– ?Acosar? Interesante palabra.

– ?Como lo llamariais si no, cuando una persona intenta imponer sus atenciones a otra? -inquirio sor Crella.

– ?Asi que creeis que el hermano Guss imponia sus atenciones a sor Muirgel y que ella no le correspondia?

– Por supuesto. Era un lunatico… lo mismo que el hermano Bairne. Muirgel no queria nada con el. De eso estoy segura.

– ?Y como puedes estarlo tanto?

– Porque Muirgel era mi amiga. Ya os lo dije: entre nosotras no habia secretos.

– Y aun asi Muirgel no os conto que temia por su vida y que iba a esconderse en el barco, ?no? Si entre Muirgel y Guss no habia nada, ?por que la ayudo a esconderse… incluso de vos?

Crella miraba a Fidelma con furia.

– Guss ha estado contando embustes sobre Muirgel.

– Entonces, ?como se explica que Muirgel recurriera a Guss cuando se sintio amenazada? -insistio Fidelma-. ?Que fuera Guss quien la ayudara a esconderla los dos ultimos dias?

– Ese mancebo granujiento iba diciendo por ahi que era amante de Muirgel. Y yo puse en entredicho la septima union.

De pronto Crella se agacho e introdujo un brazo bajo la litera, de donde saco un cuchillo largo y fino con un movimiento continuo. Se levanto y lo empuno ante si. Fidelma reacciono deprisa poniendose en pie, dispuesta a defenderse del ataque. Pero sor Crella sencillamente se quedo mirando el cuchillo. Luego lo ofrecio a Fidelma por la empunadura.

– Tomad.

Fidelma estaba atonita.

– ?Vamos! -le grito sor Crella-. ?Cogedlo! Ya vereis que aun tiene sangre seca.

– ?Que es esto?

– El cuchillo con el que seguramente mataron a mi pobre amiga, ?que si no?

Fidelma tomo el cuchillo con cuidado. Era cierto que en la hoja habia restos de sangre seca, aunque no podia saber si esa era el arma del asesino. Como tampoco podia demostrar que no lo fuera. Era un cuchillo de cortar carne.

– ?Que os hace pensar que con esto mataron a vuestra prima? -inquirio planteando la pregunta con tiento-. ?Como ha llegado a vuestras manos?

– El hermano Guss lo metio en mi camarote -respondio Crella tragando saliva-. Yo habia salido a desayunar. Luego llegasteis vos y nos comunicasteis que Muirgel habia muerto. De regreso a mi camarote me encontre con Guss en el pasillo; no me gusto nada el modo en que me miraba. Se rozo conmigo al pasar y subio a la cubierta. Yo me dirigi a mi camarote, y alli encontre el cuchillo.

Fidelma miro al suelo bajo la litera; desde alli no veia nada.

– ?Donde estaba? -pregunto.

– Debajo de la litera.

– ?Y como lo visteis?

– Por casualidad.

– ?La casualidad no permite ver a traves de objetos solidos! No lo podriais haber visto desde ningun angulo de esta sala a menos que os hubierais arrodillado a mirar bajo la cama.

Crella no se inmuto.

– Volvi con una manzana en la mano. Al abrir la puerta, se me cayo. Al agacharme a cogerla, vi el cuchillo.

– Pero no visteis a Guss meterlo ahi, ?no? Vuestra version no explica por que pensais que Guss era el culpable.

– Porque estabamos todos desayunando… a excepcion de una persona. El hermano Guss no estaba con nosotros. Vos dijisteis que estaba en su camarote, pero yo le vi fuera de su camarote. Guss ha tratado de implicarme en el asesinato de Muirgel. Le dijo a todo el mundo que yo era la asesina -se quejo frunciendo el ceno-. Seguramente a vos tambien.

– ?Quien os dijo que habia dicho a todo el mundo que erais la asesina? -quiso saber Fidelma.

Crella vacilo.

– El hermano Cian. Guss se lo dijo a el; me lo conto Cian.

– ?Y como reaccionasteis? Habiais hallado el cuchillo y Cian os dijo que Guss os acusaba. ?Que hicisteis luego?

– Me enfade tanto, que subi a cubierta hecha una furia para hacer frente a Guss.

– Pero dejasteis el cuchillo en el camarote.

– ?Como lo sabeis?

– Porque no lo llevabais en la mano cuando estabais en la cubierta, y acabais de sacarlo de debajo de la litera.

– Si, lo deje aqui.

– Es extrano, pues, que no os llevarais el arma para hacer frente a Guss.

– No lo se. Solo quise advertirle de que yo sabia la verdad de esas falsas relaciones sexuales secretas con Muirgel. ?Yo solo queria advertirle de que no se saldria con la suya!

– Y no se salio, ?verdad? Lo asustasteis tanto, que al apartarse de vos cayo al agua. -Sor Crella empezo a quejarse, pero Fidelma se empeno en seguir hablando-. Era un asesino despiadado, ese hermano Guss, que no solo mataba sino ademas colocaba las pruebas del delito en lugares que incriminaran a otros… y aun asi, cuando una mujer le planto cara delante de todo el mundo, se asusto tanto, ?que el mismo se cayo por la borda!

Sor Crella percibio el sarcasmo en su voz.

– ?El puso el cuchillo ahi y me acuso!

– Por desgracia, ya no podemos interrogar a Guss -observo Fidelma con frialdad-. Con su muerte parece que todo queda convenientemente resuelto.

Crella la miro con recelo.

– No se que insinuais.

– Decidme, ?como estais tan segura de que Muirgel no tenia una relacion con Guss? Aun no lo he entendido.

Crella adelanto el menton.

– ?No me creeis?

– ?Mantenia Muirgel muchas relaciones?

– Las dos sabemos muy bien que es ser una mujer en edad de merecer. Las dos hemos tenido nuestros propios amorios.

– ?Asi que ella siempre os contaba con quien pasaba las noches?

Crella la miro, sonriendo a la defensiva.

– Claro que si.

– ?Cuando fue la ultima vez que os hablo de un asunto amoroso?

– Ya os lo dije el otro dia. Estaba con Cian. De hecho, yo misma estuve en amores con Cian antes de cansarme de el.

– ?No sera mas bien que Cian os dejo por Muirgel?

El rostro de Crella se encendio.

– A mi nadie me deja.

– ?Verdad que eso desperto celos e ira en vos?

– ?No los suficientes para matarla! No seais ridicula. A menudo

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