salir dando bandazos a aguas mas tranquilas. Casi antes de estar fuera de peligro, Murchad corrio a popa sin perder el gesto de preocupacion.

– ?Donde estan? -gruno.

– Los he perdido de vista -grito Fidelma-. Nos estaban siguiendo por el paso de escollos.

Murchad entorno los ojos para mirar en la direccion de la que venian, hacia la costa escabrosa que, desde aquella distancia, parecia estar cubierta de una tenue neblina.

– Es el agua que se desprende del oleaje al embestir contra las rocas -explico sin que le preguntara-. Entorpece la vision.

Miro hacia los colmillos negros y abruptos que afloraban entre la espuma.

Fidelma se estremecio un poco, si bien no era la primera vez. ?Como habian conseguido salir sanos y salvos de aquellas fauces peligrosas?

– ?Ahi estan! -exclamo Murchad de pronto-. ?Los veo!

Fidelma forzo la vista en vano.

Guardaron silencio; luego Murchad suspiro.

– Por un momento me ha parecido ver el tope, pero ya no lo veo.

– Le llevamos buena ventana, capitan -grito Gurvan-. Tendran que ir a toda vela si quieren alcanzarnos.

Murchad se volvio hacia el oficial de cubierta, movio la cabeza despacio y dijo con tranquilidad:

– Creo que no habra que preocuparse mas por ellos, amigo.

Fidelma volvio a mirar a la costa que se desvanecia en la distancia. No vio rastro alguno del barco.

– ?Creeis que han chocado contra las rocas? -se atrevio a preguntar.

– Si hubieran atravesado el paso, a estas alturas ya los veriamos -respondio Murchad con gravedad-. Era nosotros o ellos, senora. Gracias a Dios que han sido ellos. Han ido a parar a su gran templo de heroes paganos.

– Es una forma de morir horrorosa -dijo Fidelma con sobriedad.

– Los muertos no muerden -se limito a comentar Murchad.

Fidelma musito una oracion fugaz por los fallecidos. Se trataba de un barco sajon y, fuera o no pagano, le recordaba al hermano Eadulf.

CAPITULO XIX

– El dia ha amanecido en calma, Murchad.

El capitan asintio con la cabeza, pero descontento. Hacia dos dias que habian zarpado de Uxantis. Senalo con el dedo la vela deshinchada.

– Demasiada calma -se quejo-. Apenas hay viento. No avanzamos nada.

Fidelma miro al mar: era una superficie plana. Ella tampoco avanzaba. Tras eludir a sus perseguidores, se habian detenido para dar sepultura en el mar al cuerpo de Toca Nia. El hermano Dathal comento que el viaje se habia convertido en una travesia letal, como si viajaran en el barco de Donn, el antiguo dios irlandes de los muertos, que recogia en su nave a las almas perdidas para llevarlas al mas alla. La comparacion de Dathal dio pie a las criticas del hermano Tola y sor Ainder, aunque tambien imbuyo de pesimismo a los peregrinos que quedaban a bordo.

Y Fidelma no dejaba de dar vueltas a los hechos en busca de un minusculo hilo que la llevara a despejar la incognita. En lo que respecta al asesinato de Toca Nia, Cian juraba que habia abandonado el barco justo despues de medianoche, cuando el ultimo pasajero y el ultimo tripulante habian vuelto de la isla. Gurvan lo corroboro al sostener que habia entrado en el camarote de Toca Nia poco despues de esa hora y lo habia encontrado durmiendo tranquilamente. Si Cian no mentia acerca de la hora en que habia bajado a tierra, era inocente.

Fidelma alzo la vista a las velas desmayadas y tomo una decision.

– Quiza podamos dar utilidad a esta calma -propuso con buen animo.

– ?Cual? -pregunto Murchad.

– Ya hace dos dias desde la ultima vez que me bane. En Uxantis no tuve tiempo y me siento sucia. En este mar en calma puedo darme un bano y, al menos, quitarme la mugre de encima.

Murchad se sintio incomodo.

– Los marineros estamos acostumbrados a pasar sin comodidades, senora. Lamento que no tengamos facilidades para que las mujeres puedan banarse.

Fidelma echo atras la cabeza y se rio.

– Descuidad, Murchad: no ofendere vuestra susceptibilidad masculina. Me banare con enagua.

– Es demasiado peligroso -protesto moviendo la cabeza.

– ?Y por que? Si los marineros aprovechais el mar en calma para banaros y estar limpios, ?por que yo no puedo hacer lo mismo?

– Mis hombres conocen los caprichos del mar. Son buenos nadadores. ?Y si se levanta viento? El barco puede desplazarse a gran distancia antes de que os de tiempo de volver a nado. Ya visteis lo rapido que quedo atras el hermano Guss.

– Ese peligro puede darse tanto en el caso de un marinero como en el de un pasajero -contrapuso Fidelma-. ?Como lo hacen vuestros hombres?

– Nadan con un cabo atado al cuerpo.

– Pues asi lo hare yo.

– Pero…

Al ver la obstinacion en los ojos de Fidelma, Murchad dio un profundo suspiro.

– Muy bien -accedio y llamo al oficial de cubierta-. ?Gurvan!

El breton se presento al proviso.

– La hermana Fidelma va a aprovechar la bonanza para nadar junto al barco. Que le aten un cabo a la cintura y la aseguren bien a la baranda.

Gurvan enarco las cejas y abrio la boca como si fuera a protestar, pero decidio no decir nada.

– ?Desde donde quereis entrar al agua, senora? -le pregunto con resignacion.

Fidelma sonrio y pregunto:

– ?Que lado esta a sotavento? ?No es el lado resguardado del viento?

Un leve temblor en el gesto de Gurvan hizo pensar a Fidelma que iba a devolverle la sonrisa. Sin embargo respondio, serio:

– Asi es, senora. -Senalo el lado de estribor-. Es la parte resguardada del viento, aunque ahora no sopla. Eso si, cuando se levante, vendra de babor.

– ?Sois profeta, Gurvan?

El breton nego con la cabeza y dijo:

– ?Veis esas nubes al noreste? No tardaran en traer viento, asi que no os demoreis con el bano.

Fidelma se asomo a mirar las olas. El mar parecia suficientemente tranquilo.

Empezo a quitarse el habito, pero se detuvo ante la expresion angustiada de Gurvan.

– No te preocupes, Gurvan -le dijo alegremente-. Pienso dejarme puesta la ropa

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