huida del sajon es un asunto grave. De todos es sabido que sois amigos, que habeis venido hasta aqui para defenderle. El que haya huido a vuestra llegada no es ninguna coincidencia. Puede que vos y vuestros companeros me hayais burlado y hayais sido capaces de ocultar al sajon durante el registro. No me cabe duda de que sabiais de sobra que este seria el primer lugar al que iriamos. Os lo advierto, Fidelma, esto sera vuestra perdicion. No volvereis a ejercer la profesion de abogada tomandoos la justicia por vuestra mano -dijo esto y solto una breve risa-. Lo gracioso es lo siguiente, Fidelma. Habia decidido aplazar la ejecucion del sajon una semana a fin de complacer los intereses del rey Fianamail y, de este modo, hallar la respuesta a todas esas agudas preguntas que planteasteis. La huida del sajon es, a ojos vistas, una confesion de la culpa. En cuanto vuelvan a capturarlo sera colgado. No habra mas apelaciones.

Fidelma aguanto la mirada enardecida del obispo sin inmutarse.

– Os equivocais al acusarme de ayudar al hermano Eadulf a escapar, Forbassach. A diferencia de otros subditos de este reino, yo he acatado rigurosamente las leyes de los cinco reinos y no he desechado mi fe en ellas por ninguna otra ley. Tenedlo bien presente, Forbassach. Asimismo, tampoco interpretaria la huida como una aceptacion de la culpa. Toda persona inocente tiene derecho a defenderse. La huida bien puede interpretarse como una defensa contra un asesinato judicial.

El obispo no respondio, cambio de parecer y abandono la habitacion sin decir nada mas.

Dego se acerco a ella con un gesto de preocupacion.

– ?Estais bien, senora? ?No os han hecho dano?

Fidelma nego con la cabeza. Se llevo una mano al hombro, donde el esbirro de Forbassach le habia pinchado con la espada.

– No es mas que un rasguno. Pasadme el habito, Enda -le pidio en voz baja y, cuando este asi lo hizo, salio de la cama; miro a los dos guerreros concienzudamente y les dijo-: Ahora que estamos solos, decidme la verdad. ?Alguno de vosotros ha tenido algo que ver con la huida de Eadulf? -Formulo la pregunta con rapidez, sin aliento.

Dego respondio de inmediato con un gesto negativo.

– Lo juro, senora. -Y sonrio torciendo la boca para anadir-: Pero si se nos hubiera ocurrido, creo que habriamos contemplado la idea de participar en ella.

Con solemnidad, Enda se mostro de acuerdo con el.

– El lo ha dicho, senora. No se nos ocurrio a nosotros, y ahora que otro ha llevado a cabo el plan, cargamos con la culpa.

Fidelma apreto los labios en una mueca para reprenderles. Pese a que en el fondo estaba de acuerdo con ellos, su lado racional le decia que no debia ser asi.

– Me daria verguenza que infringierais la ley -amonesto.

– No seria infringir la ley, senora -insistio Enda-. Solo seria doblegarla un poquito para ganar tiempo antes de que llegue el brehon Barran.

Fidelma levanto la cabeza al ver entrar a Lassar, seguida de su hermano Mel. Al parecer se habian cerciorado de que el obispo Forbassach y sus hombres hubieran salido de la posada.

– En efecto, este asunto es peliagudo, hermana -se quejo Lassar-. Hoy en dia es dificil llevar una posada, pero he ofendido al obispo, que ademas es brehon, a la abadesa y al rey de una misma vez. No creo que pueda mantener la posada. No lo creo en absoluto.

Con un brazo, Mel rodeo a su hermana por los hombros a fin de reconfortarla.

– Este asunto es peliagudo, hermana -repitio con preocupacion-. Hemos venido a preguntaros abierta y honestamente si teneis algo que ver en el.

– No tenemos nada que ver -aseguro Fidelma-. ?Quereis que abandonemos la posada?

– Disculpadnos, senora. Como comprendereis, se trata de una circunstancia que afecta gravemente a mi hermana. No seria justo echaros de la posada sin tener motivos para hacerlo.

Lassar sorbio por la nariz y se seco los ojos con la punta del chal.

– Podeis quedaros con mucho gusto. Solo he querido decir que…

– Y teneis toda la razon -la interrumpio Fidelma con firmeza-. Puedo aseguraros que, si nuestra presencia en la posada compromete vuestro sustento, nos marcharemos. Si os satisface que nos quedemos, asi sera. No hemos hecho ningun acto contrario a las leyes de este pais, a pesar de las sospechas del obispo Forbassach. Os doy mi palabra de ello.

– Y nosotros la aceptamos, hermana.

– En tal caso, lo mejor que podemos hacer ahora es tratar de conciliar el sueno en lo que queda de esta noche.

Lassar y su hermano salieron juntos del cuarto; Fidelma pidio a Dego y a Enda que esperaran.

– Ahora que sabemos de cierto que ninguno de nosotros esta implicado en la huida, se presenta un nuevo problema -les susurro.

Dego inclino la cabeza mostrando su aprobacion.

– Si nosotros no hemos ayudado a Eadulf a escapar, ?quien lo ha hecho y con que proposito? -pregunto.

– ?Con que proposito? -repitio Enda, confuso.

Fidelma sonrio con amabilidad al joven guerrero.

– Dego lo ha entendido. He observado que diversas personas implicadas en estas circunstancias han desaparecido, todas ellas testigos clave de la abadia. ?Es posible que tambien hayan hecho «desaparecer» a Eadulf de esa misma manera?

La posibilidad la preocupo, pero habia que considerarla por muy complicada que pareciera, si bien, pensandolo, no lo era mucho mas que los otros misterios que encerraba todo aquel asunto. En silencio, todos pensaron en las consecuencias.

– Bueno, a estas horas de la noche poco podemos hacer -reconocio Fidelma a su pesar-. Sin embargo, lo que esta claro es que debemos dar con Eadulf antes de que lo hagan Forbassach y sus hombres.

Cuando quedo sola, no sabia si recrearse en la euforia que sentia, en su primera reaccion a la noticia de que Eadulf habia evitado la horca, o permitir que la asaltara un fastidioso abatimiento, el temor de que su huida le deparara un destino peor. Era incapaz de volver a conciliar el sueno. La situacion de su amigo no podia ser mas grave. Habia llegado a convencerse de que Eadulf afrontaria la muerte aquella manana. Pero habia escapado. Recordo entonces las palabras del brehon Morann: le habia dicho una vez que siempre que las cosas parecian mejorar, era porque se habia pasado algo por alto. ?Lo habia dicho con cinismo? ?Que podia haber pasado por alto?

En vano trato de dormir recurriendo al arte del dercad; los nuevos temores por Eadulf le nublaban la mente. Poco despues de las primeras luces del dia, el agotamiento la sumio en un profundo sueno. Se desperto sin recuerdos de haber sonado nada, pero con el presagio de que algo no iba nada bien.

* * *

Eadulf no se habia acostado aquella noche. El saber que aquella iba a ser su ultima noche en la Tierra, le hizo sentir que no tenia sentido malgastarla durmiendo. Se quedo sentado en la cama, el asiento mas comodo de la celda, mirando al pedacito de cielo nocturno que se veia a traves de los barrotes de la ventana. Trato de ordenar sus pensamientos, divagantes y aterrorizados, en un flujo coherente de pensamiento. Sin embargo, por mucho que lo intentara, esos pensamientos se rebelaban. No era verdad, como afirmaban los sabios, que un hombre que afrontaba la muerte inminente era capaz de concentrarse mejor y pensar con mas claridad. Su mente saltaba de aca para alla. Lo llevaba a su infancia, al dia que conocio a Fidelma en Whitby, al encuentro posterior con ella en Roma y a su llegada al reino de Muman. Su mente divagaba recuperando recuerdos, recuerdos agridulces.

Entonces oyo un sonido apagado. Un grunido. Algo que caia. Estaba de pie, de cara a la puerta, cuando oyo el sonido aspero de los cerrojos al descorrerse.

Una figura oscura aparecio tras la puerta. Llevaba un habito con capucha.

– No… no puede ser que ya haya llegado el momento -protesto Eadulf, horrorizado por la idea-. Aun no es de dia.

La figura le hizo una sena en la penumbra y susurro con impaciencia:

– Venid.

– ?Que sucede? -se quejo Eadulf.

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