– ?Ah! -exclamo de un modo que podia interpretarse de muchas maneras-. Debi haber sabido que estariais aqui, Fidelma.

– ?Y puedo saber que haceis vos aqui? -exigio Finguine a su vez.

El hombrecillo fruncio los labios y senalo a Fidelma.

– Ella lo sabe.

– Sin duda, va de camino a Cashel para la vista -respondio Fidelma-. El principe Donennach de los Ui Fidgente dijo que mandaria llamar a Solam para que lo representara ante los brehons de Cashel, Fearna y los Ui Fidgente.

Eadulf habia cogido las riendas del asno del dalaigh y lo llevaba de estas.

– Preciso darme un bano y recuperarme de semejante acogida -anuncio Solam, rabioso-. ?No hay posada en este pueblo?

– Vuestros amigos la han quemado y han matado a la posadera -le solto con desden uno de los hombres de Finguine.

Los ojos del dalaigh centellearon al decir:

– Guardaros de seguir acusando a los Ui Fidgente. ?Tambien he oido que estamos bajo sospecha por haber intentado matar al rey de Muman!

Fidelma lo miro con igual gravedad y luego dijo:

– Estos edificios no se incendiaron de forma espontanea, Solam. El gran tejo, simbolo de nuestra tierra, no se derribo solo. Como aquellos a cuyos cuerpos se dara una sepultura conjunta tampoco se suicidaron. ?Quereis ir a mirarlos con detenimiento?

Solam hizo una mueca de repugnancia.

– Los Ui Fidgente no son responsables de las acciones de bandidos y renegados. ?Que pruebas teneis para acusarnos de estos actos?

Finguine fue quien respondio.

– Acompanadme -le ordeno en un tono grave, sin dar otra posibilidad a Solam.

Finguine se dirigio hacia la tumba recien excavada, donde las mujeres todavia lloraban y daban palmas para manifestar la pena. Algunos guerreros todavia estaban cavando una tumba. Interrumpieron la tarea cuando Finguine llego con el abogado de los Ui Fidgente, que tiraba del burro con un guerrero a cada lado. Fidelma y Eadulf iban detras.

Finguine se acerco a uno de los cuerpos, algo apartado de los demas y que, en vez de estar envuelto con la mortaja habitual, lo tapaba una gualdrapa vieja. El principe aparto un extremo de esta con la punta de la espada sin dejar de mirar a Solam.

Bajo la gualdrapa yacia el cadaver del atacante al que habian matado.

– ?Lo reconoceis?

Solam examino el cuerpo con detenimiento y luego movio la cabeza para indicar que no sabia quien era.

– Bien decis la verdad, o bien sois un buen mentiroso -observo Finguine sin contemplaciones.

Volvio a tapar la cara del muerto con la punta de la espada.

– Os aconsejaria que prosiguierais el viaje a Cashel de inmediato -anadio.

Solam estaba demostrando ser un hombrecillo vehemente e impulsivo, y su caracter irascible se reflejaba en su irritacion. No obstante, ademas parecia ser tozudo.

– ?Es absurdo! Entro en este pueblo y me atacan, me injurian, me acusan injustamente y luego, cuando requiero hospitalidad (que ademas me corresponde por derecho) me piden que prosiga mi camino. Desde luego, me estais dando buenos argumentos para mi defensa en Cashel.

Fidelma decidio intervenir.

– Sin la existencia de pruebas que demuestren la implicacion de los Ui Fidgente en el ataque, primo, Solam tiene razon -se aventuro a decir-. No podemos demostrar quienes nos atacaron. Por tanto, Solam tiene derecho a pedir y recibir hospitalidad y a descansar aqui de camino a Cashel.

Solam levanto el menton con desafio.

– Me alegra ver que en estas tierras todavia hay alguien con sentido comun -observo con mordacidad.

El primo de Fidelma expreso su renuencia, soltando un bufido largo y suspicaz.

– Muy bien. Solam puede pedir hospitalidad, pero dado que los atacantes destruyeron la unica posada del pueblo, no se me ocurre donde puede recibirla.

– En la abadia, claro esta -afirmo Solam.

– No sois clerigo.

– No importa. Cualquiera puede acogerse a las normas de hospitalidad -intervino Fidelma-. Id a la abadia, Solam, y recibireis amparo.

Solam sonrio con cierta suficiencia y se dirigio a la abadia. Luego fruncio el ceno y se volvio hacia ellos: las circunstancias le hicieron moderar su obstinacion.

– No esperareis que vuelva a pasar por el pueblo sin proteccion, ?no? -pregunto casi de mala manera.

Fidelma miro a Finguine. No le hizo falta decir nada para que su primo leyera en su expresion lo que ella esperaba.

El principe de Cnoc Aine apunto con el dedo a uno de los guerreros.

– Escoltad al dalaigh hasta las puertas de la abadia y luego volved aqui conmigo.

El hombre torcio el gesto, pero al ver el del principe, se encogio de hombros.

Cuando Solam se hubo marchado, Finguine movio la cabeza advirtiendo a Fidelma:

– Espero que sepais lo que estais haciendo. Cuanto mas tiempo pase este hombre aqui, mayor peligro correra. Son muchos los que han perdido a familiares en el ataque.

– Pero, ?y si los Ui Fidgente no son los responsables? -planteo Fidelma.

– ?De verdad creeis que Solam ha llegado esta manana por casualidad?

– No tenemos motivos para pensar lo contrario… por el momento -respondio.

– Yo creo que si -comento Finguine-. ?Por que iba a pasar por Imleach alguien que se dirige a Cashel, procedente del pais de los Ui Fidgente? Queda demasiado hacia el sur del camino que va de su tierra a Cashel.

Fidelma le sonrio y dijo:

– Eso ya lo he tenido en cuenta. Pero la astucia es superior a la fuerza. Si Solam esta aqui para perpetrar algun acto de traicion, observemosle y veamos adonde nos conduce. De este modo quiza podamos colocar un cepo para cazar al lobo.

– Mas vale tener al lobo por las orejas, que dejarlo suelto entre las ovejas -dijo a su vez Finguine.

– No lo dejaremos suelto; atadlo con una cuerda larga y sabreis adonde quiere ir. No os preocupeis; yo tampoco creo que su llegada sea casual.

Finguine abrio la boca para hablar, pero Fidelma ya se alejaba.

Perplejo, Eadulf avivo el paso tras ella.

– No puedo sacar nada en claro. Si los Ui Fidgente fueron los atacantes de anoche, ?para que iba a querer este tal Solam venir aqui por la manana?

– La especulacion sin conocimiento es baldia -respondio Fidelma sin mas.

Regresamos a la calle principal.

– Bueno, ?donde hemos visto al hermano Bardan?

Eadulf se reprendio a si mismo en silencio. Con la confusion causada por la llegada de Solam, habia olvidado la razon por la que habian ido hasta el pueblo.

– No le he visto -respondio.

Fidelma movio la cabeza para amonestarlo burlonamente.

– Cuando mi primo y sus dos hombres han salido de una casa, ?no habeis visto que el hermano Bardan iba detras?

Eadulf movio la cabeza a modo de disculpa.

– ?No le habeis visto? -insistio Fidelma.

– Solo me he fijado en la casa de donde ha salido vuestro primo. Esa de ahi, al otro lado de la calle.

Cruzaron en aquella direccion. Era una casa de una sola planta. El tejado de paja estaba intacto, aunque los edificios adyacentes no habian corrido la misma suerte: la paja de una estaba chamuscada y la de la otra,

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