquel potro para Eadulf no porque fuera joven, sino porque era uno de los caballos mas mansos de la cuadra de su hermano y sabia que su amigo no era precisamente un experto caballista.

Del juncar salieron a un terraplen verde y exuberante, donde aun habia techos de hierba fangosa. Ante ellos se extendia un amplio tramo del rio Suir.

Eadulf miro con inquietud la velocidad de las aguas, que borbotaban con espuma amarilla, pasando alrededor y por encima de una superficie rocosa.

– ?Como es de profundo?

Fidelma le miro con una sonrisa para animarlo.

– El agua llegara al pecho del caballo. Soltad las riendas y no querais guiarle. El potro sabra lo que hace. El mismo se abrira paso en el bajo. Yo ire primero.

Sin decir nada mas, espoleo a la yegua rio adentro. Al principio, el animal se mostraba nervioso, ya que

Вы читаете El Monje Desaparecido
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату