has adoptado una decision, total y definitiva y para siempre, y para ti el Tiempo no existe. -?Tendria que arrojarte abajo yo mismo, desde aqui! -siseo. Habia levantado las manos para agarrarme, pero no se cerraron sobre mi garganta-.

Tendria que aplastarte contra esas piedras. Carezco de escrupulos en lo que se refiere a tentar al Senor tu Dios. Nunca los he tenido.

Retrocedio un paso, demasiado furioso para seguir hablando. Luego tomo aliento.

– Puede que seas sencillamente un fantasma creado por Su mente impasible e inmisericorde. ?Como si no podrias dejar de apiadarte de Abigail cuando estaba aterrorizada en medio de aquellos ninos, esperando exactamente la misma muerte que el pueblo dio a Yitra y al Huerfano? ?Has sentido piedad por alguno de ellos en algun lugar, alguna vez?

La luz cambio. El aire empezo a agitarse.

La vision del Templo y la multitud que lo ocupaba se desdibujo y se borro, como si fuera una escena pintada sobre seda.

Me vi arrebatado por un torbellino.

De pronto estabamos juntos los dos, el de los hermosos vestidos y yo, en la cima de una montana, tal vez la montana mas alta de la Tierra. Solo que no se trataba de una tierra conocida.

Debajo de nosotros se extendia lo que parecia un mapa pero no lo era, sino mas bien el esquema de las montanas, los rios y valles y oceanos que componen el mundo.

– Exacto -dijo, contra el suave viento-. El mundo. Lo estas viendo como yo. Un lugar hermoso que gobernar.

Callo unos momentos, como absorto en la placentera contemplacion de aquella perspectiva majestuosa, y yo mire tambien lo que el habia querido ensenarme, y luego le mire a el.

Estaba de perfil, mi perfil, con el cabello oscuro tirado hacia atras desde los pomulos, y los ojos dulces como los mios habitualmente, y sostenia el manto a un lado con bastante gracia y soltura. -?Quieres de verdad ayudarles? -me pregunto. Levanto un dedo-. Digo de verdad… ?Quieres ayudarlos? ?De verdad? ?O lo que pretendes es asustarlos y dejarlos en un estado mucho peor que cualquier otro profeta de los que han venido a maldecir y denunciar y proclamar que nunca se someteran a tantas indignidades?

Se volvio para mirarme con lagrimas en los ojos. Sin duda eran lagrimas muy parecidas a las que me habia visto derramar solo unos momentos antes.

Se llevo las manos a la cara y luego me miro a traves de aquella niebla humeda y reluciente.

– Es cierto que tu venida se ha visto rodeada por senales y maravillas -dijo pensativo, como si esas palabras le salieran del alma-. Y vivimos en una epoca notable. Hay judios en todas las ciudades del Imperio. Las Escrituras de tu Dios estan en griego para que puedan leerlas en cualquier lugar donde residan y sea cual sea la escuela en la que estudien. El nombre de tu Dios sin nombre probablemente se pronuncia incluso en los rincones mas lejanos del norte. Y tu eres un sucio carpintero, si, pero eres Hijo de David, y eres listo y sabes hablar bien.

– Gracias -dije.

– Las Escrituras hablan de uno que les llevara a la independencia y el triunfo. Y tu conoces las Escrituras. Supiste cuando eras nino lo que decian, esas palabras: Cristo el Senor.

– Asi fue.

– Tu puedes ayudarlos. Puedes dirigir ejercitos. Puedes activar todas esas celulas remotas de creyentes que esperan que venga alguien en su ayuda.

Vamos, hay judios en Roma que os meterian a ti y tu ejercito dentro de los muros de la ciudad; contigo al frente, atacarian el palacio del emperador, darian muerte hasta al ultimo senador y aniquilarian a la guardia pretoriana. ?Me escuchas? ?Entiendes lo que intento explicarte?

– Lo entiendo -dije-. Pero no ocurrira.

– Pero si no me entiendes. ?Quiero hacerte ver con toda claridad que si es posible! Puedes hacer que todos vengan de las ciudades a las que han emigrado; puedes traer a los que viven lejos de Tierra Santa, como un gran torbellino que barrera las costas de todos los mares.

– Te entiendo. Te he entendido desde el primer momento. Pero no ocurrira. -?Pero por que no? ?Vas a decepcionarlos? ?Vas a mascullar oraciones y pronunciar sermones como tu primo, metido en el agua del rio hasta las rodillas, haciendo mucho aspaviento sin sentido, y luego abandonarlos y hacer que te odien porque les has roto el corazon? No conteste.

– Te estoy ofreciendo una victoria que tu pueblo no vive desde hace centenares de anos -dijo con voz sugerente-. Si no aprovechas la ocasion, tu pueblo esta acabado. El mundo se lo tragara, Yeshua bar Yosef, del mismo modo que ese viejo de Cana, el bobo de Hananel, dijo que el mundo te habia tragado a ti. No conteste.

– Hace mucho que se acabo todo para tu pueblo -prosiguio en voz baja, como extraviado en sus propios pensamientos-. Se acabo cuando Alejandro desfilo por estas tierras y trajo con el la lengua griega y el estilo de vida griego. Tu pueblo se vio aplastado cuando los romanos lo invadieron y entraron en el mismisimo Templo, y probaron con sus punos brutales que alli dentro no habia nada, ?absolutamente nada! Si renuncias a darles esta ultima oportunidad de agruparse detras de un caudillo poderoso, tu pueblo no morira de hambre y sed, ni por la espada o por la lanza. Sencillamente se desvanecera. Lo esta haciendo ya y seguira haciendolo, olvidara su lengua sagrada, se mezclara a traves de esposas y jovenes ambiciosos con romanos y griegos y egipcios, hasta que nadie recuerde ya la lengua de los angeles, hasta que nadie lleve ya un nombre judio. ?Cuanto tardara? ?Cien anos? Sin una victoria, ni siquiera tanto tiempo. Todo habra acabado. Sera como si nunca hubiera existido.

– Ah, maldito espiritu insidioso -dije-, ?No recuerdas nada de los Cielos?

Sin duda sabes que hay cosas que germinan en el utero del Tiempo y que van mas alla de tus suenos, y a veces mas alla incluso de los mios. -?Que, que es lo que germina? El mundo se hace mas grande a cada ano que pasa y vosotros os haceis mas pequenos, vuestro pueblo del Dios unico, vuestro pueblo del Dios sin nombre que no tiene otros dioses delante de El. No los habeis convertido a vuestra forma de pensar, y ellos os comen vivos. Te estoy ofreciendo la unica cosa que puede salvarlos, ?es que no lo ves? Y una vez que el mapa que han trazado los romanos para ti este bajo tu control, podras ensenar a todos las Leyes que El os dio en la montana sagrada. ?Estoy dispuesto a poner todo eso en tus manos! -?Tu? ?Tu quieres ayudarme? ?Por que?

– Prestame atencion, bobo. Se me acaba la paciencia. Aqui no se hace nada sin mi. Nada. Ni la victoria mas sencilla se alcanza si yo no formo parte de ella.

Este es mi mundo, estas son mis naciones. ?No vas a caer de rodillas y adorarme?

Su rostro se desdibujo. De sus ojos brotaron lagrimas de nuevo. ?Era ese mi aspecto cuando me sentia triste? ?Cuando lloraba?

Tirito como si el viento de su propia invencion le hiciera sentir frio. Y contemplo el mundo creado por el con una mirada desesperada, llena de anoranza.

Durante un momento lo olvide.

Olvide por completo que estaba alli. Mire aquel panorama y vi algo, algo de lo que antes habia tenido un atisbo en el estudio de Hananel de Cana, y que ahora vi con toda claridad. Altares derribados, miles y miles de altares que se derrumbaban como si un poderoso temblor de tierra los resquebrajara, y sobre ellos caian sus idolos, marmol y bronce y oro hechos anicos, y el polvo se levantaba sobre los fragmentos esparcidos. Y parecia que el estruendo se extendia despertando ecos por todo el mundo que el habia desplegado ante mi, por el mapa que habia urdido en mi beneficio pero que, tal como yo lo veia, era el mundo. Todos los altares derribados. «Cristo el Senor.» -?Que? -pregunto-. ?Que has dicho?

Me volvi a mirarlo, para apartarme de aquella vision terrible, de aquella inmensa ola de destruccion. Le vi de nuevo, vividamente, en su atildamiento, con aquella piel no menos fina que sus costosos ropajes.

– Estas no son tus naciones -dije-. Los reinos de este mundo no son tuyos. Nunca lo han sido.

– Por supuesto que lo son -dijo casi en un siseo-. Yo soy el amo de este mundo, y lo he sido siempre. Soy su Principe.

– No. Nada de esto te pertenece ni te ha pertenecido nunca.

– Adorame -repuso con amabilidad, casi con regodeo-, y te mostrare todo lo que poseo. Y te otorgare la victoria que han anunciado los profetas.

– El Senor en las Alturas es el Unico al que adoro, a nadie mas. Lo sabes, sigues sabiendolo en cada una de las mentiras que dices. Y tu no gobiernas nada, porque nada tienes. -Senale-. Mira abajo tu mismo, desde esta perspectiva que tanto te gusta. Piensa en los miles de millares que se levantan por la manana y se acuestan por la

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