Cuando Coba hubo salido, Fidelma fue al grano.

– No me habiais dicho que fuisteis vos quien hallo el cuerpo de la nina asesinada.

Sin inmutarse, la abadesa respondio:

– No me lo preguntasteis. Ademas, esa no es exactamente la verdad.

– Pues decidme la verdad.

La abadesa Fainder se apoyo contra el respaldo, pensativa, con las palmas sobre la mesa, en una posicion que, segun supuso Fidelma, era tipica de ella.

– Recuerdo que esa noche regresaba a la abadia…

– Curiosa hora de regresar para una abadesa, pues fue pasada la medianoche… o eso me han dicho.

– Que yo sepa, ninguna norma prohibe a la abadesa salir de la abadia.

– ?De donde veniais?

Por un momento, la abadesa entrecerro los ojos con un gesto de fastidio. Luego relajo el semblante y volvio a sonreir.

– Eso no os incumbe -dijo sin malicia-. Basta con decir que nada tiene que ver con este asunto.

Fidelma se dio cuenta de que apenas si podia insistir sin mas informacion.

– Me han dicho que ibais a caballo.

– Volvia por la orilla, de camino a la entrada que da al muelle de la abadia. Las cuadras estan justo ahi.

– Ya he visto el lugar -aseguro Fidelma.

– Venia cabalgando por el camino…

– ?Habia luz de luna?

La abadesa fruncio un momento el ceno.

– Creo que no. No, era una noche oscura y cerrada. Me disponia a enfilar con mi montura las puertas de la abadia, cuando algo me llamo la atencion.

– ?Y que fue? -insto Fidelma despues de que aquella se interrumpiera.

– Creo recordar que fue un sonido entre el monton de fardos y cajas que habria dejado alli alguno de los barcos que habian llegado ese dia.

– ?Un sonido?

– No se exactamente que fue, pero algo me llamo la atencion y, con cuidado, me acerque con el caballo a los fardos. Entonces vi la forma acurrucada de un cuerpo.

– Pese a que estaba oscuro y nublado. Y que no llevabais una antorcha. ?Como supisteis que era un cuerpo bajo esas condiciones, sin luz?

La abadesa sopeso la pregunta.

– No lo recuerdo. Debia de haber luz procedente de alguna parte. Solo se que vi la figura acurrucada y adverti que era un cuerpo. Quiza la luz salio un momento de entre las nubes. No lo se.

– ?Y luego?

– Espere sobre el caballo hasta que Mel, el capitan de la guardia, surgio de la oscuridad. De entrada no lo reconoci, asi que pregunte quien iba. Al ver que era Mel, el capitan de la guardia, le pedi que examinara el cuerpo. Asi lo hizo, y me dijo que era una nina y que estaba muerta. Le ordene que llevara el cuerpo a la abadia y fui a despertar al hermano Miach, nuestro medico.

– Ya veo. ?Y Mel llevo el cuerpo a la abadia?

– Asi es.

– ?Solo?

– No, con uno de sus companeros.

– ?Recordais su nombre?

– Un hombre llamado Daig -dijo sin mas.

– Cuando dejaron el cuerpo, imagino que os percatariais de que era una de vuestras jovenes novicias.

– En absoluto. Nunca la habia visto. Fial, la nina a la que hicieron venir y que presencio el ataque de vuestro amigo sajon, identifico el cuerpo -dijo la abadesa con intencion mas que aviesa.

– Y esa noche era la primera vez que veiais a esas dos ninas. ?No os parece extrano?

– No tiene ningun misterio, porque yo no recibo a todas las novicias, como ya he dicho en otra ocasion.

– De modo que Fial os dijo que, al parecer, habia presenciado la violacion y el asesinato de su amiga.

– Para entonces, habian ido a buscar a sor Etromma, y nos acompano hasta el lugar donde el sajon fingia estar durmiendo. Lo sacaron de la cama. Tenia el habito manchado de sangre, y guardaba un pedazo del de la nina muerta.

Fidelma se dio un golpecito sobre un lado de la nariz con su fino indice, frunciendo el ceno.

– ?Y no os parecio extrano?

– ?Que deberia haberme parecido extrano? -pregunto la abadesa con agresividad.

– Que despues de cometer el crimen, el agresor rasgara la ropa de la victima y se llevara a la cama el pedazo, una prueba que lo incriminaria. Y que no intentara limpiarse la sangre de su propio habito… ?no es extrano?

La abadesa Fainder se encogio de hombros.

– No me corresponde a mi ahondar en los motivos de una mente enferma. Las personas se comportan de manera extrana, deberiais saberlo. Una explicacion podria ser la de que vuestro amigo sajon no tuvo tiempo al darse cuenta de que se habia levantado un revuelo. Simplemente esperaba pasar desapercibido.

– Reconozco que podriais tener cierta razon, pero no pienso aceptar que no nos incumba ahondar en los motivos de una mente enferma. ?Acaso no estamos aqui para eso, abadesa Fainder, para consolar y socorrer a los enfermos y afligidos ofreciendoles nuestra comprension?

– No estamos aqui para justificar las acciones de personas malevolas, hermana. «Que todo lo que el hombre sembrare, eso tambien segara.» Debierais recordar la epistola de Pablo a los Galatas.

– Hay una linea muy fina entre descubrir motivos e inventar excusas -solto Fidelma.

Bruscamente, dio media vuelta para salir, pero se detuvo y miro otra vez a la abadesa.

– Tambien habia venido para informaros, abadesa Fainder, de que voy a presentar una apelacion basada en las declaraciones que he oido hasta ahora.

La abadesa se desconcerto por un momento.

– ?Insinuais que teneis fundamentos para apelar a favor del sajon? -pregunto.

En ese instante Coba entro sin llamar.

La abadesa Fainder se levanto, furiosa, y lo reprendio con frialdad.

– ?Donde estan vuestros modales? ?Como osais entrar en mi camara sin llamar? Yo soy…

– He venido a advertiros. -La interrumpio, si bien con un tono seco y jocoso.

– ?A advertirme? -La abadesa Fainder estaba perpleja.

– El rey viene hacia la abadia -la informo el bo-aire-, y le acompana el brehon y obispo Forbassach.

– Vaya, asi me ahorrare la visita a la fortaleza del rey. -Sonrio Fidelma-. Presentare aqui mismo la apelacion a favor del hermano Eadulf.

– Es una buena noticia -grito Coba con entusiasmo-. Y mejor lo seria si pudieramos frenar la locura que se ha apoderado de este reino. Debemos eliminar esos Penitenciales antes de que sustituyan todo nuestro sistema de gobierno.

De pronto la abadesa se calmo, volvio a tomar asiento e hizo sonar la campanilla para llamar a la administradora.

– ?De modo que Fianamail se dirige hacia aqui? Quizas entre el y Forbassach pueda poner fin a tanta necedad. Ya se ha alterado suficiente la rutina de nuestra abadia. Recibiremos al rey y a su brehon formalmente, en la capilla -anuncio y lanzo una mirada hostil a Fidelma-. Veremos hasta donde conseguis llegar con la apelacion, hermana.

Coba no se contuvo.

– Todavia estais a tiempo de alzar vuestra voz con misericordia y haceros oir. ?Recuperad las leyes de este pais!

– Hasta ahora no he recibido motivos lo bastante solidos como para hacerme cambiar de opinion en este caso ni en la filosofia del castigo -dijo a su vez la abadesa con acritud.

– ?Acaso mis argumentos no os han hecho volver a reflexionar sobre la efectividad de aplicar el sistema de

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