– Pertenecia a sor Canair.

– ?Como sabeis que sor Canair esta muerta? ?O eso es otra cosa que solo Muirgel sabia?

– Yo mismo vi el cadaver. Lo vimos los dos.

– ;Y estabais seguro de que era Canair?

– No creo que olvide nunca la imagen de ese cadaver.

– ?Cuando sucedio?

– La noche antes de subir a bordo.

– ?En la abadia de Ardmore?

– No, en la abadia no. Muirgel y yo no pasamos la noche alli.

Fidelma se asombraba cada vez mas de los giros contradictorios de la historia.

– Creia que el grupo al completo se habia alojado en la abadia.

– Nuestro grupo llego a la abadia a ultima hora de la tarde. No obstante, sor Canair dijo que queria visitar a alguien de las proximidades y abandono el grupo antes de que llegaramos a la abadia. Dijo que se uniria a nosotros mas tarde, pero que si se le hacia tarde acudiria a nuestro encuentro en el muelle al alba. El abad ya habia comprado los pasajes del Barnacla Cariblanca, asi que solo teniamos que reunimos y embarcar.

– Ya. Pero sor Canair no aparecio en el muelle a la manana siguiente, ?cierto?

– Asi es. Para entonces ya estaba muerta.

– ?Y cuando os enterasteis de su muerte?

– Como decia, llegamos a la abadia. Casi todos estaban agotados y se retiraron a dormir. Muirgel me susurro que saldria a dar un paseo antes de recogerse. Me pidio que nos encontraramos fuera, frente a la verja de la abadia, y que evitara ser visto al salir. Crella no dejaba de seguirla a todas partes y empezaba a exasperarla. Dijo que queria estar a solas conmigo. Ya os lo dije ayer… estabamos enamorados.

– Proseguid -le urgio Fidelma cuando el detuvo su relato-. ?Os encontrasteis fuera con Muirgel?

– Si. Ella estaba de buen humor… pero de excelente humor. Me dijo que habia una posada al pie de la colina y que podiamos pasar la noche alli sin que nadie nos viera ni nos molestara.

– ?Y vos accedisteis?

– Por supuesto.

– ?Y pasasteis la noche en la posada?

– Parte de la noche.

– ?Y sor Canair? ?Que papel desempena en esta historia?

El hermano Guss tomo aire para luego expulsarlo con un largo suspiro.

– Muirgel y yo… despues de… poco despues de acostarnos… es decir, en la posada…, oimos un alboroto en la habitacion de al lado. No nos parecio que fuera nada grave. Entonces oimos una especie de grito y a alguien corriendo por el pasillo. No habriamos hecho caso de no haber sido por los gemidos que provenian del cuarto contiguo.

– ?Que hicisteis entonces?

– Movida por la curiosidad, Muirgel fue hasta la puerta; escucho un momento y luego se asomo al pasillo. La puerta de al lado estaba entreabierta y se veia el resplandor de una vela. Muirgel entro para ofrecer ayuda, pues era evidente que alguien sufria.

El joven callo de repente. Parecia tener la boca seca, y Fidelma le sirvio agua de una jarra. Tras una pausa, prosiguio:

– Muirgel volvio a nuestro cuarto corriendo. Estaba impresionada y disgustada a la vez. «?Es sor Canair!», me susurro. Entonces fui a la habitacion y vi a Canair tumbada en la cama; la habian apunalado varias veces en el pecho, alrededor del corazon. Tambien parecia que la habian degollado.

Fidelma entorno los ojos.

– Eso es un claro indicio de un ataque desquiciado -comento.

El hermano Guss no respondio.

Fidelma lo invito a seguir:

– Por lo que decis, estaba con vida todavia, ?no? Habeis dicho que gemia.

– Era su respiracion agonizante -respondio el joven-. Ya estaba muerta cuando yo entre en la habitacion. Cubri su cuerpo con la manta de la cama y apague de un soplo la vela. Luego volvi con Muirgel.

– ?Estaba muerta cuando Muirgel entro en la habitacion? ?Canair llego a decir algo antes de morir?

El hermano Guss nego con la cabeza.

– Muirgel vio las heridas y se alarmo. No comprobo si sor Canair estaba viva o no, y aunque lo hubiera estado, la pobre habria sido incapaz de pronunciar nada inteligible.

– ?Habia rastro alguno del arma que causo las heridas?

– No vi ningun arma, pero estaba demasiado afectado para investigar. Pasamos mucho tiempo deliberando sobre que hacer. Fue idea de Muirgel que sencillamente nos fueramos de la posada, regresaramos a la abadia y fingieramos que habiamos pasado alli la noche entera.

– Pero el posadero sabria que habiais estado alli.

– No pensamos en eso.

– ?Por que no disteis la voz de alarma? Quiza se podria haber descubierto al asesino.

– Porque habria conllevado revelar que estabamos en la habitacion de al lado. El asesino se habria enterado de nuestra presencia, la travesia se habria cancelado… Todo eran complicaciones.

Parecia avergonzado.

– Ahora parece una decision egoista y necia, ya lo se, pero no nos lo parecio asi entonces, sentados en la habitacion contigua a la de aquel espantoso cadaver. No nos juzgueis con severidad, pues es facil pensar de forma logica a plena luz del dia, lejos de aquello.

– El momento de juzgar llegara cuando se aclaren los hechos. Proseguid.

– Regresamos a la abadia antes del amanecer.

– ?No os preocupaba que el posadero diera la voz de alarma y pensara que, por haber huido, estuvierais implicados en el crimen?

– Dejamos dinero para pagar el cuarto, y nos aseguramos de cerrar la puerta del de Canair con la esperanza de que no descubrieran el crimen hasta despues de salir el sol. Creiamos que todos dormian, pero al salir vimos al tabernero cargando un carro a la luz de unas antorchas. No nos vio. Regresamos a la abadia a toda prisa y nos sentamos en el refectorio, de manera que cuando aparecieron los otros hermanos del grupo, no dudaron de que habiamos pasado la noche alli.

Fidelma se dio unos golpecitos en la nariz, sopesando los hechos. Era una historia tan complicada, que estaba segura de que el joven decia la verdad.

– ?Y el resto del grupo? ?Estaban todos en la abadia?

– Si, todos.

– ?Nadie sospecho que no habiais pasado la noche alli?

El hermano Guss movio la cabeza para negar, pero anadio:

– Creo que Crella desconfiaba, porque no dejaba de lanzarnos miradas asesinas.

– Asi que Canair no aparecio, ninguno de los dos contasteis lo sucedido a nadie, y subisteis a bordo.

El hermano Guss hizo un gesto afirmativo.

– Yo creia que todo iba bien. Muirgel se habia hecho cargo del grupo y habia

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