Fidelma hizo una mueca de irritacion.

– Precisamente queria hablar con ella ahora. ?Que fastidio de mujer! ?El tiempo apremia! Supongo que se dirige a ver el barco hundido.

Mel miro al cielo para consultar la posicion del sol.

– La abadesa Fainder suele salir a cabalgar a esta hora -observo, y pregunto enseguida con perplejidad-: ?Que se ha hundido un barco, decis? ?De que estais hablando?

Fidelma no presto atencion a la pregunta porque estaba pensando en lo extrano que era que la abadesa tuviera por costumbre salir de su abadia a diario para dar un paseo a caballo. Los miembros de una orden religiosa solian renunciar a los caballos en virtud de los votos de pobreza, sobre todo como medio de transporte, a menos que gozaran de determinada categoria social. La posicion de Fidelma como dalaigh con categoria de anruth le permitia tener el privilegio de viajar a caballo, algo que por ser monja se le habria vedado.

– ?Adonde va todos los dias a estas horas?

Mel hizo oidos sordos a la pregunta y repitio:

– ?Que barco se ha hundido? ?A que os referis?

Fidelma le hablo del recado que habian llevado a sor Etromma y de como esta habia corrido hacia el lugar del accidente para prestar su ayuda. Mel se puso serio, lo cual le extrano, y se excuso atropelladamente por tener que marcharse.

– Disculpadme, hermana. Deberia ir y ver que ha sucedido. Parte de mi obligacion consiste en estar bien informado de estos sucesos. El barco podria estar obstaculizando el paso de otros navios. Disculpadme.

Dio media vuelta y arranco a andar con prisa por la orilla en la direccion que habian tomado sor Etromma y el otro monje, asi como la abadesa Fainder.

Fidelma no quiso perder mas tiempo haciendo conjeturas sobre que preocupaciones asaltaban a los religiosos; prefirio quedarse en el muelle. Miro a su alrededor para examinar con cuidado la escena y luego dio un leve suspiro. Le parecio que alli ya no descubriria mas secretos, y decidio volver a la posada.

Capitulo VII

Al llegar a la posada La Montana Gualda, Fidelma busco a Dego y a Enda. Habian regresado de su expedicion por la ciudad sin mucho de que informar. Se habian encontrado con una poblacion muy dividida. Muchos estaban claramente escandalizados con el decreto del rey sobre la aplicacion de los Penitenciales como nuevo sistema legal para todos los ciudadanos, dejando asi de limitarse a ser meras normas segun las cuales algunas comunidades religiosas preferian gobernar su vida. Los mas fanaticos de la nueva fe apoyaban las medidas extremas de los Penitenciales. Dego y Enda solo podian basar su opinion en las pocas conversaciones que habian sostenido con los comerciantes de la plaza del mercado, pues habian tenido que andarse con cuidado. Con todo, era un hecho manifiesto que la presencia de Fidelma y su proposito iban ya de boca en boca por toda la ciudad. ?Como era el antiguo dicho? Los chismes no necesitan de caballos para circular.

Fidelma, en cambio, les resumio en dos palabras lo que habia averiguado en la abadia. Dego y Enda pusieron caras largas cuando les hablo de las pruebas que existian contra Eadulf.

– Debo regresar a la abadia para hablar otra vez con la abadesa Fainder -les anuncio-. Quiero preguntarle acerca de Fial, ya que no acabo de creerme su declaracion. Ademas, Fainder me intriga. Si descartamos las razones que pudiera tener Fial, el impetu de la abadesa es lo que ha traido este cambio en la ley. Hay algo turbador en esa mujer.

– Aun asi, senora -dijo Enda reflexivamente-, existe el testimonio de sor Fial. Afirma que vio a Eadulf violar y matar a su amiga. Y un testimonio asi resulta determinante ante cualquier ley.

A su pesar, Dego se mostro de acuerdo con su companero.

– ?Creeis que podeis encontrar algun fallo en su testimonio?

– Creo que si, a decir por lo que me han contado hasta el momento; pero solo si tengo ocasion de hablar con ella. Parece que interesaba hacerla desaparecer.

Dego y Enda se miraron.

– ?Sospechais que puede haber un complot para ocultarla? -pregunto este ultimo.

– Solo digo que es una coincidencia que sor Fial haya desaparecido -respondio y quedo pensativa-. No obstante, creo que en el desarrollo del juicio puedo plantear suficientes preguntas para que cualquier juez imparcial aplace la ejecucion de la pena, en espera de una investigacion mas exhaustiva. Tras entrevistarme otra vez con la abadesa, exigire que el rey Fianamail cumpla su palabra y escuche las razones que aportare para interponer una apelacion. Solo necesitamos obtener una semana mas. Preferiria llevar el caso ante Barran a llevarlo ante un brehon de Laigin que pudiera estar bajo la influencia del obispo Forbassach.

– ?Que podemos hacer nosotros entretanto? -pregunto Dego.

– Hay algo que ayudaria -respondio Fidelma-. He descubierto que la abadesa Fainder tiene por costumbre salir de la abadia todas las tardes. Se trata de misteriosas salidas a caballo, y en ocasiones regresa muy tarde. Quisiera saber adonde va y con quien se ve.

– ?Creeis que la abadesa esta implicada en este caso? -quiso saber Enda.

– Podria ser. Por el momento, son tantos los misterios que rodean este lugar que conviene aclararlos uno a uno. Puede que este no sea nada importante. O puede que si. Precisamente cuando regresaba de una de esas salidas, pasada la medianoche, fue vista junto al cuerpo de la nina asesinada. ?Simple coincidencia?

– Entendido, senora. Enda y yo vigilaremos a la buena abadesa y la seguiremos en esas salidas -confirmo Dego con una sonrisa-. Nosotros nos encargaremos.

* * *

Sucedio al poco de regresar Mel a la posada. Fidelma acababa de almorzar y se disponia a ir a la abadia. Dego y Enda ya habian salido para desempenar su trabajo. No con poca frustracion, Fidelma se dio cuenta de que no tenia nada que hacer hasta que la abadesa regresara a la abadia o sor Etromma encontrara a Fial. Estaba inquieta e irritada, pues tenia muy presente que el tiempo corria y que Eadulf no podia permitirse perder ni un minuto. Se obligo a sentarse en el salon principal de la posada, junto al fuego crepitante, y trato de dominar su creciente agitacion. No era propio de ella sentarse de brazos cruzados cuando habia tanto por hacer. Busco sosiego en las palabras de su mentor, el brehon Morann: La paciencia es la madre de la ciencia.

Tambien busco consuelo en el arte del dercad, el acto de meditacion mediante el cual incontables generaciones de misticos irlandeses habian alcanzado el estado de sitchain o paz, aplacando pensamientos externos y furores mentales. Fidelma practicaba con frecuencia este antiguo arte en momentos de tension, aunque algunos miembros de la fe como Ultan, arzobispo de Armagh, lo condenaban por considerarlo pagano, pues era una costumbre muy extendida entre los druidas antes de llegar a Eireann la nueva fe. Incluso el santisimo Patricio, el britano que estableciera la fe en los cinco reinos dos siglos atras, habia prohibido expresamente diversas costumbres meditativas. Sin embargo, aunque el dercad no estaba bien visto, no se habia prohibido todavia. Era una manera de relajar y apaciguar la efervescencia de pensamientos en una mente agitada. Y Fidelma a menudo recurria a esta costumbre.

Al rato oyo a Mel entrar. Salio del estado de meditacion con facilidad para saludarlo.

– ?Es grave? -le pregunto sin ambages.

Mel dio un respingo, ya que no la habia visto, al estar sentada a la penumbra de un rincon junto al fuego. Al entender a que se referia, movio la cabeza y dijo:

– ?Os referis al accidente del rio? Por suerte no ha muerto nadie.

– ?Y era el barco de Gabran?

La pregunta parecio tener un efecto electrizante en Mel, que pregunto a su vez:

– ?Que os hace pensar que lo fuera?

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×