– Pero Fial era novicia tambien, e identifico a su amiga -protesto sor Etromma.

– En tal caso, debemos ir a ver a sor Fial, pues parece que su testimonio es mas que decisivo en todo este asunto. Vayamos a buscarla ahora mismo.

– Muy bien.

– Tambien quiero ver a los otros testigos de este caso, como al hermano Miach. Estara por aqui, ?no?

– ?El medico?

– El mismo… ?o acaso tambien el ha partido en peregrinacion? -anadio con sarcasmo.

Sor Etromma no reacciono a la pulla.

– Su apoteca esta en la planta de abajo. Os acompanare hasta alli e ire en busca de sor Fial.

Dio media vuelta y bajo por la escalera, seguida por Fidelma.

La mente de Fidelma bullia. En los anos que llevaba de dalaigh, jamas se habia encontrado con tan flagrantes infracciones de los tramites legales. Considero que disponia de suficiente fundamento sobre el que basar su apelacion para un nuevo juicio. Le costaba creer que el brehon de Laigin hubiera oficiado aquella farsa. El brehon tenia que conocer las normas que regian las declaraciones en un juicio.

Ahora bien, el problema fundamental lo constituia la declaracion de la joven novicia como testigo presencial. Esta podia ser el principal obstaculo en cualquier intento de absolver a Eadulf. Su declaracion como testigo ocular habia sido desastrosa para Eadulf. Con todo, la sucesion de acontecimientos no dejaba de ser estrambotica.

Tenia muchas preguntas que hacer a Fial. ?Por que habian quedado ella y su amiga en el muelle en mitad de la noche? ?Y como podia haber visto los rasgos del asesino con tan poca luz, pero con tal claridad para identificarlo? ?Quien le habia dicho que era un forastero sajon? Si Eadulf decia la verdad, nunca habia visto a Fial ni habia hablado con ella antes de que entrara a identificarlo en su celda. ?Alguien habia indicado a la nina que el era el forastero? Y si era asi, ?quien?

Fidelma suspiro hondamente, pues no olvidaba que aunque podia ver posibilidades en algunos aspectos de la cuestion y aunque podia poner en entredicho los tramites legales, los hechos principales seguian existiendo: Eadulf habia sido identificado por un testigo presencial; habian hallado sangre en su ropa y habian encontrado junto a el un pedazo de tela del habito de la novicia.

La apoteca era una sala amplia de piedra con puertas de madera y ventanas con postigos que daban a un jardin de hierbas. De las vigas de madera colgaban hierbas y flores secas, y un fuego ardia en una chimenea situada a un extremo de la sala, sobre la que pendia una gran caldera de hierro. En esta bullia un humeante brebaje del que emanaba una perniciosa pestilencia.

Cuando entraron, un anciano que estaba de espaldas se volvio hacia ellas. Iba ligeramente encorvado y el cabello canoso se confundia a los lados con una larga barba. Los ojos, de un color gris palido, eran frios y exentos de vida.

– ?Que se os ofrece? -les pregunto en un tono agudo y quejumbroso.

– Os presento a sor Fidelma de Cashel, hermano Miach -anuncio sor Etromma-. Desea haceros unas preguntas -dijo y se dirigio a Fidelma-. Os dejare aqui mientras voy en busca de sor Fial.

Fidelma reparo en que el anciano medico la miraba con suspicacia.

– ?Que quereis? -dijo con mal genio-. Estoy muy ocupado.

– No os entretendre demasiado, hermano Miach -le aseguro.

Este sorbio aire por la nariz con un gesto de desden.

– En tal caso decid a que habeis venido.

– He venido como dalaigh, es decir, como abogada de los tribunales.

El hombre entorno los ojos un brevisimo instante.

– ?Y que tiene que ver eso conmigo?

– Querria haceros algunas preguntas con relacion al juicio del hermano Eadulf.

– ?El sajon? ?Que quereis saber? He oido que van a colgarlo, si es que no lo han hecho ya…

– No, todavia no lo han colgado -le confirmo Fidelma.

– Pues haced las preguntas de una vez -dijo el viejo, que parecia impaciente y temperamental.

– Me consta que declarasteis en el juicio contra el, ?no es asi?

– Por supuesto. Soy el medico de la abadia. Si existen sospechas en torno a una muerte, se solicita mi opinion.

– Habladme, pues, de vuestra declaracion.

– Ese asunto esta zanjado.

Fidelma replico con sequedad:

– Yo dire cuando esta zanjado, hermano Miach. Y vos os limitareis a responder mis preguntas.

El viejo parpadeo deprisa varias veces, pues al parecer no estaba acostumbrado a que nadie le hablara en aquel tono.

– Me trajeron el cuerpo de esa nina para que lo examinara, y ya informe al brehon de cuanto averigue.

– ?Y que averiguasteis?

– Que la nina estaba muerta. Tenia magulladuras en el cuello, lo cual indicaba claramente que habia sido estrangulada. Es mas, habia indicios indiscutibles de que antes la habian violado.

– ?Y de que modo se manifestaban tales indicios?

– La nina era virgen, lo cual no es de extranar, ya que solo tenia doce anos, o eso me dijeron. El acto sexual le habia hecho sangrar profusamente. No hacian falta amplios conocimientos de medicina para llegar a esa conclusion.

– De modo que su habito estaba manchado de sangre.

– Asi es. Sobre todo por la zona que cabria esperar dadas las circunstancias. No hay ninguna duda en cuanto a lo que le ocurrio.

– ?Ninguna duda? Vos decis que se trata de una violacion. ?Podria haber sucedido otra cosa?

– Mi querida… dalaigh -dijo el viejo medico con menosprecio-. Emplead un poco de imaginacion. Una nina es estrangulada tras un acto sexual… ?Acaso parece probable que pueda tratarse de algo distinto de una violacion?

– Con todo, la observacion es mas una opinion que una prueba medica propiamente dicha -subrayo Fidelma, pero el medico no abrio la boca, por lo que decidio pasar a la siguiente pregunta-. ?Conociais a la nina?

– Se llamaba Gormgilla.

– ?Como lo sabiais?

– Porque me lo dijeron.

– ?Y la habiais visto alguna vez por la abadia antes de que os trajeran su cuerpo?

– No la habria visto a menos que se hubiera puesto enferma. Creo que sor Etromma fue quien me dijo su nombre. De hecho, tarde o temprano la habria conocido si no la hubieran matado.

– ?Que os hace pensar eso?

– Creo que era una de esas monjas a las que les gusta infligirse dano fisico por sus pecados. Adverti que tenia llagas alrededor de ambas munecas y de un tobillo.

– ?Llagas?

– Indicios de que se habia atado con cadenas.

– ?Cadenas? ?Y estas no tienen nada que ver con la violacion y el asesinato?

– Las llagas se debian al uso de algun tipo de sujecion aplicada durante cierto tiempo antes de morir. Las llagas no guardaban ninguna relacion con las otras heridas.

– ?Habia signos de flagelacion?

El medico nego con la cabeza.

– Algunos de esos penitentes asceticos solo usan cadenas para expiar el dolor de lo que entienden como sus pecados.

– ?Y no os parecio que tal penitencia, como asi la definis, era algo extrano para alguien tan joven?

El hermano Miach no se inmuto.

– He visto casos peores. El fanatismo religioso a menudo deriva en casos impactantes de castigo fisico a la propia persona.

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