– ?En que barco viajabais? -pregunto Murchad al superviviente.

– Tenia por nombre el Morvaout… que vendria a ser el Cormoran si no me equivoco.

Murchad lo miro de hito en hito.

– ?Era un barco de peregrinos?

Toca sonrio.

– No, era un mercante que transportaba vino y aceitunas a Laigin, y a mi con todo ello.

Fidelma decidio intervenir.

– Es Toca Nia, antiguo comandante de la escolta del rey de Laigin y luego domador de corceles para el principe de… ?de donde?

– De Montroulez. Es un pequeno principado de la costa norte de la Pequena Bretana.

– ?En que pensaba vuestro capitan mientras conducia al barco por estas aguas peligrosas? -pregunto Murchad a continuacion.

El antiguo guerrero se encogio de hombros.

– El capitan murio hace dos dias. Por eso el barco se desplazo al sur hasta Uxantis en vez de navegar en direccion norte, derecho a Laigin. El primer oficial tomo el mando y me temo que no era un navegante competente, ni supo controlar a una parte de la tripulacion, que se nego a acatar sus ordenes. Le gustaba demasiado la sidra.

– ?Quereis decir que la tripulacion se amotino?

– Algo asi, senora.

– ?Estaban implicados algunos de los supervivientes? -inquirio Murchad-. Porque no quiero amotinados en mi barco.

– No sabria decirle. Al morir el capitan se impuso el caos.

– ?De que murio? ?Murio durante el amotinamiento?

– Sencillamente se desplomo, muerto, estando al timon. Dejo de latirle el corazon. He visto morir a otros asi, de ese modo inexplicable, antes y despues de la batalla. No por heridas de guerra, sino por pararse el corazon.

– ?Y el capitan era el unico navegante capacitado a bordo? -insistio Murchad-. Es muy raro.

– Sea raro o no, ya habeis visto el resultado. Por fortuna vos pasasteis y lo visteis. De lo contrario, no estaria vivo. Capitan, necesitaria un pasaje a Laigin.

Murchad movio la cabeza en respuesta negativa.

– Esta es una travesia de peregrinacion al santo lugar de Santiago. Dudo que regresemos a Ardmore antes de tres semanas o mas. Pero vamos a desembarcar en Uxantis. Alli no tardareis en encontrar un barco que os lleve de vuelta a casa.

El antiguo guerrero sonrio con pesar.

– Tendre que vender algunas de estas bagatelas -dijo, mostrandoles las joyas de las manos-. Con ese barco se han hundido en las profundidades los ahorros de un ano. -Senalo con la cabeza hacia las rocas-. Ahora solo tengo lo que veis. Que se le va hacer. Quiza pueda encontrar algun navio que me lleve como tripulante.

Murchad lo miro con recelo.

– ?Teneis experiencia como navegante?

El hombre se desternillo de risa.

– Por los dioses de la guerra, en absoluto. Soy un buen guerrero. Entiendo de tacticas de combate y de manejo de armas. Adoro los caballos y tengo habilidad para domarlos. Hablo tres lenguas. Puedo leer, escribir y hasta entender algo de Ogham. Pero del arte de la navegacion no se nada.

Murchad apreto lo labios.

– Bueno, tendreis que espabilaros y encontrar en Uxantis un pasaje a Eireann. Y ahora, si me disculpais.

Murchad volvio a su trabajo.

Wenbrit llego con el alcohol y dio una copa al guerrero.

– Deberiais quitaros esa ropa mojada -le aconsejo-. Creo que por ahi puede haber algo que os vaya bien.

– ?Bien hecho, muchacho…!

El hombre callo en seco.

El guerrero se habia quedado inmovil con la copa levantada. Tenia la boca abierta, como si se dispusiera a beber, pero sus ojos estaban abiertos como platos y con la mirada fija. Una expresion de incredulidad le cubrio el semblante, y un nervio empezo a temblarle en la sien.

Fidelma se dio la vuelta para averiguar que habia causado aquel cambio de actitud tan brusco.

Cian acababa de aparecer en la cubierta; miraba aqui y alla, como si quisiera entender que habia sucedido desde que Murchad habia enviado abajo a los peregrinos. Al ver a Fidelma se dirigio hacia ellos.

Como una fiera, Toca Nia emitio un ruido gutural. La copa se le cayo de las manos y su contenido se derramo sobre el suelo de la crujia.

Antes de que Fidelma pudiera darse cuenta, el hombre se lanzo para embestir a Cian, atonito ante el ataque.

– ?Bastardo! ?Asesino!

Ambas palabras restallaron como un latigo en el aire. Acto seguido arremetio contra Cian y le atizo un punetazo en la cara pasmada. Cian se quedo plantado, aturdido, con la nariz ensangrentada y los ojos muy abiertos, incredulos. Lentamente, como desafiando toda logica, se desplomo de espaldas.

CAPITULO XVII

Fidelma se quedo clavada, estupefacta, alli donde se encontraba. Wenbrit fue el primero en reaccionar dando un grito de alarma. Dos marineros de Murchad sujetaron a Toca Nia cuando este levanto el pie con la clara intencion de patear la cabeza expuesta de Cian, que permanecia en el suelo de la cubierta. Los marineros lo apartaron a rastras de el. Murchad llego corriendo.

– ?Que demonio…? -empezo a decir.

– ?El demonio, eso es! -salto Toca Nia, forcejeando para soltarse de los marineros, distorsionada su cara por el odio.

Fidelma se agacho junto al cuerpo inconsciente de Cian y le tomo el pulso. Levanto la cabeza y pregunto a Murchad:

– ?Alguien podria baja a Cian a su camarote y atenderlo? No creo que el golpe sea grave, pero esta inconsciente.

Murchad hizo una sena a dos tripulantes y, sin rechistar, levantaron el cuerpo de Cian y lo trasladaron abajo.

Fidelma volvia a estar en pie, dispuesta a encararse con Toca Nia, al que los marineros habian conseguido inmovilizar. Fidelma se cruzo de brazos y, con el ceno fruncido, miro al semblante turbado del guerrero.

– ?Que significa esto? -exigio.

Toca Nia no respondio.

– Se os ha pedido una explicacion, amigo -advirtio Murchad-. No os he sacado del mar para ver como matais a uno de mis pasajeros, a un santo hermano en peregrinaje. ?Que os ha impulsado

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