Fidelma miro al joven con compasion.

– Seremos cautos, hermano Guss. Entretanto, consolaos con que amabais a Muirgel y que, si como decis ella os correspondia con el mismo amor, erais doblemente afortunado. Recordad el Cantar de los Cantares, pues a el pertenece el pasaje que Muirgel cito. El siguiente verso dice:

No pueden aguas copiosas extinguirlo

Ni arrastrarlo los rios.

El hermano Guss no se veia con animo de volver junto con sus companeros, de modo que regreso a su propio camarote para llorar a solas. Fidelma salio al encuentro de Murchad, que estaba fuera, tras la puerta, con el marinero de nombre Drogan.

– Permaneced aqui de guardia, Drogan, y no permitais que nadie entre sin mi permiso o el de Murchad -ordeno. Se volvio al capitan para preguntarle-: ?Los demas todavia estan tomando el desayuno?

Murchad asintio.

– ?Que les direis? -quiso saber.

– Les contare la verdad. El asesino la sabe, asi que los demas tienen derecho a saberla tambien. Cuanto antes salga todo a la luz, antes tal vez cometa el asesino un desliz.

Murchad siguio a Fidelma al comedor, donde Wenbrit estaba recogiendo los restos del desayuno. Los peregrinos estaban sentados en silencio. El hermano Tola habia vuelto con ellos y, aunque se habia negado a contarles nada, todos habian notado que algo habia sucedido. Cuando Fidelma entro con pasos decididos y se coloco a la cabecera de la mesa, solo Cian le dirigio un saludo. Pero ella no lo devolvio. Todos tenian la vista puesta en ella, intentando adivinar que noticia les iba a comunicar.

Hasta el joven Wenbrit se apercibio de que algo sucedia y se detuvo, aun sosteniendo un monton de platos sucios.

– Hemos hallado el cuerpo de sor Muirgel -anuncio Fidelma.

Hubo varias reacciones mientras cada uno asimilaba la noticia.

Sor Crella hizo amago de levantarse, pero se volvio a sentar con un grave lamento de angustia. Sor Gorman solto una risilla nerviosa.

El hermano Tola, que se habia estado conteniendo hasta que Fidelma entro en la sala, fue el primero en preguntar.

– ?Eso significa que ha estado a bordo todo este tiempo? ?Que no habia caido al mar?

– Asi es.

– No lo entiendo. ?Como es posible que se ahogara sin caer al agua? -pregunto sor Ainder.

Fidelma la miro fijamente con una sonrisa glacial.

– Sencillamente, porque no se ahogo. La han degollado durante el transcurso de la ultima media hora.

El lamento de sor Crella se volvio un gemido agudo.

Fidelma recorrio con la mirada toda la mesa. Sor Crella parecia ser la mas afectada, si bien todos manifestaban alguna emocion.

– ?Estais segura? -era Cian quien hacia la pregunta.

– ?Segura de que? -le pregunto.

Cian se rebullo con desasosiego ante aquella mirada afilada, y explico sin conviccion:

– Si estais segura de que estamos hablando de sor Muirgel. Primero se nos dice que esta muerta, luego que esta viva y muerta otra vez. ?Esta viva o esta muerta?

Fidelma miro al hermano Tola, al otro extremo de la mesa.

– En efecto, se trata de sor Muirgel -confirmo con voz queda-. Yo mismo he identificado el cuerpo. Y el hermano Guss tambien… -Miro en derredor y reparo en que Guss no habia regresado aun.

Fidelma adivino la pregunta que el monje se disponia a formular, y dijo a todos:

– El hermano Guss ha vuelto a su camarote para echarse un rato. Tambien estaba muy afectado.

Todos guardaban silencio en la mesa, salvo Crella, que no dejaba de sollozar.

– Sor Muirgel se ha cruzado con su asesino en la ultima hora -prosiguio Fidelma-. ?Podeis dar cuenta de donde habeis estado durante ese tiempo?

– ?Como? -salto sor Gorman toda acalorada-. ?Insinuais acaso que ha sido uno de nosotros?

Fidelma los miro uno a uno.

– Desde luego, ?no va a ser un tripulante! -exclamo con una sonrisa ironica-. Sor Muirgel conocia a su asesino. De hecho, habia fingido su desaparicion con el proposito de evitar que la matara. Se ocultaba durante el dia y salia para comer y hacer ejercicio por las noches o de madrugada. -Mientras hablaba, Fidelma recordo algo-. De hecho, la manana siguiente de su supuesta caida al mar, en que una niebla espesa envolvia el barco, me cruce con ella y no la reconoci. Podemos dar por sentado, Wenbrit, que Muirgel se alimentaba de la comida que echabais en falta.

El muchacho la miraba atonito.

– ?Estais diciendo que sor Muirgel monto una farsa para hacernos creer a todos que habia caido al mar? -Sor Ainder no conseguia asimilar lo que acababan de contarle-. Pero ?por que?

– Queria despistar a su asesino.

El hermano Tola solto una carcajada de incredulidad.

– Por todos los santos. Pero ?donde pretendia esconderse en un barco asi? Si no hay lugar posible.

– Disculpad, pero no estoy de acuerdo. -Fidelma estuvo tentada de contarle que Muirgel paso la primera noche a menos de un metro de el mientras dormia-. Lo mas importante es que el asesino de sor Muirgel es un miembro de vuestro grupo. ?Donde habeis estado cada uno de vosotros durante la ultima hora?

Se miraron los unos a los otros con suspicacia.

El hermano Tola hablo por todos.

– Hara cosa de una hora que nos hemos sentado a desayunar todos a la vez.

La mayoria dijo que antes se encontraban en sus respectivos camarotes, exceptuando a sor Ainder, que justifico su ausencia afirmando que se hallaba en el defectora, y a Cian, que dijo que habia subido a cubierta a hacer ejercicio.

– ?Estabais vos en vuestro camarote, hermano Bairne? -inquirio Fidelma.

– Asi es.

– Esta junto al de Muirgel, ?verdad? ?Oisteis algo?

– ?Me estais acusando? -bramo el joven, enrojeciendo de furia-. Tendreis que demostrar con pruebas semejante acusacion.

– Si tuviera que acusar a alguien, no lo haria hasta estar segura de poder demostrarlo -respondio Fidelma con seguridad-. Tendre que hablar con cada uno de vosotros otra vez.

– ?Con que derecho? -espeto sor Ainder, indignada-. Todo esto es ridiculo. Gente que finge caer al mar, accidentes que resultan ser asesinatos, ?cadaveres que no son cadaveres!

– Ya sabeis que tengo el derecho y la autoridad para realizar esta investigacion. -Fidelma interrumpio su diatriba.

El hermano Tola lanzo una mirada a Murchad.

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