estamos discutiendo?

– Quiza mucho. Quiza nada.

– Gabran es de Cam Eolaing, territorio del que soy jefe -intervino Coba-. ?Que ha hecho?

– Anoche, de regreso a Fearna con uno de mis companeros, Gabran y algunos de sus hombres nos atacaron con espadas.

Se impuso el silencio en la sala.

– ?Gabran? -repitio Coba con la voz hueca-.

?Como sabeis que fue Gabran, si la noche de ayer fue muy oscura?

Fidelma volvio el cuerpo hacia el con los ojos entornados para responderle:

– Olvidais que pese a ser una noche oscura, habia luna y hasta las nubes pueden tener un gesto amable y apartarse.

– Pero, ?que interes podria tener en atacaros?

– Eso mismo me gustaria averiguar. ?Sabeis algo mas de su vida privada, de sus lealtades o de sus principios?

– Vive fuera del poblado -respondio Coba con un gesto de indiferencia-, al otro lado del rio; de hecho, en el lado este del valle. No creo que deba lealtad a nadie ni nada en concreto, salvo a su comercio. Que yo sepa, vive solo. No esta casado.

El obispo Forbassach seguia la conversacion, si bien con suspicacia.

– ?Estais segura de lo que decis, hermana? -pregunto el abad Noe, interviniendo asi en la conversacion-. Gabran ha mantenido un trato comercial con la abadia durante muchos anos y es considerado persona de confianza.

– Estoy segura de que Gabran es quien nos ha atacado -afirmo Fidelma.

– ?Donde decis que os atacaron? -se intereso el obispo Forbassach.

Fidelma lo miro con cautela y sostuvo su mirada.

– Regresabamos de un lugar que, creo, conoceis muy bien. Volviamos de visitar una cabana en el poblado de Raheen. El brehon palidecio cual cirio y tardo unos instantes en recuperar la voz.

– En las calzadas que rodean Fearna a menudo hay ladrones que asaltan a viajeros incautos -sugirio con nerviosismo en el tono.

– Era Gabran -repitio Fidelma.

– Yo habria dicho que Gabran se ganaba bien la vida con el barco -observo Coba, rascandose la barbilla con aire pensativo-. Suele transportar mercancias a lo largo del rio, y llega incluso muy al sur, hasta el lago Garman, adonde transporta cargas destinadas a los barcos de navegacion oceanica que van a Gran Bretana y a Galia.

– ?Que clase de mercaderias transporta? -pregunto Fidelma con curiosidad.

– ?Que mas da? -respondio el obispo Forbassach con impaciencia-. ?Estamos aqui para hablar de Gabran y su negocio o de la fuga del sajon?

– De momento, me gustaria saber por que Gabran me ataco.

El brehon parecia preocupado pese a su actitud. Sabia las graves implicaciones que un ataque a una dalaigh podia acarrear, y mucho peor si era hermana del rey. Era precisamente la razon por la que habia acudido a pedir disculpas a Fidelma por su conducta anterior.

– ?Estais acusando a ese hombre de haberos atacado, sor Fidelma? -inquirio.

– Asi es.

– En tal caso, mandare que lo detengan para que responda a tal acusacion. ?Ois, Mel?

El comandante de la guardia asintio con diligencia.

– Asi que, en cuanto nos marchemos, saldremos los dos en busca de Gabran -anuncio Forbassach-. Podemos hacer indagaciones sobre el sajon al mismo tiempo. La busqueda del fugitivo sajon debe primar. En cuanto a esto, Fidelma de Cashel, debo advertiros que vos tambien correis peligro si le habeis ayudado a evadir la justicia de este reino.

Un destello cruzo la mirada de Fidelma.

– ?Tengo muy presente la ley, Forbassach! -protesto-. Yo no he ayudado al hermano Eadulf a escapar, como tampoco le he prestado asilo. Entretanto, mi intencion es seguir investigando los misterios que envuelven este asunto… misterios que me han conducido hasta el camino que va a Raheen.

Coba no se apercibio de la dureza de su tono ni de la palidez que cubrio el rostro de Forbassach.

– Lamento que el sajon me enganara al fugarse -dijo-, pero no lamento haberlo liberado con el fin de evitar la ejecucion dictada por los Penitenciales. Deberia ser castigado segun las leyes tradicionales de nuestro pais.

El obispo Forbassach habia recuperado algo de su talante habitual y, mirando al bo-aire con gesto torcido, sentencio:

– Sois minoria en el consejo del rey de Laigin, Coba. Disteis a conocer vuestro punto de vista cuando el rey y yo tomamos la decision de aprobar los castigos que pidio la abadesa Fainder. Con eso deberia haberse dado por terminada la cuestion.

– De ningun modo: esa cuestion no podia terminar asi -objeto Coba con vehemencia-. Esa cuestion deberia haberse aplazado hasta el gran festival de Tara para plantearla en la asamblea juridica de los cinco reinos. La decision debia haber sido tomada por los reyes, los abogados y las autoridades seglares de los cinco reinos, del mismo modo que se presenta ante ellos cualquier otra ley importante a fin de debatirla antes de aprobarla.

El abad Noe intervino con serenidad.

– Hermanos cristianos, calmaos. A nadie beneficia perder el tiempo en discusiones. Seguro que ambos teneis asuntos que atender. Si vos no los teneis, yo desde luego si.

El obispo Forbassach los fulmino con la mirada antes de despedirse con un saludo cortante y salir sin mas demora de la posada, seguido del guerrero Mel, que tuvo tiempo de dirigir una mirada de disculpa a Fidelma antes de marcharse.

Coba miro a Fidelma con tristeza.

– Me parecio que estaba haciendo lo correcto, sor Fidelma -le dijo, avergonzado.

– ?Estais seguro de que el hermano Eadulf estaba al corriente de las limitaciones del maighin digona? Aunque ha pasado mucho tiempo en nuestro pais, sigue siendo extranjero, y a veces puede confundir nuestras leyes.

Coba movio la cabeza con un gesto comprensivo:

– Esa explicacion no vale para sus acciones, hermana -respondio-. Cuando llegamos a mi fortaleza ayer, le explique con minucia las consecuencias que habria si intentaba escapar. Segui el procedimiento con sumo cuidado y anoche envie un mensaje a la abadia en el que informaba a la abadesa de lo que habia hecho.

– Entonces, ?la abadesa ya sabia anoche que habiais trasladado a Eadulf a la fortaleza? -pregunto el abad Noe.

– Asi es -confirmo Coba-, segui los procedimientos de la ley con sumo cuidado. Estoy seguro de que el sajon lo entendio bien. Desearia poder daros algun consuelo en este asunto, hermana.

– Ignorantia kgis neminen excusat -musito el abad.

– Pero la ignorancia de la ley en el caso de un extranjero -contrapuso Coba- podria considerarse una atenuante.

– Es impropio de Eadulf cometer un acto semejante -susurro Fidelma casi para si misma.

– Segun vos, hermana -dijo el abad Noe con semblante adusto-, ?es impropio del sajon que violara y matara a una joven novicia? Quiza no lo conoceis tan bien como pensais…

Fidelma levanto la cabeza para mirar los ojos a su antiguo antagonista.

– Tal vez haya cierta verdad en ello -reconocio-, pero si no la hay, como asi creo, es evidente que en este lugar esta sucediendo algo extrano. Y pienso sacar a la luz hasta el ultimo aspecto de este asunto.

El abad sonrio sin humor.

– La vida es extrana, Fidelma -apostillo-. Es el crisol de Dios en el que estamos para poner a prueba nuestras almas. Ignis aurum probat, miseria fortes viros.

– El fuego pone a prueba el oro, la adversidad pone a prueba a los fuertes -repitio Fidelma en un murmullo-. La cita de Seneca encierra mucha sabiduria.

El abad Noe se puso en pie inesperadamente frente a Fidelma. La miro con una expresion intensa.

– Hemos tenido nuestras diferencias en el pasado, Fidelma de Cashel -le recordo.

– Asi es -concedio ella.

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