pique porque la tripulacion o el capitan se han pasado con el alcohol.

Fidelma estaba intrigada por la vehemencia contenida en el tono de voz del chico.

– Veo que habeis dado muchas vueltas a esta cuestion, Wenbrit.

El chico solto una risotada que sorprendio a Fidelma por el resquemor que traslucia.

– ?He dicho algo que no debiera? -quiso saber Fidelma.

Wenbrit se apresuro a disculparse.

– En absoluto, senora. Perdonadme. No es culpa vuestra. Ahora ya no me importa contaroslo. Murchad me salvo la vida. Me saco del mar, de un naufragio parecido a ese. -Con la cabeza senalo hacia los restos esparcidos por el agua.

Fidelma quedo sin habla, hasta que dijo:

– ?Y cuando sucedio, Wenbrit?

– Ya hace unos anos. Yo iba en un barco que choco contra unas rocas por culpa de un mal navegante. No recuerdo gran cosa, salvo que el capitan estaba bebido y erro al dar las ordenes. El barco se hizo pedazos. Murchad me rescato del mar dias despues. Yo estaba atado a un trozo de madera; de lo contrario me habria hundido en el mar y me habria ahogado. Uno de los cabos que me amarraban a la madera se escurrio hasta quedar alrededor del cuello. Ya note que os fijasteis en la cicatriz.

Fidelma empezo a comprender por que el muchacho casi idolatraba a Murchad.

– Asi que sois grumete desde muy chico, ?eh?

Wenbrit sonrio con desgana.

– ?A tus padres no les importo? -le pregunto con delicadeza.

Wenbrit levanto la cabeza para mirarla, y Fidelma vio que la angustia inundaba aquellos ojos oscuros.

– Mi padre era el capitan.

Fidelma trato de disimular su impresion.

– ?Vuestro padre era capitan de barco?

– Era un borracho. Se emborrachaba con frecuencia.

– ?Y vuestra madre?

– No me acuerdo de ella. El me conto que murio al poco de nacer yo.

– ?Alguien mas se salvo del naufragio?

– No que yo sepa. No recuerdo nada entre el momento en que chocamos y aquel en que me subieron a bordo del Barnacla Cariblanca. Murchad me dijo que debia de haber pasado varios dias a la deriva y que estaba medio muerto cuando me pescaron.

– ?Intentasteis buscar mas supervivientes? Quiza vuestro padre se salvo.

Wenbrit se encogio de hombros con un gesto de indiferencia.

– Murchad hizo escala en el puerto de Cornualles, el puerto de matricula del barco de mi padre. Pero alli no sabian nada. Habian dado por perdida a toda la tripulacion.

– Aparte de Murchad, ?quien mas conoce tu historia?

– Casi todos los marineros de este barco, senora. Ahora esta es mi casa. Gracias a Dios que Murchad aparecio en aquel momento. Ahora tengo una nueva familia, y mucho mejor de la que nunca habia tenido.

Fidelma le sonrio y puso una mano en su hombro.

– Si, gracias a Dios, Wenbrit. -Entonces un pensamiento le vino a la mente-. Y gracias a la persona que ato vuestro cuerpo inconsciente a ese trozo de madera para que al menos vos tuvierais una posibilidad de salvaros.

Les llego un grito desde el agua en el momento en que el esquife se aproximaba a la mancha que formaban los pecios. Gurvan estaba de pie en equilibrio precario, escrutando el agua en busca de supervivientes. Acto seguido senalo con el dedo y volvio a sentarse. Desde alli veian los remos bogando.

– ?Han hallado algun superviviente? -pregunto Fidelma.

Wenbrit nego con la cabeza.

– Creo que se trata de un cadaver: lo estan devolviendo al agua

– ?Y no podemos recogerlo? -protesto Fidelma, pensando en que merecian unas honras funebres.

– En la mar, senora, hay que anteponer los vivos a los muertos -le explico Wenbrit.

Les llego otro grito desde el agua y vieron que subian otra figura al esquife. Divisaron entonces movimiento cerca del bote: era alguien que trataba de nadar hasta alli.

– Al menos dos almas se han salvado -musito Wenbrit.

A los quince minutos el esquife regreso. En total, solo habian encontrado a tres con vida; ahora Murchad se afanaba en reemprender la marcha, pues hasta Fidelma se daba cuenta de que el viento y la marea empujaban al Barnacla Cariblanca a un ritmo sostenido contra las rocas pese a estar la vela bajada y las rejeras echadas. Fidelma se habia preguntado que serian las rejeras. Sabia que era un ancla normal y corriente. Wenbrit se lo explico: el barco tenia cuatro grandes bolsas de piel, que echaban al agua y hacian las veces de carga de arrastre en estos casos, a fin de evitar que la embarcacion se moviera por falta de resistencia.

Entre algunos hombres subieron a bordo a los tres marineros rescatados, tras lo cual Murchad empezo a gritar una serie de ordenes.

– ?Izad la vela mayor! Levad rejeras. ?Listos para virar por redondo! ?Gurvan, a la espadilla!

Fidelma asumio la responsabilidad de ir a donde estaban los hombres a los que habian rescatado. La mayoria de la tripulacion estaba atareada en poner al barco fuera de peligro.

Uno de los tres rescatados ya estaba sentado, tosiendo con debilidad. Los otros yacian inconscientes.

Fidelma se percato al instante de varias cosas. Los que aun no habian vuelto en si vestian el atuendo habitual de un marinero; por tanto, a juzgar por su aspecto, eran hombres de mar. El que ya se recobraba iba bien vestido, y aunque tuviera la ropa empapada y no llevara armas, Fidelma adivino que era un hombre de rango.

Era de constitucion fuerte, lo cual podria haber contribuido a que saliera ileso del agua; ademas era rubio y lucia un largo bigote que colgaba a ambos lados de la boca, a la manera gala. Una capa de sal seca le cubria la tez. Tenia ojos de color azul celeste y facciones bien definidas. Pese a estar calado hasta los huesos, su indumentaria era de excelente calidad. Parecia un hombre avezado a la vida al exterior. Fidelma advirtio tambien que llevaba valiosas piezas de joyeria.

– Oumodo vales? - lepregunto en latin, suponiendo que si era un hombre de rango tendria conocimientos de esta lengua, fuera de la nacionalidad que fuera.

Para su asombro, el hombre le respondio en su propia lengua y con un acento que Fidelma atribuyo al reino de Laigin.

– Yo estoy bien -dijo y senalo a sus companeros desvanecidos-. Pero parece que ellos estan en peor estado.

Fidelma se agacho a tomar el pulso del primer marinero. Lo noto, pero era debil.

– Creo que ha tragado mucha agua -anadio el irlandes.

Wenbrit se acerco a ellos.

– Yo se como reanimarlo, senora -se ofrecio.

Fidelma se hizo a un lado y observo al muchacho, que puso al hombre boca arriba y luego se sento a horcajadas sobre el.

– Hay que sacar el agua que ha tragado. Poneos junto a su cabeza y extended

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