CAPITULO IX
A la manana siguiente, durante el desayuno en el refectorio, Fidelma miro a Eadulf, que estaba sentado enfrente, en la misma mesa.
– Parece que el misterio del hermano Mochta os tiene preocupado -observo partiendo un pedazo de pan de la barra que tenia delante.
Eadulf abrio los ojos, perplejo.
– ?Acaso vos no lo estais? Esto raya en lo milagroso. ?Como puede tratarse del mismo hombre?
– Pues no, no estoy preocupada. ?No dijo Tacito el romano que lo desconocido siempre se entiende como un milagro? Pues bien, una vez deja de ser desconocido, deja de ser milagroso.
– ?Quereis decir con ello que ha de haber una explicacion logica para este misterio?
Fidelma lo miro con reproche.
– Siempre la hay, ?no?
– Pues yo no la veo por ningun lado -replico Eadulf avanzando la barbilla-. A mi me huele a brujeria.
– ?Brujeria! -exclamo Fidelma con desden-. Hemos resuelto esta clase de misterios otras veces, y nunca se nos ha resistido ninguno. Recordad, Eadulf,
Eadulf bajo la cabeza para ocultar su exasperacion.
– La paciencia puede ayudar a no desistir, pero jamas nos habiamos topado con un misterio tan desconcertante -arguyo y, al levantar la vista y ver acercarse al hermano Madagan, bajo la voz-. He aqui el hermano que dio la voz de alarma cuando Mochta desaparecio. Es el administrador de la abadia, el hermano Madagan.
El monje se aproximo a ellos con una sonrisa.
– Una manana preciosa -dijo sentandose, y se presento a Fidelma-. Soy el
Fidelma lo escruto del mismo modo que habia hecho el, y algo no le gusto, aunque no sabia el que. Sin embargo, tenia rasgos agraciados, algo angulosos y adustos, pero nada en su rostro le repugnaba. Tambien era de trato cordial. Por tanto, achaco su desagrado a alguna reaccion cuya naturaleza no podria explicar.
– Buenos dias, hermano Madagan -dijo, inclinando cortesmente la cabeza-. He sabido que vos fuisteis el primero en saber que las Santas Reliquias habian desaparecido.
– Asi es, fui yo.
– ?En que circunstancias sucedio?
– El dia de la fiesta de Ailbe me levante pronto, pues es costumbre ese dia…
– Conozco el procedimiento de la fiesta -se apresuro a interrumpir Fidelma.
El hermano Madagan pestaneo.
Entonces Fidelma se dio cuenta de que era aquel gesto lo que le hacia recelar de el. Al pestanear, bajaba los parpados lenta y deliberadamente, y mantenia los ojos cerrados una fraccion de segundo antes de abrirlos otra vez. Era como si tuvieran capucha. La accion tenia un curioso parecido al modo en que un halcon deja caer los parpados. Se dio cuenta de que su mirada era fria, tras una apariencia amistosa. Bajo aquel rostro se ocultaba una doble personalidad, que solo se advertia si se analizaba con atencion.
– Muy bien -prosiguio el monje-. Habia mucho que hacer con los preparativos…
– Decidme como descubristeis la falta de las Santas Reliquias.
La interrupcion no altero a Madagan.
– Fui a la capilla donde se guardaban las Santas Reliquias -contesto con tranquilidad.
– Aun sin ser el conservador de las Santas Reliquias de Ailbe. ?Para que fuisteis alli? -le pregunto con una voz imparcial, pero con perspicacia.
– Porque esa noche yo era el encargado de la guardia… como vigilante. La labor consiste en hacer rondas por la abadia para confirmar la seguridad.
– Supongo que todo os parecio en orden.
– Al principio si…
– Hasta que llegasteis a la capilla.
– Si. Fue entonces cuando vi que el relicario no estaba en el hueco donde solemos guardarlo.
– ?Que hora era?
– Una hora mas o menos antes del alba.
– ?Cuando fue la ultima vez que se vio el relicario en el lugar que le corresponde?
– En visperas. Todos vimos el relicario. El hermano Mochta tambien estaba presente.
Eadulf tosio discretamente antes de intervenir.
– ?Que contenia exactamente el relicario?
El hermano Madagan hizo una sena con las manos, como para abarcar el contenido.
– Las Reliquias de nuestro bienamado Ailbe.
– No, no me refiero a eso. ?En que consistian las Reliquias? Sabemos que una era el crucifijo que el santo trajo de Roma.
– Ah, ya -dijo el hermano Madagan reclinandose en la silla con aire pensativo-. Ademas del crucifijo esta el anillo del obispo, su cortaplumas, un libro de la Ley de Ailbe escrito por el mismo y sus sandalias. Oh, claro, y su caliz.
– ?Que Reliquias suele conocer la gente en general? -pregunto de pronto Eadulf-. En muchas iglesias donde se guardan reliquias de santos, el relicario esta sellado para que nadie pueda ver los objetos.
El hermano Madagan esbozo una fugaz sonrisa.
– Asi solia ser en nuestro caso, Noble Lobo de los sajones -se burlo-. Todos los anos, durante la ceremonia de esta festividad, el contenido se muestra y se traslada de la capilla a su pozo sagrado, donde se bendice, y de alli se traslada a la piedra que senala su sepultura.
– Como riqueza secular no son de gran valor, salvo el crucifijo, ?verdad? -pregunto Eadulf.
– El crucifijo y el anillo tienen mucho valor -contesto Madagan-. El anillo es de oro con una piedra preciosa, llamada
–
– ?Habeis visto alguna vez estas gemas? -se intereso Madagan-. Tambien adornan el crucifijo de Ailbe.
– Oh, si. Se llaman esmeraldas.
– ?Asi que poseen un gran valor secular? -se empeno Eadulf.
– Si, pero de un valor insignificante en comparacion con el valor simbolico que tienen las Reliquias para nuestra abadia y para el reino de Muman.
– Ya he informado al hermano Eadulf de tal importancia simbolica -afirmo Fidelma.
El hermano Madagan inclino la cabeza.
– En tal caso comprendereis, Noble Lobo, que es de vital importancia recuperar el relicario y las Santas Reliquias para el bienestar de este reino. Nuestro pueblo es muy dado a las creencias simbolicas. Esta plenamente convencido de que si desaparecen las Reliquias, sobre el reino caera una desgracia que no podran impedir.
– ?Y el caliz? ?Es de gran valor? -pregunto Eadulf.
– Tambien esta labrado en plata, con piedras semipreciosas engastadas. Si, tambien es de un gran valor secular.
– ?Quien esta al corriente de la desaparicion en la abadia? -pregunto Fidelma.
– Ay, ha sido imposible mantenerlo en secreto entre quienes moran en esta abadia. Al fin y al cabo, ayer era el dia en que solian mostrarse a los hermanos. Y aunque el abad ha procurado impedir que corra la voz mas alla de estos muros, no tardara en ocurrir. Los peregrinos partiran esta manana hacia la costa, y seguramente hablaran de ello. Por otra parte esta el mercader de Cashel y sus ayudantes. Ellos tambien hablaran. Yo creo que hacia finales de esta semana se habra difundido por todo el reino, y quizas incluso por todos los otros de Eireann.