enclaustrado.

– Esto es nuestro domus hospitale -les dijo, senalando una puerta-. Nuestra casa de huespedes -anadio al tiempo que llamaba una vez a la puerta.

Les abrio una figura misteriosa y de baja estatura, cuya silueta identificaba sin asomo de duda el sexo de la persona.

– Os presento a nuestra domina, sor Scothnat.

Eadulf no se habia dado cuenta hasta entonces de que la abadia de Imleach era un conhospitae, un monasterio mixto, donde religiosos de ambos sexos vivian y trabajaban juntos. Estas «casas dobles» escaseaban en su lugar natal, pero sabia que los britanos y las fundaciones religiosas irlandesas se basaban en tal cohabitacion.

– Os presento a sor Fidelma, Scothnat.

Sor Scothnat balbuceo por los nervios, pues sabia que Fidelma era hermana del rey.

– Ya he dispuesto vuestra habitacion, senora -anuncio con la voz entrecortada-. La prepare en cuanto el abad me informo de vuestra llegada.

Fidelma extendio la mano y le toco el brazo con delicadeza. Normalmente, entre sus iguales religiosos, no hacia ninguna distincion por su parentesco con el rey de Muman. Solo recurria a este cuando necesitaba imponer su autoridad.

– Me llamo Fidelma. Al fin y al cabo, somos hermanas de la Fe, Scothnat -le dijo, y se volvio a Eadulf y Segdae-. Hasta la misa de medianoche, pues. Dominus vobiscum.

– Dominus vobiscum -repitio Segdae con solemnidad.

El abad llevo a Eadulf por el patio enclaustrado otra vez, hasta un pasillo que habia al otro extremo, donde se cruzaron con un religioso de buena estatura que los saludo.

– Madagan -saludo a su vez el abad-. Excelente. Veniamos por vos. Os presento al hermano Eadulf. Debido a los peregrinos que se alojan en el domus hospitale esta noche, he sugerido que duerma en la cama de mas que hay en vuestra habitacion.

El hermano Madagan escruto con la mirada a Eadulf, como si lo analizara. Tenia la mirada fria y, al sonreir, su gesto carecia de expresion.

– Sois mas que bienvenido, hermano.

– Bien -dijo Segdae, aunque la palabra pronunciada no concordaba con el tono descontento de su voz-. En tal caso, hermano Eadulf, os vere en el oficio de medianoche.

Con un gesto distraido, el abad se marcho.

– Soy el administrador de la abadia -le anuncio Madagan con confianza mientras invitaba a Eadulf a acompanarle por una puerta del pasillo-. Mi aposento es mas amplio que el de la mayoria, de modo que, supongo, estareis comodo.

Abrio la puerta de una habitacion con dos catres, una mesa y una silla. Sobre la mesa habia una vela. El conjunto estaba excepcionalmente pulcro, y sobre la mesa no habia nada mas, aparte de la vela y un librito con cubiertas de piel. Detras de la puerta habia otra mesa con un cuenco, una jarra de agua y ropa puesta a secar.

El hermano Madagan senalo uno de los catres de la pequena celda.

– Esa sera vuestra cama, hermano… disculpad, pero no se pronunciar vuestro nombre sajon. Es dificil para mi pobre oido.

– Ah'dolf -pronuncio Eadulf pacientemente.

– ?Tiene algun significado?

– Significa «noble lobo» -le explico Eadulf con cierto orgullo.

El hermano Madagan se froto con un gesto pensativo el menton.

– ?Como seria la traduccion en nuestra lengua? ?Conri, quiza, «rey de lobos»?

Eadulf sorbio aire por la nariz y dijo con desaprobacion:

– El nombre de una persona no precisa traduccion. Es como es.

– Tal vez -reconocio el administrador de la abadia-. Permitidme que os diga que hablais bien nuestra lengua.

Eadulf se sento en la cama y la probo con suavidad.

– He estudiado en Durrow y Tuaim Brecain.

Madagan parecia sorprendido.

– ?Y aun asi llevais la tonsura de un forastero?

– Llevo la tonsura de san Pedro -le corrigio Eadulf con firmeza-, en memoria de la corona de espinas de Nuestro Salvador.

– Pero no es la tonsura que llevamos los habitantes de los cinco reinos, ni la que llevan los botanos, ni los hombres de Alba, ni la que llevan los hombres de Armorica.

– Es la tonsura de quienes siguen la doctrina de Roma.

El hermano Madagan apreto los labios en un gesto acre y observo:

– Veo que estais orgulloso de vuestra tonsura, noble lobo de los sajones.

– Es la unica que siempre llevaria.

– Por supuesto. Solo que resulta estrafalaria a los ojos de los hermanos de Imleach.

Eadulf iba a poner fin a la conversacion, cuando de pronto se le ocurrio algo.

– Pero ya la habreis visto en diversas ocasiones, ?no? -comento Eadulf sin prisa.

El hermano Madagan estaba echando agua en un cuenco para lavarse las manos. Miro hacia donde estaba Eadulf y movio la cabeza diciendo:

– ?La tonsura de san Pedro? No puedo decir que la haya visto muchas veces. Nunca me he alejado mucho de Imleach, ya que naci cerca de aqui, en las laderas de Cnoc Loinge, justo hacia el sur. La llaman la colina de la nave, porque tiene forma de barco.

– Si jamas habeis visto anteriormente esta tonsura, ?como describiriais la del hermano Mochta? -pregunto Eadulf.

El hermano Madagan se encogio de hombros, desconcertado.

– ?Que como la describiria? -repitio despacio-. No entiendo que quereis decir.

Eadulf casi dio una patada al suelo de rabia.

– Si mi tonsura os resulta tan extrana, es indudable que la del hermano Mochta, que llevaba la misma hasta que empezo a dejarse crecer el pelo hace poco, despertaria comentarios, ?no?

El hermano Madagan se mostraba totalmente confuso.

– Pero el hermano Mochta no llevaba una tonsura como la vuestra, hermano Noble Lobo.

Eadulf controlo su exasperacion y explico:

– Pero si el hermano Mochta llevaba la tonsura de san Pedro hasta hace unas semanas…

– Os equivocais, Noble Lobo. El hermano Mochta llevaba la tonsura de san Juan, que es la que todos llevamos aqui, con la cabeza rasurada hasta la mitad, de oreja a oreja, de manera que parece una corona de espinas al mirar de frente.

Eadulf se dejo caer de golpe sobre el catre. Ahora el desconcertado era el.

– A ver si lo he entendido bien, hermano Madagan. ?Me estais diciendo que el hermano Mochta no llevaba una tonsura como la mia?

– No. Estoy seguro -afirmo el hermano Madagan con enfasis.

– ?Ni se estaba dejando crecer el cabello para cubrirla?

– Eso seguro que no, cuando menos la ultima vez que le vi anoche en visperas. Llevaba la tonsura de san Juan.

Eadulf se quedo alli sentado, con la mirada fija en el unos instantes, mientras asimilaba lo que le habia dicho aquel hombre.

Quienquiera que fuera el hombre al que habian matado en Cashel, y a pesar de la descripcion, e incluso del tatuaje, no podia ser el hermano Mochta de Imleach. No podia ser el. Pero, ?como era posible algo asi?

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