a cometer semejante accion?

Toca Nia miro las duras facciones de Murchad y luego se dirigio a Fidelma.

– ?Ese no tiene nada de santo hermano!

– ?Explicaos! -insistio Murchad-. El hermano Cian forma parte de un grupo de peregrinos que viaja en mi barco.

– ?Cian! Sin duda, asi se llama: tengo motivos para recordarlo. Pero es guerrero, como yo. Uno de los guerreros de Ailech. ?Es el Carnicero de Rath Bile!

Fidelma miraba a Toca Nia tratando de entender la acusacion.

– ?El Carnicero de Rath Bile? -repitio, desconcertada.

– Arrasaron una aldea entera y su fortaleza, quemaron todos los edificios, aniquilaron a mujeres y ninos… siguiendo la orden de Cian de Ailech. Ciento cuarenta almas enviadas al cielo por ese monstruoso, maldito… -La turbacion hizo subir el tono en la voz de Toca Nia.

Fidelma levanto una mano para hacerle callar.

– Calmaos, Toca Nia. ?Que os hace pensar con tanta conviccion que el hermano Cian fue el responsable de semejante atrocidad?

El rostro del irlandes era una mascara de furia y sus ojos irradiaban tormento.

– Porque mi madre, mis hermanas y mi hermano menor murieron alli; porque yo estaba alli y lo vi con mis ojos.

* * *

Fidelma se sento en la litera del camarote de Murchad y este se despatarro sobre una silla. Habian dejado a Toca Nia en el camarote de Gurvan, con Drogan de guardia en la puerta. Fidelma estaba inquieta. Aquella situacion parecia irreal.

– Jamas habia visto un cambio tan brusco de temperamento -comento a Murchad-. Ese Toca Nia parecia una persona amable y simpatica al principio, pero en cuanto a visto ha Cian se ha convertido en un maniaco furibundo fuera de control.

Murchad se encogio de hombros.

– Si lo que dice es verdad, su arrebato es comprensible. Vos conoceis a Cian desde hace tiempo. ?No habeis oido hablar de los hechos que ha mencionado Toca Nia?

Fidelma se rebullo un poco, incomoda.

– Conoci a Cian hace diez anos -admitio-. Era guerrero de la escolta del rey de Ailech. Pero aparte de esto no se nada mas. Nunca habia oido hablar de Rath Bile.

Quedaron un buen rato en silencio mientras Murchad intentaba traer a la memoria alguna membranza.

– Yo recuerdo algo de lo acontecido -dijo al fin.

– ?Cuando sucedio?

– Ya hace unos anos. Cinco anos quiza. Rath Bile esta en la region de los Ui Feilmeda en el reino de Laigin.

– Eso queda al sur de la abadia de Kildare -anadio Fidelma con el ceno fruncido-. Yo pase unos anos en esa abadia y no recuerdo haber oido la historia. -Recapacito un momento-. ?Cinco anos decis? Puede que ocurriera cuando me enviaron al oeste durante cierto tiempo. ?Que sabeis de esa matanza?

Murchad volvio a encogerse.

– Poca cosa. Habia un conflicto entre el rey supremo Blathmac y Faelan de Laigin… cierta disputa acerca de si los Ui Cheithig debian pagar tributo a Blathmac de Tara o a Faelan de Fearna.

»Se que se firmo un acuerdo. Pero al parecer Blathmac quiso dar a Faelan una leccion por el desafio y envio a una cuadrilla de sus guerreros de elite en un barco costa abajo a la region de los Ui Enechglais. Asaltaron la fortaleza del hermano de Faelan en Rath Bile y cometieron una verdadera matanza. Es cierto que muchos ancianos, mujeres y ninos murieron, asi como un punado de guerreros de Laigin que defendian la aldea.

Fidelma habia perdido el sosiego.

– No queriamos una complicacion asi en esta travesia.

Murchad compartia su desazon.

– Y no habeis averiguado nada mas del asesinato de sor Muirgel, ?verdad? Se rumorea que podria haber sido sor Crella. ?Es eso cierto?

– Aun no estoy satisfecha. Detras de todo esto hay mas de lo que parece. ?Cuanto tardaremos en arribar al puerto de Uxantis?

– Con este viento estaremos alli en una hora. Debereis aconsejarme sobre las medidas que debo tomar con Toca Nia y Cian, senora.

Fidelma asintio con la cabeza.

– Si mal no recuerdo, las leyes concernientes a los crimenes de guerra que contempla el Crith Gablach dictan que, una vez se decide el cairde, es decir, el tratado de paz, las partes solo tienen un mes para reivindicar derechos bajo las condiciones establecidas. Quienes quieran imponer una represalia bajo la ley por cualquier posible muerte ilicita deben hacerlo dentro de ese mes. Esta masacre de la que hablais sucedio varios anos atras.

Murchad estaba apesadumbrado.

– ?Primero un asesinato y ahora crueldades de guerra! Jamas me habia topado con semejantes circunstancias en toda mi vida como navegante. ?Que debemos hacer? Toca Nia no deja de citar el Libro Sagrado y exige venganza.

– Pero la venganza no es la ley -objeto Fidelma-. Este asunto debe tratarse ante un jefe brehon, pues yo no estoy capacitada para aconsejar sobre como se debe actuar en estos casos.

– Os aseguro que yo menos, senora.

– Hablare con Cian -resolvio Fidelma, levantandose-. Lo primero es saber que implicacion tiene en este asunto.

* * *

Cian estaba reclinado boca arriba en su litera con un trapo ensangrentado sobre la nariz. El camarote que compartia con el hermano Bairne estaba a oscuras. Un farol se balanceaba de un gancho en el techo, proyectando luces tremulas que se perseguian unas a otras. Al parecer nadie le habia contado todavia de que lo acusaba Toca Nia. Aparto el trapo y recibio a Fidelma con una sonrisa torcida.

– Nuestro navegante naufragado tiene una curiosa manera de expresar gratitud a sus salvadores -ironizo Cian a modo de saludo.

Fidelma permanecio impasible.

– Imagino que no has reconocido a ese hombre.

Cian se encogio de hombros; luego se encogio de dolor.

– ?Deberia reconocerlo?

– Se llama Toca Nia.

– Nunca he oido hablar de el.

– No era un navegante, sino un pasajero del barco que se hundio. De hecho, fue guerrero de Faelan de Laigin.

Cian respondio con desden.

– Yo no conozco a todos los guerreros de los Cinco Reinos. ?Que tiene contra mi?

– Pensaba que lo conocias. Porque el te conoce.

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