Marcara una epoca harto peligrosa para nuestro pueblo.
Fidelma sabia muy bien cuales serian las consecuencias. Sabia que a muchas personas envidiosas les gustaria ver derrocados a los Eoghanacht de Cashel. Sobre todo -debia reconocerlo- Donennach de los Ui Fidgente. No le supondria ningun disgusto la caida del reino. Si la desaparicion de las Reliquias alarmara al pueblo y lo desalentara tanto como para que se rindiera a los hechos y perdiera el animo para defenderse, entonces Cashel podria ser victima de ataques externos y sublevaciones internas de consecuencias imprevisibles. De pronto sintio el peso de la responsabilidad. Si no resolvia el misterio, y pronto, seria un autentico desastre para Cashel.
– Entonces, cuando visteis que faltaba el relicario, ?que hicisteis? -pregunto.
– Fui a despertar al abad de inmediato -respondio el hermano Madagan.
– ?Fuisteis a despertar al abad Segdae de inmediato? ?Por que?
El hermano Madagan la miro sin entender el motivo de la pregunta.
– ?Por que? -repitio Madagan.
– Si. ?Por que no fuisteis a despertar al hermano Mochta? Al fin y al cabo, era el conservador de las Reliquias.
– Ah, lo decis por eso. En retrospectiva, tales consideraciones parecen logicas. El abad me pregunto lo mismo. Reconozco que, con la impresion que me causo el descubrimiento, no reaccione con sentido comun. Pense que el primero a quien debia informar era al abad.
– Muy bien. ?Y que ocurrio despues?
– El abad sugirio que informaramos al hermano Mochta. Fuimos juntos a su habitacion y vimos que habia desaparecido y que el lugar estaba patas arriba. Habia manchas de sangre.
Fidelma se puso en pie de golpe, sorprendiendo tanto al hermano Madagan como a Eadulf.
– Gracias, hermano. Iremos a la habitacion del hermano Mochta para examinarla -anuncio.
El hermano Madagan tambien se puso en pie.
– El abad me ha pedido que os acompane -les comunico.
Llevaba encima la llave de la celda del hermano Mochta y, al guiarlos, hablo todo el tiempo, haciendo comentarios sobre los lugares de interes de la abadia. Mas tarde, Fidelma y Eadulf coincidieron en que el parloteo les habia parecido fingido por su bien.
De pie en el umbral de la habitacion del hermano Mochta, Fidelma volvia a contemplar el desbarajuste con interes, pero buscando detalles. La habitacion estaba completamente patas arriba. Observo que habia prendas de ropa esparcidas por el suelo. La mitad del jergon habia sido arrastrado hasta dejar la mitad del catre de madera a la vista. Vio el cabo apagado de una vela en el suelo, que habia caido sobre su propio charco de sebo, con la palmatoria de madera al lado. Aqui y alla incluso habia objetos de aseo personal. Junto a la cama, sobre una mesa que curiosamente estaba en su lugar, habia un unico elemento: la mitad de una flecha. Fidelma se quedo mirando la pluma y las marcas y las reconocio enseguida. En un rincon tambien habia desparramados unos utensilios de escritura, asi como pedazos de papel de vitela.
Detras de ella, el hermano Madagan miraba la habitacion por encima de su hombro.
– Mirad, hermana, sobre el colchon. Alli esta la mancha de sangre que vimos el padre abad y yo.
– Ya la veo -dijo Fidelma con sequedad, sin amago de acercarse a examinarla, y luego se dirigio al hermano Madagan-: Decidme, ?estan ocupadas las habitaciones contiguas?
El hermano Madagan asintio moviendo la cabeza.
– Si, pero los hermanos que las ocupan han salido al campo a recoger hierbas. Uno de ellos es nuestro boticario y embalsamador, y el otro, su ayudante.
– Por consiguiente, ?estais diciendo que, en el momento en que el hermano Mochta desaparecio aparentemente de su habitacion, los aposentos adyacentes estaban ocupados?
– Asi es.
– ?Y nadie acudio a vos o al abad para informar del alboroto que probablemente se oiria? -pregunto Fidelma, parpadeando ante el desconcierto de la habitacion.
– Nadie.
Fidelma callo un momento y luego dijo:
– No queremos haceros perder mas tiempo, hermano Madagan. Podeis regresar a vuestras ocupaciones. ?Donde podremos encontraros cuando hayamos terminado?
El hermano Madagan trato de ocultar su decepcion al pedirsele tan pronto que se retirara de alli.
– En el refectorio. Estaremos despidiendo a los peregrinos a lo largo de la manana.
– Muy bien. Nos reuniremos con vos dentro de nada.
Eadulf espero hasta ver desaparecer al hermano Madagan por el pasillo, antes de volverse hacia su amiga con una mirada inquisitiva. La monja quedo unos momentos en silencio, y Eadulf sabia que era preferible no estorbarla mientras pensaba. Luego, Fidelma se acerco a la puerta y se aparto a un lado, en el umbral.
– Eadulf, venid y poneos en mi lugar. No entreis en la habitacion. Quedaos aqui de pie y dadme vuestro parecer.
Desconcertado, Eadulf fue a colocarse bajo el umbral de la puerta con Fidelma al lado. Recorrio la habitacion desordenada con la vista. Era indiscutible el estado caotico de la celda.
– A juzgar por el aspecto de la habitacion, parece que forzaron a Mochta a salir tras un enfrentamiento violento.
Fidelma inclino la cabeza a modo de aprobacion.
– Por el aspecto de la habitacion -repitio en un tono suave-. Sin embargo, los ocupantes de los aposentos contiguos no informaron de ningun alboroto.
Eadulf la miro enseguida, captando el enfasis en sus palabras.
– ?Quereis decir que la escena es…? -balbuceo Eadulf, buscando las palabras adecuadas-.
– Eso creo. Fijaos en como estan dispuestas las cosas en el cuarto. Mirad el colchon y la ropa que han sacado de la cama. Todo apunta a que hubo una violenta rina que, por logica, tendria que haber ocurrido en algun momento entre visperas y una o dos horas antes del amanecer. Si la rina realmente tuvo lugar, como aqui se ha representado, el alboroto habria alterado el sueno a cualquiera de los monjes que ocupan las habitaciones adyacentes, aun cuando durmieran a pierna suelta.
– Deberiamos asegurarnos e interrogar a los ocupantes -sugirio Eadulf.
Fidelma le sonrio y dijo:
– Mi mentor, el
Eadulf movio los brazos con turbacion.
– ?Estais diciendo que el hermano Mochta preparo la escena? Pero, ?por que?
– Quiza la preparo otro. Todavia no podemos sacar conclusiones.
– Si fuera verdad que el monje al que mataron en Cashel era el hermano Mochta, tendria mas sentido. Pero el hermano Madagan insistio en que Mochta llevaba la tonsura irlandesa, y no la catolica. El cabello no crece ni se puede cambiar en un solo dia. Ademas, el posadero del Pozo de Ara dijo que el huesped se estaba dejando crecer el pelo para ocultar la tonsura hace una semana.
– Teneis toda la razon. Pero, ?como explicais que coincidiera la descripcion del cuerpo de Cashel y la del hermano Mochta? Una descripcion que coincide hasta en el tatuaje del brazo -dijo Fidelma, y sus ojos titilaron un instante-. Eso es otra certeza. Solo podemos dar absolutamente por cierto aquello que no comprendemos.
Eadulf miro al techo.
– Una frase del
Fidelma no le hizo caso y siguio escudrinando la celda.
– Quienquiera que haya preparado esto, ya sea el hermano Mochta u otra persona, lo hizo con sumo cuidado. Mirad como esta colocado el colchon, de manera que cualquiera que no este ciego veria la mancha de sangre. Aunque es cierto que, durante una pelea, un colchon puede caer de esa forma, pero parece colocado a proposito. Ademas, ?para que se iba a sacar la ropa del armario y esparcirla por el suelo en una pelea?
Eadulf empezo a percatarse del grado de minucia que desplegaba Fidelma en el analisis de la habitacion.
– ?Habeis reparado en la flecha de la mesilla de noche? -le pregunto Fidelma.