por existir!

La cara se me encendio. Me palpe el cuerpo. Jamas habia oido a nadie decir semejante cosa. Tarde un momento en reaccionar:

– No me importa.

Santiago guardo silencio.

– No lo sabia -continue-. Mejor dicho, creo que lo sabia pero tambien sabia que se te pasaria. En cualquier caso, nunca pense en ello.

– Mira como hablas -dijo con voz triste.

– ?Como?

– Sabes mucho para la edad que tienes -respondio, el que era tan alto a sus trece anos, todo un hombre-. Te ha cambiado la cara desde que salimos de Egipto. Entonces tenias cara de nino y tus ojos eran iguales a los de tu madre.

Supe lo que queria decir. Mi madre siempre tenia cara de nina. Lo que no sabia era que yo hubiera cambiado. ?Que podia responderle?

– Siento haberte odiado -dijo-. Lo siento de veras. Deseo quererte y serte leal.

– Yo tambien te quiero, hermano -dije.

Silencio.

Santiago se enjugo las lagrimas.

– ?Puedo abrazarte? -pregunte. Asintio con la cabeza. Al hacerlo, note que el estaba temblando. Era evidente que se sentia muy mal.

Me aparte despacio.

– Santiago -dije-, ?por que me odiabas?

– Demasiados motivos -respondio meneando la cabeza-. No puedo contartelo todo. Algun dia lo sabras.

– No, Santiago, dimelo ahora. Necesito saberlo. Te lo suplico.

Tardo en responder.

– No soy yo quien debe decirte lo que ocurrio.

– ?Quien, entonces? Santiago, dime por que me odiabas. Dime al menos eso. ?Que fue?

Me miro y tuve la impresion de que su cara reflejaba mucho odio. Tal vez solo era infelicidad. Sus ojos, en la oscuridad, llameaban.

– Te dire por que debo quererte -dijo-. Los angeles bajaron cuando tu naciste. ?Solo por eso tengo que quererte! -Se echo a llorar otra vez.

– ?Te refieres al angel que se aparecio a mi madre?

– No. -Nego con la cabeza y esbozo una sonrisa opaca, amarga-. Los angeles descendieron la noche misma de tu nacimiento. Ya sabes lo que paso, te lo han contado. Estabamos en aquella posada, en Belen, compartiendo el establo y el heno con las bestias. Era el unico sitio disponible y esa noche habia mucha gente alli. Tu madre soporto los dolores en un rincon del establo, sin gritar ni nada. Tia Salome la ayudo cuando llego el momento, y cuando te sostuvieron en alto para que mi padre te viera, tambien yo te vi. Llorabas, pero solo como lloran los recien nacidos porque no saben hablar. Y te envolvieron como se envuelve a un bebe para que no se mueva ni se haga dano, en panales, y te acostaron en el blando heno de un pesebre. Tu madre yacio en brazos de tia Salome y entonces si rompio a llorar, y fue horrible oirla.»Mi padre se acerco a ella. Estaba muy arropada y le habian retirado los trapos del parto. Mi padre la abrazo. '?Por que aqui? -dijo ella-. ?Hemos hecho algo malo? ?Es esto un castigo? ?Por que en este establo? No es justo.' Eso fue lo que le pregunto. Pero el no sabia que contestar. ?Entiendes ahora? Un angel se habia aparecido a ella para anunciarle tu nacimiento, y acababa de ocurrir en un establo.

– Entiendo -dije.

– Fue horrible oirla llorar -repitio-, y mi padre no sabia como consolarla. Pero entonces se abrio la puerta y entro una rafaga de aire helado. Todo el mundo se acurruco y protesto para que cerraran la puerta. Eran unos hombres y un muchacho que portaba un farol. Hombres vestidos con pieles de oveja, los pies bien envueltos para protegerse del frio invernal, y con sus cayados. Todo el mundo vio que eran pastores.»Ya sabes que un pastor nunca abandona su rebano, menos aun en mitad de la noche y nevando, pero alli estaban ellos, y sus expresiones bastaron para que todos se incorporaran de su lecho de heno y se los quedaran mirando, yo incluido. ?Era como si el fuego de la lampara ardiera en sus rostros! ?Yo nunca habia visto caras como aquellas!»Fueron directos al pesebre donde yacias y te miraron. Luego se postraron de rodillas, tocando el suelo con la cabeza y alzando las manos. 'Gloria al Senor en las alturas, y paz en la tierra entre los hombres, paz y buena voluntad', exclamaron. A todo esto, tu madre y mi padre no decian nada, solo los miraban, como todos. Entonces los pastores se pusieron de pie y empezaron a explicar que un angel se les habia aparecido mientras vigilaban sus rebanos en la nieve. Nadie podria haberles impedido contarlo, y todos los que estabamos en el establo formamos corro a su alrededor. Uno de ellos dijo que el angel habia dicho: 'No temais pues os traigo nuevas que son motivo de gran alegria; hoy ha nacido un Salvador en la ciudad de David: ?Cristo, el Senor!' Santiago callo de repente. Todo el se habia transformado. Ya no parecia enfadado ni habia lagrimas en sus ojos. Su rostro estaba mas sereno y distendido.

– Cristo, el Senor -dijo.

No sonrio, pero habia vuelto a Belen, a aquel momento. Su voz sono grave y llena de aplomo.

– Christos Kyrios -dijo en griego. El y yo hablabamos casi siempre en griego. Continuo en esa lengua-: Aquellos hombres estaban gozosos, llenos de jubilo y conviccion. Nadie podria haber dudado de ellos. Y nadie dudo. -Se interrumpio, como dejandose llevar completamente por los recuerdos de aquella noche.

Me quede sin habla.

Asi que eso era lo que me ocultaban. Si, y yo sabia por que. Pero, ahora que lo sabia, necesitaba saber el resto. Tenia que saber que habia dicho el angel a mi madre. El porque y el como tenia yo poder para dar y quitar la vida, para hacer que nevara o dejara de llover, si es que se trataba de eso, y que actitud tomar. No podia esperar mas tiempo. Tenia que saberlo en ese momento.

Y me colmo de miedo pensar en lo que habia dicho Cleofas, que yo iba a ser quien daria las respuestas.

Eran demasiadas cosas para mi cabeza. Demasiadas incluso para concretar las preguntas que quedaban por responder.

Y Santiago, mi hermano, parecia empequenecerse mas y mas mientras lo tenia delante de mi. Lo veia cada vez mas fragil y distante. Por un momento tuve la sensacion de no formar parte de aquel lugar, la hierba, la cuesta, la ladera frente a Jerusalen, la musica que llegaba hasta nuestros oidos, las risas distantes, y sin embargo todo era muy hermoso para mi, y tambien Santiago, el hermano a quien tanto queria; lo queria y le comprendia, a el como a su congoja, con todo mi corazon.

Santiago hablo otra vez, moviendo los ojos como si estuviera viendo lo que describia.

– Aquellos pastores dijeron que el cielo se habia llenado de angeles. Una hueste de angeles en el firmamento. Y mientras lo decian, alzaron sus brazos al cielo como si viesen a los angeles. Y estos habian cantado «Gloria al Senor en las alturas, y en la tierra paz y buena voluntad». -Inclino la cabeza. Habia dejado de llorar, pero parecia agotado y triste-. Imaginate -continuo en griego-. El cielo entero. Y los pastores habian visto eso y habian ido a Belen en busca del nino nacido en un pesebre, como los angeles les habian pedido que hicieran.

Espere.

– ?Como he podido odiarte por eso? -se pregunto el.

– Solo eras un nino, un nino un poco mas pequeno que yo ahora -dije.

Santiago meneo la cabeza.

– No me ofrezcas tu bondad -dijo casi inaudiblemente. El seguia con la cabeza gacha-. No la merezco. Me he portado mal contigo.

– Pero eres mi hermano mayor.

Se levanto la tunica para enjugarse las lagrimas.

– No -dijo-. Yo te odiaba. Y eso es pecado.

– ?Adonde fueron aquellos hombres, los pastores? -pregunte-. ?Donde estan ahora? ?Quienes son?

– Lo ignoro. Se marcharon. Contaron a todo el mundo la misma historia. No se adonde fueron. No volvi a verlos. Imagino que volverian con sus rebanos. Tenian que hacerlo. -Me miro. El claro de luna me permitio ver que se habia serenado otra vez-. Despues de aquello, tu madre estaba radiante. Habia sido una senal. Se puso a dormir muy pegada a ti. ?Y Jose?

Вы читаете El Mesias
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату