Eadulf la miro acongojado.

– Es una lastima que no estuvierais presente en el juicio -se lamento.

– Puede que no lo sea. No me habeis dicho quien os represento en el juicio.

– Nadie.

– ?Como? -exclamo Fidelma con rabia-. ?No se os prestaron los servicios de un dalaigh? ?No os ofrecieron tales servicios?

– Se limitaron a llevarme ante el tribunal. No me dieron la posibilidad de solicitar representacion legal.

En el rostro de Fidelma empezaba a asomar al fin la esperanza.

– Se han hecho muchas cosas mal en este caso, Eadulf. ?Estais seguro de que el obispo Forbassach no os pregunto si deseabais ser representado o si deseabais representaros a vos mismo?

– Estoy seguro.

– ?Que mas declaraciones prestaron contra vos?

– Un tal hermano Miach tambien presto declaracion. Segun tengo entendido, es el medico del lugar. Se presento ante el tribunal para dar detalles sobre la agresion sexual y el estrangulamiento. Luego se me pregunto si seguia negando la acusacion e insisti en que si. Entonces el obispo Forbassach dijo que el caso se estaba juzgando segun el codigo eclesiastico y no segun las Leyes Brehon de Eireann y que me condenaban a la horca. Dijeron que mandarian la sentencia al rey para que la confirmara en persona. Hace unos dias llego la confirmacion del rey y manana me reunire con el hermano Cett sobre la plataforma de ahi abajo.

– No, si se hace justicia, Eadulf- contrapuso Fidelma con firmeza-. Hay muchas preguntas en el aire a juzgar por lo que me habeis contado.

Eadulf apreto los labios con un gesto compungido.

– Quiza ya sea demasiado tarde para hacer esas preguntas, Fidelma.

– No lo es. Presentare una apelacion.

Para su sorpresa, Eadulf nego con la cabeza.

– No conoceis a la abadesa. Tiene mucha influencia sobre el obispo Forbassach. Aqui todo el mundo le teme.

El comentario desperto el interes de Fidelma.

– ?Como lo sabeis?

– Despues de varias semanas encerrado aqui, me he puesto al dia con la poca comunicacion de la que dispongo. Hasta ese indeseable del hermano Cett puede proporcionarme informacion con monosilabos… Si esta abadia fuera una tela de arana, la abadesa ocuparia el centro como una arana negra y hambrienta.

Fidelma sonrio por aquella acertada descripcion de la abadesa Fainder.

Se puso en pie y miro alrededor. Aparte del banco y el catre con un jergon de paja y una manta, en la celda no habia nada mas. La unica ropa de la que disponia era la que llevaba puesta.

– ?Habeis dicho que la abadesa seguramente tiene vuestra bolsa de viaje, el baston y la carta de Colgu para Teodoro?

– Si es que no los han sacado de debajo de la cama de la hospederia.

Fidelma fue hasta la puerta y la golpeo, llamando a sor Etromma. Volvio la cabeza hacia Eadulf y le sonrio para infundirle animo.

– Tened esperanza, Eadulf. Buscare la verdad y tratare de hacer justicia.

– Contais con mi apoyo, pero ya no espero nada bueno de este sitio.

Abrio la puerta el corpulento hermano Cett, que se hizo a un lado para dejarla salir al pasillo en penumbra. Cerro de un portazo y corrio los cerrojos.

– ?Donde esta sor Etromma? -exigio Fidelma.

Sin responder, el grandullon senalo con la mano al final del corredor.

Fidelma siguio en la direccion que le indicaba y encontro a sor Etromma sentada en un hueco, junto a una ventana, al principio de la escalera. La ventana tenia vistas al rio y los barcos que pasaban. Parecia un tramo fluvial muy transitado. Sor Etromma estaba tan absorta en la contemplacion del paisaje, que Fidelma tuvo que toser para anunciar su presencia.

La rechtaire enseguida se dio la vuelta y se levanto.

– ?Ha sido satisfactoria la charla con el sajon? -pregunto, risuena.

– ?Satisfactoria? No mucho. Hay mucho de insatisfactorio en la forma en que se ha llevado este caso. Tengo entendido que vos declarasteis en el juicio, ?no es verdad?

Sor Etromma adopto un gesto defensivo.

– Asi es.

– Tambien tengo entendido que identificasteis a la victima, Gormgilla. No sabia que la conocierais.

– Es que no la conocia.

Fidelma estaba perpleja.

– Si es asi, ?como pudisteis identificarla?

– Ya os lo he dicho antes: era una joven novicia de la abadia.

– Desde luego. Por lo que debo deducir que vos, como rechtaire de la abadia que sois, la recibisteis, con otras novicias, a su llegada a la abadia. ?Cuando paso a formar parte de esta comunidad?

El semblante de sor Etromma traslucio un gesto de duda.

– No se exactamente cuando…

– Exactitud es lo que busco, hermana -espeto Fidelma con mordacidad-. Decidme exactamente cuando fue la primera vez que visteis a Gormgilla, la nina fallecida.

– La primera vez que la vi fue en el deposito de cadaveres de la abadia -confeso la rechtaire.

Fidelma se la quedo mirando, sorprendida. Luego movio la cabeza, pues quiza tendria que estar preparada para mas sorpresas.

– ?De modo que la primera vez que la visteis fue despues de muerta? ?Como pudisteis identificarla entonces como novicia de la abadia?

– Me lo dijo la abadesa.

– Sin embargo, no teniais derecho a identificarla en la declaracion ante el tribunal si no la conociais personalmente.

– No dudaria nunca de la palabra de la abadesa. Ademas, Fial dijo que era companera suya y que habia venido a la abadia con ella para ser novicia.

Fidelma se dio cuenta de que era absurdo instruir a la rechtaire en las normas a las que debe atenerse un testigo.

– Vuestra declaracion es invalida en el tribunal. ?Quien vio a la nina antes de morir? No debio de presentarse sola en la abadia sin mas, ?no?

Sor Etromma respondio con desafio:

– Me lo dijo la abadesa, y yo asi os lo digo a vos. Ademas, la maestra de las recien llegadas es quien las recibe y las educa. Ella debio de ver a la nina.

– Vaya. Ahora empezamos a llegar a alguna parte. ?Por que no declaro la maestra de las novicias? ?Quien es esta mujer y donde puedo encontrarla?

Sor Etromma vacilo en responder.

– Se ha marchado a Ilona en un viaje de peregrinacion.

Fidelma parpadeo.

– ?Y cuando partio?

– Un dia o dos antes del asesinato de Gormgilla. Por tanto, es natural que yo, como administradora de la abadia, hiciera la declaracion. Seguramente la abadesa sabia por la maestra de las novicias que la nina era una de las que tenia a su cargo.

– Salvo que vuestra declaracion ante la ley carece de fundamento. Os limitasteis a repetir lo que se os dijo, no lo que sabiais.

Fidelma estaba furiosa; furiosa porque, segun todos los indicios, se habian pasado por alto los tramites legales necesarios. No cabia duda de que sobraban discrepancias en la practica juridica para presentar una apelacion.

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