Fidelma no se molesto en mirar a los bancos del lado contrario.
– Todo esta relacionado, Barran. El plan de echar la culpa a Eadulf y a Ibar se basaba en el objetivo final de ejecutarlos.
– Los hombres muertos no muerden -replico Barran con gesto adusto, recreandose en lo que habia dicho.
Fidelma prosiguio antes de que el murmullo de sorpresa se elevara.
– Es posible que el plan hubiera salido bien a pesar de mi aparicion, de no haber sido por el
Coba, que estaba concentrado escuchando la exposicion, levanto la cabeza con sorpresa.
– ?Que tuve yo que ver en esto? -pregunto.
– Vos estais en contra de la aplicacion de los Penitenciales. Pero ni el obispo Forbassach ni la abadesa Fainder advirtieron hasta que punto os oponiais a ello, ni hasta donde erais capaz de llegar a fin de apoyar el sistema legal de este reino.
– Soy demasiado viejo para abrazar nuevas filosofias -explico haciendo una mueca, atribulado-.
?Como es aquello que dice el
– Eadulf debe su vida a vuestra testarudez, Coba. Hicisteis algo que nadie esperaba, al rescatar a Eadulf y darle asilo.
– Por lo que habreis de dar cuentas -murmuro el obispo Forbassach con una furiosa mirada de soslayo.
– No es asi -corrigio Barran con lucidez-. Defender la ley no es delito.
El obispo Forbassach fulmino con una mirada cargada de odio al jefe
– Sin embargo -prosiguio Fidelma como si no hubiera habido interrupcion alguna-, hubo momentos en que sospeche de vos, Coba. Prestasteis asilo a Eadulf y luego afirmasteis que lo habia aprovechado para darse a la fuga. De este modo podia ser abatido sin mas. Pero yo sabia que Eadulf tenia que tener una buena razon para abandonar los limites del
Coba vacilo un momento y luego se encogio de hombros.
– Me alegro de ello -dijo.
– Quien engano a Eadulf fue, una vez mas, Gabran. Pero en esta ocasion actuo a las ordenes de las personas para quienes trabajaba, que habian averiguado donde estaba Eadulf. Gabran fue a Cam Eolaing. Alli conocia a un guerrero llamado Dau, que estaba al servicio de Coba. Dau era un hombre venal, y Gabran lo soborno. Gabran mato al guerrero apostado a las puertas de la fortaleza, oculto el cuerpo tras estas y, a continuacion, fingiendo que vos, Coba, le habiais enviado, dijo a Eadulf que era libre de marcharse. Pero las cosas no siempre suceden de acuerdo con lo planeado. Cuando Gabran y Dau intentaron abatir a Eadulf, el se zafo y se adentro en las montanas. Entonces las cosas empezaron a ponerse feas de verdad para el titiritero.
– ?Titiritero? -pregunto el jefe
Fidelma lo miro con una sonrisa de disculpa.
– Excusadme, Barran. La palabra se refiere a un tipo de representacion que vi en un peregrinaje a Roma. Me referia a una persona que manipula a otras sin que nadie advierta su presencia. Nuestra propia lengua recoge la expresion
La antigua expresion proverbial se referia a un arpista que toca el instrumento sin ser visto.
– ?Y como sabia este… eh… titere que Eadulf habia recibido asilo en la fortaleza? -quiso saber Coba.
– Vos se lo dijisteis.
– ?Que yo se lo dije?
– Vos sois un hombre escrupuloso y moral, Coba. Cumplis a rajatabla la ley de Fenechus. Me dijisteis que, tan pronto actuasteis y disteis asilo a Eadulf, enviasteis a un mensajero a la abadia.
– Asi es. Tenia el encargo de comunicar a la abadesa que yo habia prestado asilo al sajon.
– ?Mentira! -grito la abadesa Fainder-. Jamas me llego ese mensaje.
Coba la miro con pena y movio la cabeza.
– El mensajero regreso de la abadia y confirmo que el mensaje se habia entregado.
Todas las miradas de la asamblea se fijaron en la conmocionada abadesa.
Capitulo XXI
Lo sabia -vocifero el obispo Forbassach, volviendose a levantar de su asiento en un arrebato de ira-. Esto es una suerte de conspiracion para atacar y calumniar a la abadesa Fainder. No pienso tolerarlo.
– No hay conspiracion que implique a la abadesa Fainder mas de lo que ella misma esta implicada -replico Fidelma sin perder la calma-. Cierto que tenia sospechas, sobre todo al saber que, desde su llegada a la abadia, Fainder se ha enriquecido mucho.
– ?Barran! ?Acuso a esta mujer de difamacion! -grito el abad Noe, levantandose tambien-. No podemos permanecer impasibles mientras ella critica de ese modo a la abadesa Fainder.
– He dicho que… -trato de aclarar Fidelma.
– ?Retiradlo! -grito la abadesa, perdiendo de pronto los estribos-. ?Quereis enredarme en vuestra marana de embustes!
Hicieron falta unos momentos para que entrara en razon y recuperara la compostura. Restablecida la calma, Barran se dirigio a Fidelma.
– Por lo que decis parece, en efecto, que os propongais atribuir la culpa de algo a la abadesa Fainder. Habeis senalado que era fundamental que se aprobara la pena de muerte segun dictan los Penitenciales. Habeis senalado que la abadesa Fainder insistio en ello y que, por motivos que solo el
– ?Son todo mentiras! ?Mentiras! ?Mentiras! -gritaba la abadesa, aporreando con el puno el brazo de madera de la silla.
El obispo Forbassach tuvo que volver a calmarla.
– La abadesa Fainder es indirectamente responsable de buena parte de cuanto ha sucedido, y debera afrontarlo. Pero ya he demostrado que ella no mato a Gabran.
Un cuchicheo se extendio entre los presentes, y Barran exigio silencio de inmediato.
– De hecho -continuo Fidelma-, podria decirse que el abad Noe es el responsable mas indirecto de todos.
El abad se levanto como un resorte en actitud beligerante.
– ?Yo? ?Osais acusarme de estar implicado en un asesinato y en este terrible trafico de ninas?
– No he dicho eso. He dicho que sois
– No negare mi conversion a los Penitenciales -musito Noe, volviendo a tomar asiento, pero sin abandonar la actitud defensiva.
– ?Negareis que la abadesa Fainder ejercio una fuerte influencia sobre vos, que os persuadio de regresar con vos a Laigin y de nombrarla abadesa, y que a la vez invitasteis a Fianamail a que os nombrara su consejero espiritual y, asi, os concediera poder sobre todo el reino?
– Esa es vuestra interpretacion.
– Son hechos. Fuisteis capaz de invalidar el sistema de nombramientos de la abadia a fin de poder hacer abadesa a Fainder. Alegasteis que era una prima lejana vuestra; y no lo era, pero al parecer nadie oso poner en duda el nombramiento, ni siquiera cuando supieron que Fainder no tenia parentesco alguno con vos. Una vez