– ?Como es que nadie advirtio antes la presencia de la nina?

– Ya os digo: estaba oscuro.

– Pero vos llevabais una antorcha y hacia rato que rondabais por este muelle.

– Las antorchas no dan mucha luz.

– Aunque si la suficiente para que la abadesa viera el cuerpo muerto desde el caballo a varios metros de distancia y se acercara luego a este. Y ahora parece que habia bastante luz para que Fial identificara al asesino y, presumiblemente, para que lo reconociera a cierta distancia. ?Nadie le pregunto por que no grito o intento ayudar a su amiga?

– Puede que se lo preguntaran en el juicio. Seguramente estaba demasiado asustada para moverse. A veces pasa.

– Si, a veces pasa. Pero ?por que no se dejo ver cuando llego la abadesa o aparecisteis vos? ?Por que no pidio auxilio a la guardia?

Mel sopeso la pregunta antes de responder encogiendose de hombros.

– Yo no soy dalaigh, senora. Soy un simple capitan de la guardia…

Fidelma lo fulmino con la mirada y sonrio.

– Ya no lo sois. Ahora sois comandante de la guardia del palacio. ?A que se debio el ascenso?

Mel no se dejo intimidar.

– Me informaron de que el rey quedo satisfecho con mi labor de vigilancia y me anunciaron que seria nombrado comandante de la guardia del palacio. El obispo Forbassach me recomendo.

Fidelma guardo silencio unos segundos.

– Asi que Fial aparecio como por escotillon…

– De detras de los fardos del muelle -corrigio Mel.

– Y dice que lo vio todo en la oscuridad y, aun asi, no hizo nada -dijo Fidelma con cinismo, pensando en voz alta-. ?Ha confirmado la version de la abadesa Fainder?

Mel parecia desconcertado.

– No sabia que la declaracion de la abadesa requiriera una confirmacion.

– Todo cuanto este relacionado con una muerte que no sea natural requiere una confirmacion, aunque el que declare sea un santo -respondio Fidelma, cortante.

Entonces volvio la vista hacia los fardos, se acerco y miro hacia las puertas de la abadia.

– Veamos, pues -dijo para si-. Fial y la nina asesinada son novicias en la abadia. Fial dice que ha quedado en verse con ella aqui, en el muelle. Dejaremos a un lado el hecho de que era un momento inusual para un encuentro… a altas horas de la noche.

»Fial nos ha contado que llego y vio que un hombre, al que ha identificado como el hermano Eadulf, estaba agrediendo a su amiga, y que a continuacion se dirigio corriendo a la abadia. ?Es correcto hasta el momento?

– Asi es, segun lo oi contar a la nina.

– Con todo, para poder esconderse detras de los fardos (y entiendo que habeis senalado correctamente la posicion que ocupaba), Fial debio de pasar junto a su amiga en el momento de la agresion. Sin embargo, su version solo tiene sentido si llego antes que su amiga o despues de ella (y permanecio escondida mientras agredian a Gormgilla).

Mel arrugo el entrecejo y se fijo mejor en la posicion que Fidelma le estaba senalando, como si cayera en la cuenta por primera vez de lo que implicaba el relato de Fial.

– Estaba oscuro -aventuro-. ?Podria ser que pasara por delante de su amiga y el agresor sin verlos?

Fidelma esbozo una sonrisa. No hacia falta decir nada para que Mel advirtiera lo inconsistente de su insinuacion. Un momento despues, Fidelma senalo la evidente anomalia de la version.

– Hay un extranisimo lapso de tiempo entre el momento en que se cometio y se presencio el asesinato y el momento en que la nina aparecio. Hay que dar por sentado que el asesino huyo de la escena del crimen antes de que llegara la abadesa Fainder. Y esta habria interceptado la unica via para llegar a las puertas de la abadia desde este muelle, ya que detuvo el caballo al final del mismo. ?Estais de acuerdo conmigo?

Mel asintio sin decir nada, siguiendo su razonamiento logico.

– Asi que Fial espero tras esos fardos un buen rato. Presencio el asesinato; vio al asesino abandonar la escena del crimen… corriendo en direccion a la abadia, segun su testimonio; vio llegar a la abadesa Fainder; os vio llegar a vos y os vio examinar el cuerpo; espero a que la abadesa regresara a la abadia y a que llamarais a vuestro companero. Y no aparecio hasta ese momento. ?Alguien llego a preguntarle por que espero en la oscuridad y por que tardo tanto en aparecer?

– En ese momento ni me lo plantee -confeso Mel-. Lleve el cuerpo a la abadia, y el otro guardia me acompano con Fial. La abadesa Fainder habia despertado al medico y a la administradora, sor Etromma. Ambos se hallaban presentes cuando interrogue a Fial. Entonces fue cuando identifico al hermano sajon como el hombre que habia agredido y matado a su amiga. Fial quedo a cargo de una hermana mientras nosotros…

– ?Nosotros? -pregunto Fidelma.

– La madre abadesa, sor Etromma, un monje llamado Cett y mi companero…

– No estaria de mas que dierais nombre a ese companero.

– Se llamaba Daig.

– ?Se llamaba? -Fidelma reparo en la flexion del verbo.

– Se ahogo en el rio a los pocos dias de acontecer lo ocurrido.

– Parece que en este caso los testigos tienen tendencia a desaparecer o a morir -observo Fidelma con sequedad.

– Sor Etromma nos llevo a la hospederia, donde estaba el monje sajon fingiendo estar dormido.

– ?Que fingia decis? -pregunto con severidad-. ?Como podeis estar tan seguro de que fingia?

– ?Como iba a ser de otro modo si acababa de cometer un asesinato en el muelle?

– Si es que habia estado en el muelle y si es que habia matado a alguien -reformulo Fidelma, subrayando el valor hipotetico de la frase-. ?O acaso no cabe la posibilidad de que el no hubiera cometido el asesinato y que estuviera durmiendo de verdad?

– ?Pero Fial lo identifico!

– Buena parte de los hechos dependen de lo que Fial vio, ?no es asi? Bien. Deciais que hallasteis al sajon en la cama del dormitorio…

– Asi es. El hermano Cett se encargo de despertarlo. A la luz del farol vimos que tenia la ropa manchada de sangre y un trozo de tela. Luego se descubrio que era un trozo del habito de Gormgilla. Este tambien presentaba manchas de sangre. -El rostro de Mel se ilumino-. Eso demuestra que lo que dijo su amiga Fial es verdad, ?como si no iba a haberse manchado la ropa el sajon y como tenia en su posesion el trozo de tela rasgada?

– ?Como si no? Vos lo habeis dicho -mascullo Fidelma retoricamente-. ?Interrogasteis al hermano Eadulf?

Mel nego moviendo la cabeza.

– En ese momento la abadesa Fainder dijo que se encargaria de la situacion por tratarse de un asunto que concernia a la abadia, y me pidio que ayudara al hermano Cett a llevar al sajon a una celda del edificio. Asi lo hicimos, e inmediatamente llamaron al brehon y obispo Forbassach. Es cuanto se de lo ocurrido… hasta que me citaron para declarar en el juicio, claro.

– ?Y el juicio os satisfizo por completo?

– No os comprendo.

– ?No opinais que los hechos, segun los habeis narrado, son contradictorios y suscitan preguntas?

Mel tanteo el comentario.

– A mi no me correspondia opinar nada una vez las autoridades se hicieron cargo de todo -dijo al fin-. Si habia alguna pregunta que hacer o algun error que senalar, era cosa del brehon y obispo Forbassach.

– ?Y Forbassach no hizo preguntas?

Mel iba a decir algo cuando de pronto fruncio el entrecejo, desplazando la vista sobre el hombro de Fidelma. Esta se volvio hacia atras con presteza para averiguar que habia llamado la atencion del capitan de la guardia. No le resulto dificil reconocer la figura de la abadesa Fainder a pesar del largo habito negro, a lomos de un caballo robusto; se acercaba a medio galope por el camino paralelo al muro de la abadia, tras acabar de salir, al parecer, por las puertas de la misma.

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