cuerpo inerte de Toca Nia-. Cian ha matado a su acusador y ha huido a tierra.
Parecia la unica explicacion logica. Fidelma solto un suspiro de resignacion.
– Cierto, es lo que parece -reconocio-. Aun asi, la isla no es un lugar lo suficiente grande para esconderse. No deja de ser una isla. Lo acabaremos encontrando. Voy a vestirme. Debemos bajar a tierra y encontrar a Cian cuanto antes.
Murchad, Gurvan y Fidelma arribaron al muelle en el esquife y desembarcaron. No habia ni un alma bajo la luz grisacea de la aurora. Subieron por el sendero que llevaba a la iglesia, y se sorprendieron al ver que en la penumbra de la entrada aparecio una figura que fue a recibirlos. Era el padre Pol y estaba muy serio.
– Se a quien habeis venido a buscar -anuncio a modo de saludo.
La solemnidad de Fidelma era pareja.
– ?Os ha dicho por que se ha refugiado aqui? -le pregunto.
– Se de que se le acusa -respondio el sacerdote.
– ?Sabeis donde esta? Seria de gran ayuda que nos lo dijerais, pues evitariamos perder tiempo buscandolo por toda isla.
– No hara falta, hermana. Y yo tampoco lo permitiria. El hermano Cian esta en la iglesia.
El tono severo del capellan la confundia, y era distinto del que usara el dia anterior.
– En tal caso debemos llevarlo de vuelta al
El sacerdote arrugo el entrecejo y levanto una mano para detenerlos.
– No puedo permitirlo.
Fidelma miro con asombro al padre Pol.
– ?Que no podeis permitirlo? -repitio perpleja-. Ayer dijisteis que la situacion de Cian no era asunto vuestro. ?Y ahora decis que no permitireis que nos lo llevemos al barco? ?Que clase de logica manejais?
– Tengo autoridad para impedir que os lleveis a Cian con vosotros.
– El crimen se ha cometido a bordo del barco de Murchad, no en vuestra isla, de modo que esta dentro de la jurisdiccion de Murchad.
El sacerdote puso cara de confusion un momento y luego se cruzo de brazos con animo de no moverse.
– En primer lugar, el hermano Cian se ha acogido a sagrado en este lugar - anuncio-. En segundo lugar, el supuesto crimen del que se le acusa sucedio hace cinco anos y a cientos de kilometros de aqui. Careceis de autoridad para juzgar esos cargos en el barco. Vos misma lo dijisteis ayer.
Rascandose la nuca, Murchad miro a Fidelma en busca de consejo.
– ?Se ha acogido a sagrado? -repitio desorientado-. No se si lo he entendido bien…
El padre Pol intervino.
– Sor Fidelma te explicara lo que Dios dijo segun esta escrito en el libro de los Numeros: «Elegireis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiere muerto a alguno sin querer. Estas ciudades os serviran de asilo contra el vengador de la sangre…».
– Ya sabemos que esta escrito en los Numeros, padre Pol -concedio Fidelma con calma. Se volvio hacia Murchad para explicarselo-: El refugio sagrado al que se refiere es comparable a nuestra ley de
El padre Pol inclino la cabeza para darle la razon.
– Lo comprendo, hermana. Sin embargo, las leyes de Eireann no se aplican en Uxantis. Aqui la ley es la ley de Dios segun se dicta en las Sagradas Escrituras. Dice el Exodo: «A aquel que hiera mortalmente a otro yo le senalare un lugar donde podra refugiarse». Vuestro hombre tiene derecho a recogerse en este lugar hasta que pueda preparar su defensa contra quienes buscan vengarse contra el.
– Padre Pol, nosotros no buscamos venganza. Pero el hermano Cian debe venir con nosotros para poder defenderse contra ese crimen.
– Se ha acogido a sagrado de la manera debida y se le ha concedido.
Aquello le dio una idea a Fidelma.
– ?De la manera debida? -repitio.
Trataba de actuar como una buena
– ?Decis que se ha acogido a sagrado de la manera debida? -repitio.
El padre Pol prefirio no responder al percibir que Fidelma se disponia a plantear una argumentacion.
– Acabais de citar la ley del Exodo, pero no habeis terminado la cita. El versiculo termina diciendo: «Si de proposito mata un hombre a su projimo traidoramente, de mi altar mismo le arrancaras para darle muerte». ?Es asi?
– Sin duda. Pero, ?que traicion hay en la guerra? En la guerra se permite matar. Un guerrero puede actuar con fiereza en la batalla y no saber lo que hace. Si asi fue, Cian respondera por las consecuencias, por supuesto. Pero dudo que podais sostener que actuo traidoramente.
– No nos referimos a los crimenes de los que Toca Nia acusaba al hermano Cian -respondio Fidelma lentamente-, sino al hecho de que han matado a Toca Nia en su litera, esta manana, a bordo del barco de Murchad, justo cuando el hermano Cian ha huido para pediros asilo.
Desconcertado, el padre Pol dejo caer los brazos a los lados.
– No me ha dicho nada de esto.
Fidelma se inclino hacia delante como un cazador acechando a la presa.
– En tal caso, permitidme que os recuerde la ley segun Josue: «El homicida huira a una de estas ciudades, se detendra a la puerta de esta ciudad y expondra su caso a los ancianos de ella»… ?Ha hecho Cian tal cosa?, ?ha hablado del asesinato de Toca Nia?
El padre Pol estaba claramente turbado.
– Ni lo ha mencionado. Solo se ha acogido a sagrado por el crimen del cual Toca Nia lo acusaba.
– Entonces, segun el codigo eclesiastico que habeis citado, no se ha acogido a sagrado de la manera debida y, por consiguiente, no puede solicitar refugio.
El padre Pol estaba indeciso. Al fin, tomo una determinacion y se hizo atras con un ademan indicando que le precedieran.
– Plantearemos la cuestion al hermano Cian -dijo a media voz.
Cian estaba sentado en la penumbra del jardin trasero de la iglesia cuando el padre Pol llevo ante el a Fidelma y Murchad.
– Se me ha concedido refugio -anuncio-. Podeis decirselo a Toca Nia. Pienso quedarme aqui. Ni vosotros ni vuestras leyes pueden tocarme.
Murchad fruncio el ceno y abrio la boca, pero Fidelma lo hizo callar con una sena.