extendio sobre los labios. Tosio un poco.

– Ya he hablado con todo el grupo, Murchad -respondio-, sin decirle a nadie que sospechamos que no cayo al agua sin mas. Ahora bien, es interesante que al menos dos de ellos sospechen que la asesinaron.

– ?Y? -la animo a seguir Murchad con interes.

– No hay respuestas faciles para esta cuestion…

Llamaron a la puerta del camarote, y Wenbrit aparecio con una bandeja de fiambres, quesos varios y fruta, con pan duro de acompanamiento.

Wenbrit anuncio a Fidelma con una sonrisa picarona:

– El hermano Cian ha preguntado por vos. Le he dicho que estabais desayunando con el capitan. Parecia muy resentido.

Fidelma no se molesto en responder. No le preocupaba que Cian la estuviera buscando.

– ?Has comunicado ya a los pasajeros que hemos esquivado al barco asaltante, mozalbete? -pregunto Murchad.

– Pocos parecian interesados -respondio-. Otro gallo habria cantado si los sajones nos hubieran alcanzado, seguro.

Se volvio para salir y despues vacilo.

– ?Quieres decir algo? -gruno Murchad, que al parecer conocia muy bien al muchacho.

Wenbrit se dio la vuelta hacia ellos con el ceno fruncido.

– No es nada. Al fin y al cabo, los peregrinos han pagado su pasaje y,…

– ?De que se trata? ?Habla! -exclamo Murchad, impaciente por tanta dubitacion.

– He reparado en que alguien esta cogiendo comida. He echado en falta fiambres, pan y fruta. Aunque no mucha cantidad. De hecho, ayer por la manana ya note que faltaban cosas, y esta manana otra vez…

– ?Que falta comida?

– Y un cuchillo de cortar carne. Primero pensaba que me confundia, pero ahora estoy seguro. Creo que no he servido raciones frugales. Si alguien quiere algo mas, no tiene mas que pedirmelo. Pero los cuchillos tienen cierto valor.

– Wenbrit -dijo Fidelma, inclinandose hacia el con interes repentino-, ?que os hace pensar que haya sido uno de los pasajeros? Estoy de acuerdo en que las raciones que servis son abundantes. ?Cabe la posibilidad de que el responsable sea un tripulante?

Wenbrit nego con la cabeza.

– La comida de la tripulacion se guarda aparte. Este barco se utiliza para transportar pasajeros, de modo que debemos costear y almacenar los alimentos aparte para ellos. Ninguno de los marineros robaria provisiones destinadas a los pasajeros.

Murchad carraspeo, irritado.

– Anunciare a los peregrinos que, si quieren raciones adicionales, solo tienen que pedirlas. Para ser equitativo, tambien se lo hare saber a mi tripulacion.

El chico saludo al capitan y salio.

Fidelma miro a Murchad con gesto pensativo.

– Le teneis mucho carino a ese muchacho, ?verdad?

La pregunta parecio incomodar al capitan un momento.

– Es huerfano. Lo saque del mar. Dios no nos concedio la bendicion de tener hijos, a mi esposa y a mi. El chico es el hijo que nunca tuve. Es un muchacho espabilado.

– Pues creo que acaba de darme una idea. Mas tarde quisiera que Gurvan me acompanara en otra busca por el barco -solicito Fidelma.

Murchad fruncio el ceno.

– No os comprendo, senora.

– Os lo explicare luego, cuando haya meditado sobre el problema.

Murchad extendio el brazo y levanto el jarron de corma, pero Fidelma declino un segundo trago del fuerte licor.

– Con una taza tengo de sobra, Murchad.

El capitan se sirvio una cantidad generosa y se echo hacia atras.

– Parece que ese hermano Cian tiene un interes mas que pasajero en vos, senora -conjeturo.

Fidelma sintio que el rostro se le encendia.

– Ya os dije que le conoci hace diez anos, en mi epoca de estudiante.

– Cierto. Por lo poco que he tratado con el, diria que es un hombre resentido. Me figuro que sera por el brazo que tiene inutilizado.

– Sera por el brazo -afirmo Fidelma.

– Bueno, estabamos hablando de sor Muirgel. -Murchad cambio de tema al notar que Fidelma se violentaba-. Deciais que no iba a ser facil obtener respuestas. Tampoco lo esperaba. Pero ?existe algo que nos indique lo que sucedio?

Fidelma solto un breve suspiro de exasperacion.

– Creo que es evidente que se ha perpetrado un asesinato a bordo, pero no puedo decir con certeza quien es el culpable.

– Pero ?teneis alguna idea, alguna sospecha?

– Parece que muchos de los peregrinos que viajan a bordo sentian aversion por sor Muirgel, y que esta era objeto de envidias y celos ilimitados. Sin embargo, de lo que estoy segura es de que la persona que hundio el cuchillo en su habito sigue a bordo. Lo que no se es si sere capaz de descubrirla antes de que el barco llegue al reino de los suevos.

– Pero ?vais a intentar desenmascarar al asesino?

– Esa es mi intencion. Sin embargo, tardare en hacerlo -asintio Fidelma, seria.

– Todavia tenemos varios dias de viaje antes de llegar al reino de los suevos - considero Murchad en un tono sombrio-. No me gusta pensar que navegaremos desconociendo la identidad del asesino. Todos podriamos correr peligro.

Fidelma movio la cabeza y aseguro:

– No lo creo. Tengo el convencimiento de que el asesino escogio a sor Muirgel porque era objeto de un sentimiento de odio que lo abrumaba. Dudo que nadie mas corra peligro en estos momentos.

Murchad la miro con aprension.

– Pero ?teneis alguna sospecha de quien podria ser el asesino, Fidelma?

En la voz del capitan se adivinaba una tension que demandaba palabras tranquilizadoras.

– Nunca digo nada hasta que no estoy segura -respondio ella-. Pero descuidad, que en cuanto lo este, os informare.

Habia terminado de mordisquear unos bocados suculentos de la comida que habia servido Wenbrit. Fidelma nunca acostumbraba a desayunar en abundancia; por lo general le bastaba con un poco de fruta. A continuacion se puso de pie.

– ?Cual sera el siguiente paso? -quiso saber Murchad.

– Voy a registrar a fondo el camarote y las pertenencias de Muirgel.

Murchad se despidio con renuencia.

– Bueno, mantenedme informado. Y llevad cuidado. Una persona que ha matado una vez no tendra reparo en matar otra, sobre todo si cree que vais a descubrirla. No comparto vuestra opinion de que nadie corra ya peligro.

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