– Tengo entendido que tiranizaba a sor Gorman.

– Es la primera vez que lo oigo -respondio Adamrae-. Pero Gorman era muy reservada.

– Habeis dicho que Muirgel tenia envidia. ?De quien la tenia? -pregunto, dirigiendose a Dathal.

– De sor Canair, por supuesto. Preguntad a sus companeros de Moville. No la conocimos hasta iniciar el viaje, si bien oimos muchas cosas durante el viaje a Ardmore. Es imposible hacer camino durante dias con un grupo de personas y no enterarse de cosas que otros tratan de ocultar. Muirgel envidiaba a sor Canair con un ardor que asustaba.

– ?A que se debia su envidia?

– Creo que en sor Muirgel habia un odio arraigado que podria haberse convertido en violencia.

– Corria la voz de que Muirgel envidiaba a sor Canair por… por su relacion con el hermano Cian.

– ?Quien os lo dijo?

– El hermano Bairne -respondio Dathal.

– ?Os preocupasteis, pues, cuando sor Canair no acudio la manana en que zarpaba el barco, y sor Muirgel se hizo cargo del grupo?

El hermano Adamrae nego con la cabeza y respondio:

– Podia haber sido motivo de preocupacion, pero por dos razones. Por una parte, sor Canair no nos acompano a Ardmore porque se desvio para hacer una visita antes de que llegaramos a la abadia. Por tanto, era logico suponer que ni siquiera habia llegado a Ardmore. Por otra parte, sor Muirgel se alojo en la abadia con nosotros. Luego llegamos al muelle, y Canair no estaba, pero teniamos que subir a bordo o perder el barco. Dathal y yo habriamos embarcado hubiera estado alli Canair o no, ya que no habriamos renunciado a la ocasion de viajar al reino de los suevos para concluir nuestra labor de investigar la historia antigua de nuestro pueblo.

Fidelma cavilaba.

– Tengo otra pregunta.

El hermano Dathal sonrio.

– Las preguntas siempre dan lugar a mas preguntas.

– ?Estais seguros de que Muirgel tenia celos de sor Canair y Cian? He oido que Muirgel queria acabar su relacion con Cian.

– Bueno, Bairne tambien tiene sus problemas. Estaba trastocado por Muirgel. Pero se que Muirgel detestaba a Canair. Puede que simplemente tuviera sed de poder y ansiara la exigua autoridad que Canair poseia.

El hermano Adamrae asintio con resolucion.

– Creo que ya os hemos ayudado en lo posible, hermana. No creo que halleis las respuestas que buscais en nuestras habladurias. Supongo que ya habreis hablado o hablareis con el hermano Bairne de esto, ?no?

Dicho esto, se levanto y abrio la puerta del camarote. Fidelma salio de alli mas confusa que antes.

Llamo entonces a la puerta de Cian y entro. Este alzo la mirada con un gesto de sorpresa.

– ?Que se te ofrece? -le pregunto-. ?Has venido para lamentarte otra vez del pasado?

Fidelma le respondio con frialdad.

– Buscaba al hermano Bairne, que comparte camarote contigo.

– Ya ves que aqui no esta.

– Ya lo veo -confirmo Fidelma-. ?Donde puedo encontrarlo?

– ?Acaso soy yo el guardian de mi hermano? -ironizo.

Fidelma lo miro con desprecio.

– Deberias recordar en que contexto se formulo esa pregunta antes de usarla para burlarte -respondio, y se retiro antes de que Cian pudiera replicar.

Encontro al hermano Bairne sentado a la mesa del comedor con la mirada acongojada sobre una jarra de aguamiel. Tenia los ojos enrojecidos, y era innecesario preguntarse como se sentia.

Levanto la vista cuando la vio entrar y sentarse cerca.

– Ya lo se -dijo el monje-. Venis a hacer unas preguntas. Ya me han contado que estais investigando. Si, yo estaba enamorado de Muirgel. Y no, no la vi tras desatarse la tormenta anoche.

Fidelma recibio su declaracion sin sorprenderse.

– Dijisteis que erais de Moville, ?verdad?

– Estaba estudiando alli para predicar la Palabra entre los paganos - confirmo.

– ?Conociais bien a sor Muirgel por entonces?

– Ya os he dicho que estaba enamorado…

– Con todos los respetos, eso no es lo mismo que conocer a alguien.

– Hacia unos meses que la conocia.

– Y a sor Crella tambien, imagino.

– Si, claro. Eran mas o menos inseparables. Muirgel y Crella lo compartian todo.

– ?Los novios tambien?

El hermano Bairne se ruborizo, pero no dijo nada.

– ?Muirgel os correspondia?

– Veo que habeis preguntado a sor Crella su parecer.

– Lo tomare como una respuesta negativa. Un amor no correspondido es dificil de llevar. ?Detestabais a Muirgel por rechazaros?

– Claro que no. Yo la queria.

– Solamente os lo pregunto porque me ha llamado la atencion que esta manana escogierais una cita del libro de Oseas.

– Estaba disgustado. No sabia lo que me decia. Deseaba arremeter…

– ?Arremeter contra Muirgel?

– No… creo que no. Si Muirgel hubiera acudido a mi, yo la habria amado y protegido. Pero rehuso mi amor y prefirio a personas que podian perjudicarla y que, de hecho, la perjudicaron. Hasta ese rufian lisiado con el que me ha tocado compartir camarote se las ingenio para persuadirla…

– ?El hermano Cian? -inquirio Fidelma.

– ?Cian! Si me hubiera instruido en el manejo de las armas, le habria dado una leccion.

– ?Vos dijisteis a Dathal y Adamrae que Cian habia mantenido una relacion con Muirgel? ?Que Muirgel todavia sentia algo por el y que tenia celos de Canair porque Cian habia iniciado una relacion con ella?

– Yo sabia que el la habia dejado por sor Canair; ese siempre termina por las mismas razones con las mujeres a las que seduce. En aquel momento Canair tenia mucho mas que ofrecerle.

– ?Y Muirgel estaba celosa?

– ?Acaso no es eso lo que cualquiera siente al ser rechazado?

Fidelma noto que se sonrojaba. Se pregunto si Bairne sabria algo de lo ocurrido en el pasado, pero el joven no apartaba la vista de la jarra que tenia ante si.

– ?Cuando visteis a Muirgel por ultima vez?

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