– Sea inocente o no vuestro amigo sajon, quiero que sepais que me preocupo por la Iglesia de este reino y no quiero que nada la perjudique. En ocasiones, la abadesa Fainder puede ser demasiado entusiasta al defender la doctrina de los Penitenciales; podriamos decir que es una fanatica. Y lo digo pese a que es prima lejana mia.

Fidelma levanto la cabeza con curiosidad al oir aquella afirmacion.

– ?La abadesa Fainder es prima vuestra?

– Claro. Por eso cumple con los requisitos para dirigir la abadia. Lo cierto es que ve las cosas con la simple optica del bien y del mal; solo las ve blancas o negras, sin sutilezas ni colores intermedios. Vos y yo sabemos que la vida no consiste solo en extremos.

Fidelma lo miro con extraneza.

– Creo que no entiendo a que os referis, abad Noe. Si recuerdo bien, nunca habeis sido partidario de la doctrina de Roma.

El abad de rostro cenceno suspiro y agacho la cabeza.

– Un buen argumento puede convencer a un hombre -reconocio-. He pasado muchos anos meditando sobre todos los argumentos. Segui con interes el debate de Whitby. Defiendo que Cristo dio las llaves del cielo a Pedro y le ordeno que levantara su Iglesia, y que Pedro asi lo hizo en Roma, donde sufrio el martirio. Ya no tengo intencion de seguir haciendolo. Lo que digo es que las personas eligen diferentes caminos para llegar a sus objetivos. Para convencer a algunas personas hay que darles argumentos y no ordenes. Yo me convenci tras muchos anos meditando sobre los argumentos. Cada uno debe seguir el mismo camino, sin que se le obligue a cambiar. Pero, ay, soy la unica voz en estos concilios.

Dicho esto, salio de la posada sin anadir nada mas.

Confuso, Coba guardo unos momentos de silencio y luego miro a Fidelma.

– Debo regresar a mi fortaleza -anuncio-. He organizado una busca y captura del sajon. Lamento lo de vuestro amigo, hermana. Como dice un viejo refran, mas vale que los amigos se aparten de un hombre desafortunado. Lamento de veras que las cosas hayan resultado de este modo.

Y salio.

Alguien tosio detras de Fidelma. Alli estaban Dego y Enda, que habian bajado a la sala.

– ?Lo habeis oido todo? -les pregunto.

– Todo no -confeso Dego-, pero suficiente para saber que el mas viejo, Coba, dio asilo al hermano Eadulf y que ahora este ha huido de la fortaleza. Eso no es nada bueno.

– No, en absoluto -reconocio Fidelma con solemnidad.

– ?Y de Gabran? -se intereso Enda-. ?Que han dicho de el?

Fidelma les relato con presteza cuanto habian dicho del marinero.

Tomaron buena parte del desayuno en silencio. En la posada no habia nadie mas o, cuando menos, nadie bajo a desayunar en su presencia.

Capitulo XIV

Hacia el mediodia, Eadulf empezo a notar las punzadas del hambre. Todavia hacia mucho frio, pero la escarcha se habia disipado del todo, y el sol de la manana extendia una agradable calidez alli donde no habia sombra. Pero era un calor aparente, pues tan pronto una nube tapaba el sol o un arbol impedia el paso de los rayos, el frio volvia a ser intenso. Eadulf se coloco mejor el abrigo sobre los hombros y dio gracias a Dios por haberselo robado al asaltante.

Habia seguido la orilla del amplio rio hacia el norte a lo largo de un kilometro a traves de un valle, alejandose de Cam Eolaing, hasta que el caudal empezo a estrecharse. Las colinas se alzaban en laderas escarpadas a diestro y siniestro; eran elevadas y oscuras a pesar del palido sol. Algo mas adelante se encontro con una curiosa confluencia de aguas. Al rio afluian por igual, aunque no a la misma altura, dos arroyuelos impetuosos: uno procedia del sureste y el otro del oeste, descendiendo desde las colinas circundantes a traves de valles menores.

Eadulf miro con cautela a su alrededor antes de dejarse caer sobre un arbol caido para reposar unos momentos. El sol banaba el tronco entero.

– Ha llegado el momento de tomar una decision -murmuro para si-. ?Que direccion debo seguir?

Si cruzaba el rio principal y se encaminaba hacia el este por el valle, intuia que iria a parar al mar, que no podia quedar a mas de diez kilometros de alli. Una vez en la costa, podria ponerse a salvo en un barco que zarpara a su pais. Era muy tentador ir en aquella direccion, buscar un barco y salir de Laigin… pero Fidelma ocupaba sus pensamientos.

Su amiga habia regresado de una peregrinacion al sepulcro de Santiago en cuanto supo que estaba en apuros, y habia regresado para defenderle. No podia abandonarla ahora, marcharse sin verla, irse del pais y que ella creyera que no… Fruncio el ceno. ?Que creyera que no…? La complejidad de sus propios pensamientos lo abrumo. Entonces se decidio. Fidelma todavia estaba en Fearna. No tenia alternativa: debia regresar y encontrarla.

– ?Utfata trahunt! -musito, poniendose de pie.

La expresion latina, que significaba «adonde te lleve la suerte», reflejaba sus circunstancias, pues poco control tenia sobre su propio destino. Penso que era el unico modo que hallo de explicar la sensacion de que la decision ya se ha habia tomado por el.

Sin apartarse de la ribera, giro y siguio por la orilla del arroyo, en sentido contrario a las aguas impetuosas, en direccion a las colinas. A pocos kilometros de alli, los montes se escarpaban en fila, extendiendose sus cumbres redondas como una barrera ante el. No tenia ningun plan; no sabia de que manera se pondria en contacto con Fidelma una vez en Fearna. De hecho, al saber que ya no estaba en la abadia, su amiga incluso podia haber partido ya. La idea le fastidio. Pero no podia marcharse sin al menos intentar ponerse en contacto con ella. Dejo la decision en manos del destino.

* * *

Dego y Enda cruzaron miradas de preocupacion.

Desde que habian terminado el desayuno, Fidelma se hallaba en un profundo estado de meditacion. Los dos jovenes guerreros se impacientaban.

– ?Y ahora, senora? -pregunto Dego al fin con un buen tono de voz-. ?Que debemos hacer?

Fidelma tardo unos segundos en reaccionar. Miro sin ninguna expresion a Dego antes de asimilar la respuesta, y a continuacion miro a sus companeros con una sonrisa de disculpa.

– Perdonadme -les dijo, contrita-. No dejo de dar vueltas a los hechos y no consigo vislumbrar siquiera el hilo conductor de los mismos, y mucho menos el motivo por el cual han matado a esas personas.

– ?Tan importante es averiguar el motivo?

– Descubrid el motivo y seguramente descubrireis al culpable -afirmo ella.

– ?No resolvimos la otra noche que Gabran parecia ser el hilo conductor? -le recordo Enda.

– Precisamente he estado analizando que papel podria desempenar en este misterio.

– ?Por que no vamos en busca de Gabran y se lo preguntamos a el personalmente? -propuso Enda.

La franqueza del guerrero hizo reir un poco a Fidelma.

– Mientras yo pierdo el tiempo tratando de reunir las piezas de este rompecabezas, vos dais en el clavo. Acabais de recordarme que estoy descuidando mi propia regla: no dar nada por sentado hasta haber reunido todos los hechos.

Dego y Enda se pusieron de pie a la vez, con entusiasmo.

– Vayamos pues en busca de ese marinero de agua dulce, ya que cuanto antes lo encontremos, senora, antes conocereis los hechos -dijo Deog.

* * *

Una columna de humo ascendia de un bosquecillo a poca distancia de donde Eadulf se hallaba. «Sera el humo

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