una historia triste.

– Si, es triste, si bien nada excepcional -opino Fidelma.

– Ah, pero lo excepcional fue que, aun siendo Etromma de estirpe real, el rey Crimthann, que gobernaba en esa epoca, se nego a pagar el rescate y abandono a ambas criaturas al tierno cuidado de los Ui Neill. La rama de la familia de Etromma era pobre, y no pudieron pagar el rescate.

– ?Que sucedio? -pregunto Fidelma, interesada.

– Un ano despues, Etromma y su hermano lograron fugarse del norte y regresaron aqui. Creo que ella les guardaba mucho rencor. Ambos entraron al servicio de la abadia. Teneis razon, es una historia muy triste.

Lassar acabo de recoger los platos y salio. Fidelma se quedo sentada unos momentos antes de levantarse. Dego la miro con gesto intrigado.

– ?Adonde os dirigis, mi senora? -le pregunto.

– Quiero volver a la abadia para ver si puedo obtener mas informacion -respondio.

– ?Creeis que el obispo Forbassach esta en lo cierto y alguien ha ayudado al hermano Eadulf a escapar? - pregunto Dego.

– Creo que seria dificil escaparse de la celda en la que estaba encarcelado, sin la ayuda de nadie -asintio-. Pero el misterio que debemos resolver es quien le ayudo y por que. Una persona podria haberle ayudado, y es un jefe llamado Coba. Respeta y defiende sin ningun tipo de dudas las leyes de Fenechus frente a los Penitenciales que tanto le gustan a Fainder. Pero quiza no conviene preguntar directamente a Coba, pues tal vez me equivoque. Mientras yo voy a la abadia, averiguad cuanto podais sobre Coba. Pero sed discretos.

Dego inclino la cabeza a modo de asentimiento.

– Eadulf ha hecho algo peligroso, senora. ?Creeis que tratara de ponerse en contacto con nosotros?

– Eso espero -contesto Fidelma con fervor-. Me gustaria que se presentara ante Barran para limpiar su nombre. El obispo Forbassach tiene razon al decir que la huida puede interpretarse como una accion propia de un hombre culpable.

– Y si no hubiera huido, ahora seria hombre muerto -le recordo Dego con sequedad.

Fidelma sintio una punzada de resentimiento.

– ?Acaso pensais que he olvidado que, a pesar de mis conocimientos juridicos, fui incapaz de ayudar a Eadulf? -solto al guerrero-. Quiza deberia haber hecho lo que otros han hecho.

– Senora -se apresuro a corregir Dego-, no era mi intencion criticaros.

Fidelma le puso una mano en el brazo.

– Disculpad mi mal genio. La culpa es mia -se excuso, contrita.

– Si Eadulf es capaz de evitar que lo capturen durante los proximos dias, habra la posibilidad de que Aidan regrese con el brehon Barran -senalo Dego para reconfortarla-. Y si es asi, podra celebrarse un nuevo juicio, como deseais.

– Pero si ahora es libre, ?adonde ira? -cavilo Fidelma-. Podria intentar tomar un barco rumbo a tierras sajonas, podria regresar a su propio pais.

– Senora, el jamas abandonaria este pais sin antes deciroslo, y menos ahora que sabe que estais en Fearna.

La idea no consolo a Fidelma.

– Puede que no tenga otro remedio, pero espero que no se demore por mi. Mas bien debiera adentrarse en las colinas o los bosques y esperar a que amaine el revuelo. -Se interrumpio, turbada, pues un dalaigh jamas deberia considerar el mejor modo de eludir la ley-. Por cierto, ?donde esta Enda?

– Ha salido temprano. Creo que ha dicho que le habiais encargado una mision.

Fidelma no recordaba haber ordenado a Enda que fuera a ninguna parte, pero se limito a encogerse de hombros y decir:

– Si no nos vemos antes, tratare de encontrarme con ambos aqui, en la posada, despues del mediodia.

Dejo a Dego terminandose el desayuno y enfilo hacia la abadia por las calles de la ciudad.

Era indiscutible que la noticia de la fuga de Eadulf ya se habia difundido por el municipio, ya que de camino, la gente la miraba con descarado interes; algunos hasta se detenian a murmurar con sus vecinos. Unos la miraban con hostilidad, otros con mera curiosidad. Y solo en un par de casos expresaron sus sospechas insultandola a gritos, a los que Fidelma hizo oidos sordos.

Al parecer, en Fearna ya no quedaba nadie que ignorara su identidad, ni su relacion con el sajon que debia ser colgado a mediodia.

En el fondo, Fidelma aun sentia una serie de emociones intensas, pero era consciente de que, si queria llegar a alguna parte, debia contenerlas. Se vio obligada a ejercer una tremenda fuerza de voluntad para apartar de su mente cualquier posible sentimiento. Si viera a Eadulf como algo que no fuera solo como una persona desesperadamente necesitada de su ayuda y experiencia, la angustia que bullia bajo su aparente calma la volveria loca.

A las puertas de la abadia, sor Etromma la recibio con no poca suspicacia.

– Sois la ultima persona a la que esperaba ver -dijo con groseria.

– Vaya, ?y eso? -pregunto Fidelma con inocencia mientras la rechtaire le permitia el paso por las puertas de la abadia.

– Creia que a estas horas estariais de regreso a Cashel, llena de jubilo. El sajon ha escapado. ?No es esto lo que queriais?

Fidelma la miro con seriedad.

– Lo que yo queria -respondio, haciendo hincapie en sus palabras- era que se hiciera justicia al hermano Eadulf y que se retiraran los cargos de los que le acusaban. En cuanto a regresar a Cashel llena de jubilo… No abandonare este lugar hasta que averigue que ha sido del hermano Eadulf y, desde luego, hasta que haya limpiado su nombre. La huida no absuelve a una persona ante la ley.

– La huida es preferible a la muerte -senalo la administradora de la abadia, repitiendo casi las mismas palabras de Dego.

– Hay parte de razon en eso, pero preferiria que hubiera sido liberado a que sea un fugitivo, en cuyo caso cualquiera puede tratarlo como un hombre fuera de la ley y actuar en consecuencia.

– Todos en la abadia creen que vos habeis tenido algo ver con la fuga. ?Es asi?

– No teneis pelos en la lengua, sor Etromma. No, yo no he ayudado a Eadulf a escapar.

– Sera dificil que la gente se convenza de ello.

– Sea dificil o no, es la verdad. Y tampoco tengo interes alguno en perder el tiempo tratando de convencer a la gente.

– Puede que descubrais que aqui las mentiras os granjean amigos y que la verdad solo engendra odio.

– Hablando de odio… Vos teneis poca simpatia por la abadesa Fainder, ?verdad?

– Para ser administradora no se requiere tener simpatia por la abadesa a la que se sirve.

– ?Os gusta el modo en que gobierna la abadia? Me refiero a la aplicacion de los Penitenciales.

– Son las normas de la abadia. Y yo debo acatarlas. Pero ya veo adonde pretendeis ir a parar, hermana. No intenteis persuadirme de que condene la postura de la abadesa o del obispo Forbassach. Ya se aplique el castigo que dictan los Penitenciales o la ley de Fenechus, no olvideis que el sajon es culpable de violacion y asesinato. Y ese crimen debe ser castigado por la ley, sea esta cual fuere. Ahora estoy ocupada. Hay mucho que hacer hoy en la abadia. ?A que se debe vuestra visita?

– En primer lugar, quisiera ver a la abadesa.

– Me sorprenderia que ella acceda a recibiros.

– Pues veamos si es asi.

La abadesa Fainder accedio a recibir a Fidelma. Como de costumbre, estaba sentada tras su mesa con gesto austero y mirada suspicaz.

– Sor Etromma me ha dicho que negais saber nada de la fuga del sajon, sor Fidelma. No esperareis que me lo crea, ?verdad? -observo con perspicacia para dar pie a la conversacion.

Fidelma sonrio sin inmutarse y tomo asiento sin que la abadesa se lo ofreciera, consciente del vislumbre de fastidio que se dibujaba en el rostro de esta, si bien en esta ocasion Fainder tuvo la sensatez de no poner ningun reparo.

– No espero que creais nada, madre abadesa -respondio Fidelma con serenidad.

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