Fidelma volvio al presente de malhumor.

– Muy bien, Cian -dijo con desgana-. Hablemos si quieres.

Fidelma no hizo esfuerzo alguno por hacerle sentir comodo. Cian intento dominar la situacion bajando unos escalones para hacerla descender hasta el comedor a fin de que pudieran sentarse, pero ella no se movio, impidiendole avanzar. Estaban de pie en el espacio estrecho entre los camarotes y Fidelma obstaculizaba el paso.

Cian tomo la iniciativa.

– Han pasado muchos anos desde la ultima vez que nos vimos, Fidelma.

– En concreto, diez -interrumpio ella, tajante.

– ?Diez anos? Y tu nombre es ahora pronunciado como el de quien ha cosechado fama. Me dijeron que regresaste para proseguir los estudios con el brehon Morann.

– Es evidente. Tuve suerte de que me readmitiera en su escuela despues de casi malbaratar mis posibilidades.

– Yo pensaba que querias dedicarte a la ensenanza y no al derecho.

– Yo queria muchas cosas cuando era joven. Cambie de idea al descubrir que tenia talento para obtener la verdad de quienes pretendian ocultarla. Desarrolle ese talento a partir de la cruda experiencia.

Cian no acentuo el tono mordaz de ella. Se limito sonreir con aire distraido, sin darse por aludido.

– Me alegro de que hayas prosperado en la vida, Fidelma. Es mas de lo que yo he conseguido en la mia.

Fidelma espero a que Cian explicara algo mas, y luego anadio con acritud:

– Me sorprende que hayas renunciado a tu profesion para llevar una vida religiosa. Pues, de todas las vocaciones que existen, la religiosa no es precisamente la que mas se ajusta a tu temperamento, ?no?

Cian se rio; habia un desagradable tono taciturno en la carcajada.

– Has dado en el clavo enseguida, Fidelma. No fue decision mia cambiar de profesion.

Aguardo en silencio una explicacion.

Entonces Cian tomo su mano derecha con la izquierda y la levanto como si no pudiera hacerlo por si misma. La sostuvo en el aire y la solto. Esta cayo con languidez. Cian volvio a reirse.

– ?Quien quiere a un guerrero manco en la escolta del rey supremo?

Por primera vez desde el reencuentro con Cian, Fidelma advirtio que la mano derecha le colgaba junto al cuerpo y que empleaba la izquierda para todo. ?Como no se habia dado cuenta antes? Acababa de jactarse de su capacidad observadora y no se daba cuenta hasta ese momento de que Cian solo tenia pleno uso de un brazo. ?Menuda dalaigh estaba hecha! Abrigaba tanto odio por el, que lo veia con los mismos ojos de diez anos atras en Tara. No se habia fijado en su estado actual. Le parecia recordar, no obstante, que Cian llevaba el brazo derecho oculto bajo el habito. Un impulso compasivo la llevo a extender la mano para tocarselo levemente.

– Lo…

– ?Lamentas? -la interrumpio, casi con un grunido-. ?No quiero lamentaciones de nadie!

Fidelma permanecio callada con la vista al suelo. Al parecer su actitud enfadaba a Cian.

– ?No vas a decirme que es normal que un guerrero acabe siendo herido? ?Que es uno de los riesgos propios de la profesion? -pregunto con sarcasmo.

Fidelma se sorprendio del gemido lastimero que iba quebrando su voz. Le parecio repulsivo y su compasion inicial se desvanecio con la misma rapidez que habia surgido.

– ?Por que? ?Eso es lo que quieres oir? -le echo ella en cara.

Su tono desato aun mas la furia de Cian.

– Se lo he oido decir muchas veces a gente dispuesta a que los que son como yo hagan el trabajo sucio por ellos para luego repudiarnos.

– ?Te hirieron en combate? -pregunto, desoyendo la acusacion.

– Fui herido por una flecha en pleno antebrazo derecho; me perforo los musculos y dejo el brazo inservible.

– ?Cuando sucedio?

– Hace unos cinco anos, durante las guerras de fronteras entre el rey supremo y el rey de Laigin. Mis companeros me trasladaron a la Casa de los Pesares de Armagh. No tardaron en descubrir que ya no podia ser guerrero, asi que en cuanto sane, me obligaron a entrar en la abadia de Bangor.

Era evidente que Cian consideraba que se le habia tratado injustamente.

– ?Te obligaron? -quiso aclarar Fidelma.

– ?Que iba a hacer sino? ?Que trabajo puede hacer un hombre con un solo brazo?

– ?La herida es irreversible? En Tuam Brecain hay muy buenos medicos.

Cian movio la cabeza con un gesto de amargura.

– Ni eran ni son lo bastante buenos. Pase unos anos en la abadia realizando cuantas labores insignificantes podia con el brazo bueno.

– ?Has consultado a otros medicos?

– Tal es el proposito de mi viaje -reconocio-. Me han hablado de un medico ibero llamado Mormohec que vive cerca del Santo Sepulcro de Santiago.

– ?Y vuestra intencion es visitar a Mormohec?

– Hay suficientes tumbas y sepulcros de hombres santos en los Cinco Reinos para que no me inspiren a viajar allende el mar para visitar otro. Si, voy en busca de ese tal Mormohec. Es mi ultima oportunidad de recuperar una vida de verdad.

Fidelma levanto las cejas ligeramente.

– ?Una vida de verdad? ?Tu actual dedicacion religiosa no te parece una vida de verdad?

Cian solto una carcajada llena de sarcasmo.

– Tu me conoces, Fidelma. Me conoces muy bien. ?Me imaginas viviendo una vida tranquila como un frater orondo, recluido entre las paredes de una abadia toda mi vida, o lo que queda de ella, cantando salmos piadosos?

– ?Que opina tu esposa?

Cian parecia desconcertado.

– ?Mi esposa?

– Segun recuerdo, te casaste con la hija del administrador del rey de Aileach. Una, se llamaba. ?No fue por ello por lo que me dejaste sin mas en Tara?

– ?Una? -repitio Cian, haciendo una mueca como quien ha probado algo de sabor desagradable-. Una quiso divorciarse en cuanto los medicos declararon que mi herida era irreversible y que seria un lisiado para el resto de mis dias.

Fidelma contuvo un gesto de pura satisfaccion maliciosa. Se reprocho para si que su sentir personal se inmiscuyera en la desgracia ajena, y a la vez la dominaba todavia lo ocurrido diez anos atras.

– Debio de ser un golpe duro… que te pagaran con tu misma moneda.

Las palabras afloraron antes de poder reprimirlas, pero Cian estaba distraido con sus pensamientos y no oyo el final de la frase que Fidelma habia pronunciado con tanta satisfaccion.

– Un golpe duro… Si que lo fue. ?Esa bruja mercenaria!

Fidelma desaprobo su vehemencia.

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