– ?Y os habeis percatado del islote de ahi delante? -senalo Gurvan.

– Lo veo, estara a una milla de aqui -calculo Murchad.

– Ahora fijaos en el barco sajon -aconsejo Gurvan.

Fidelma y Murchad hicieron lo que decia: el perseguidor estaba arriando la enorme vela oblonga.

– Pretenden recurrir otra vez a los remos para alcanzarnos. Y eso la ultima vez les fallo, que yo recuerde -murmuro Gurvan.

Murchad le sonrio con aprobacion, pues cayo en la cuenta de que le estaba sugiriendo su oficial de cubierta.

– Ya veo que quieres decir. Primero iremos hasta el islote y luego nos desplazaremos al lado sur para quedar fuera de su campo de vision. Asi no sabran por donde saldremos. Podria darnos cierta ventaja.

Fidelma lo miraba extranada.

– No se si he entendido bien el plan, Murchad.

Una rafaga hizo susurrar la vela y zarandeo las jarcias. La tripulacion estaba expectante.

– No hay tiempo para explicarlo -grito Murchad-. ?En marcha! -Se volvio hacia los marineros y ordeno a grito herido-: ?Tripulacion! ?Tripulacion a las velas!

Sus hombres corrieron a cumplir ordenes.

Fidelma se quito de en medio mirando como los marineros izaban la vela para coger viento. Gurvan fue a gobernar la espadilla con Drogan. Se oyo el acostumbrado crujido estimulante de la piel al inflarse con la brisa. Levaron el ancla con presteza. Y a continuacion el Barnacla Cariblanca empezo a avanzar.

Desde el otro extremo de la bahia les llego el grito estentoreo del barco pirata: «Woden!». El agua se escurria de las palas erguidas cintilando a la luz del sol, y la popa imponente hendia las aguas, derecha al Barnacla Cariblanca.

Tal como Gurvan habia sospechado, el sajon pretendia interceptarlos a golpe de remo desde el canal del extremo norte, mas ancho. El viento soplaba hacia el suroeste; al poco, la estela del Barnacla Cariblanca formaba un arco de blanca espuma rumbo al canal sur al amparo del islote.

– Sera peligroso -oyo gritar a Murchad.

– Cierto -respondio el oficial-. Pero conozco bien estas aguas.

– Me colocare en la proa para orientarte por el canal -indico Murchad.

Confusa, Fidelma vio que el capitan se dirigio hacia la parte delantera del barco. A media cubierta se paro a dar mas ordenes a sus hombres. Media docena de ellos descendieron a las cubiertas inferiores y, pasado un rato, regresaron con arcos tradicionales de metro y medio de largo y carcajes repletos de flechas. Murchad no pensaba correr riesgos. Si tenia que luchar, lucharia. En aquel momento el Barnacla Cariblanca, raudo, se acercaba al islote por detras. Una vez lo dejaron a popa, Fidelma vio que el capitan sajon habia dudado, creyendo que su presa acaso habria arriado las velas y echado el ancla para esconderse tras el penasco. Por otra parte, el Barnacla bien podia invertir su recorrido para huir por el canal del norte. La vacilacion del capitan sajon concedio al Barnacla Cariblanca una porcion de tiempo para ganar ventaja sobre el enemigo enristrando por el canal sur tras el islote. Cuando el barco sajon comprendio la estrategia, viro con torpeza para ir por ellos; las palas chapoteaban freneticamente con el esfuerzo insume de los marineros.

Gurvan sonrio a Fidelma con complicidad y levanto el dedo pulgar.

– Solo podemos rezar, senora, por que el capitan sajon decida recurrir a la vela e ir tras nosotros.

Fidelma seguia tan confusa como antes.

– Creia que el barco sajon era mas rapido a vela con el viento de popa.

– Y creeis bien… pero confiemos en que no conozca el viejo dicho: «Una mirada al frente vale mas que dos atras».

El comentario hizo gracia a Gurvan a juzgar por su gesto, pero a Fidelma no le decia nada.

El viento escoraba al Barnacla Cariblanca, que surcaba las aguas a pocos metros de la costa rocosa de granito del lado sur de la bahia. Fidelma advirtio que Gurvan se disponia a doblar el cabo sur. Despues, Fidelma no sabia que pretendia hacer, porque se encontrarian en mar abierto, pero en calma, lo cual permitiria al sajon alcanzarles con facilidad.

?Acaso la respuesta estaba en los grandes arcos que la tripulacion habia subido a cubierta? ?Acaso Murchad y Gurvan se proponian entablar un combate en mar abierto?

Entonces vislumbro lo que les deparaba: ante ellos se extendia una masa de rocas y penascos de granito a flor de agua entre los que rugian fuertes corrientes en cascadas espumosas. Un sinfin de escollos asomaban aqui y alla, hasta donde la vista alcanzaba. A los ojos de Fidelma era un panorama bastante mas amenazador que el paso entre las rocas en la costa de las islas Sylinancim.

Gurvan se fijo en la rigidez de Fidelma.

– Confiad en mi, senora -grito sin apartar la vista del frente-. Lo que estais viendo es la razon por la cual ningun barco se aventura a costear el cabo sur de la isla. Aqui dominan el viento y la marea, que pueden arrojar a una nave contra la orilla rocosa y partirla en mil pedazos. Por eso tomamos esta ruta. Lo atravese en barco una vez; espero saber hacerlo una segunda. Si no lo consigo, en fin… mejor acabar los dias siendo libres que ser esclavos o morir probando el acero sajon.

– ?Y si el sajon nos sigue?

– Pues tendra que pedir a su dios Woden que sea buen marinero. Dudo que lo sea, y si toma el canal mas ancho para evitar las rocas, les llevaremos bastantes millas de ventaja.

Fidelma miro hacia delante, donde Murchad mantenia el equilibrio de pie en la proa del barco. Hacia senas a Gurvan y a su companero a la espadilla; senas que, obviamente, tenian algun sentido para los marineros, pues cada movimiento del barco parecia realizarse en funcion de ellas. Fidelma sentia la fuerza de las corrientes abrazando el Barnacla Cariblanca, arrastrandolo con ellas a una velocidad creciente. En un momento dado, una roca rasco un costado del casco con un extrano gemido.

Fidelma cerro los ojos y pronuncio una oracion breve.

Pero la roca paso junto a ellos, veloz, y seguian de una pieza.

– ?Veis algo por detras, senora? -le pregunto Gurvan-. ?Hay rastro del sajon?

Fidelma corrio a agarrarse a la baranda de popa para mirar.

Se estremecio al ver el blanco espumaje de la estela, el arrecife y los penascos que iban dejando atras. Despues levanto la vista al frente.

– Veo el barco sajon -grito, llena de excitacion.

Solo alcanzaba a ver el relampago en la vela que Murchad ya habia senalado.

– Los veo -volvio a gritar-. Nos siguen por el canal -dijo alzando mas la voz por el entusiasmo.

– Que su dios Woden les ayude ahora -respondio Gurvan con una sonrisa fiera.

– Y que Dios nos ayude a nosotros -susurro Fidelma para si.

El Barnacla Cariblanca cabeceaba de manera que el horizonte subia y bajaba con violencia, lo cual le hacia perder de vista una y otra vez la vela del perseguidor.

El barco empezo a subir y bajar a una velocidad alarmante. Gurvan y Drogan se apoyaban con todo su peso sobre la espadilla y estaban pidiendo ayuda a otro marinero para controlar la presion.

Con las senas de Murchad desde la proa, el Barnacla Cariblanca siguio adelante siguiendo una trayectoria quebrada entre los escollos azotados por el oleaje, hasta

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