Hubo un estallido de vitores. Milon espero a que cesara.
– Aquella manana asistia a una reunion regular del Senado, que se levanto a la hora cuarta del dia. Me fui a casa para ponerme la ropa de viaje. Mi esposa iba a acompanarme. Habria preferido salir en seguida (el viaje a Lanuvio es de unas quince millas, un viaje facil de un solo dia si se empieza lo bastante temprano). Pero con todos los preparativos de ultimo momento de mi esposa (?no ocurre siempre con las esposas?), no salimos de Roma hasta bien pasado el mediodia. Para su comodidad, viajabamos en un carruaje abierto, envueltos en pesados mantos. Me habria gustado viajar mas ligero, pero mi esposa insistio en traer consigo a sus sirvientas y a los ninos, de manera que acabamos siendo una larga comitiva.
»Como todos sabeis, la Via Apia se dirige al sur y es recta como el vuelo de una flecha y plana como una mesa. Hasta las cercanias del monte Albano no hay curvas en el camino, y a partir de ahi empieza a subir un poco. En aquella zona hay algunas mansiones. Pompeyo posee una villa en el bosque, no muy lejos de la carretera. Tambien la tenia Publio Clodio. ?Ojala me hubiera acordado de ello y hubiera sido mas precavido!
»Clodio debia de conocer mis planes de ir a Lanuvio aquel dia (no era ningun secreto). Quizas tambien sabia que me acompanaria mi esposa y sus sirvientes, y que un sequito tan pacifico retrasaria nuestra marcha. Tengo entendido que tan solo unos dias antes Clodio habia dicho en publico y sin rodeos que tenia la intencion de matarme en cuestion de dias. '?No podemos quitarle el consulado a Milon pero si la vida!' Eso fue lo que dijo y aquel fue el dia que pretendio llevar a cabo su amenaza, en aquel solitario tramo de la Via Apia.
»Mas tarde me entere de que Clodio se habia marchado de Roma (subitamente y en silencio) el dia anterior. Para estar preparado, a la espera de que yo apareciera. Debia de tener apostados a lo largo de todo el camino observadores que corrian hasta el para hacerle saber que me acercaba. Eligio un sitio en el que la elevacion del terreno le daba ventaja. Alli iba yo, en un carruaje con todas las mujeres y sirvientes y alli estaba Clodio con su tropa de expertos matones a caballo, ocultos tras los arboles de la carretera, al acecho.
»La emboscada tuvo lugar aproximadamente a la hora undecima del dia. El sol ya empezaba a declinar por debajo de los arboles mas altos. En seguida llego el ataque: confusion, gritos, sangre. Si hubiera podido sobrevolar la zona como un pajaro, quizas ahora podria contaros con exactitud lo que alli sucedio. Para mi, sentado en el carruaje con mi esposa, todo comenzo en un abrir y cerrar de
Cuando Milon remedo la accion con amplios golpes en el aire, no fue dificil imaginarse a los hombres huyendo de el.
– Me di cuenta entonces de que habia mas hombres atacando a la comitiva que iba detras de mi. En medio del desconcierto, distingui al propio Clodio a horcajadas sobre el caballo. Se giro y vio a mi querida Fausta. La oyo gritar, pero a mi no me vio porque el carruaje le impedia la vision. Sin embargo, debio de ver mi manto arrugado y creyo que yo seguia en el carruaje con Fausta, desplomado, muerto… porque grito a sus acompanantes: «?Ya lo tenemos! ?Milon esta muerto! ?Muerto al fin!».
»Dejad que os diga, ciudadanos, que resulta extrano oir a otro hombre anunciando tu muerte con alegria. Mis guardaespaldas, que estaban a la retaguardia, trataban de abrirse paso a estocada limpia para llegar hasta el carruaje a ayudarme, cuando oyeron a Clodio solazarse con mi muerte. ?Se les puede culpar por lo que sucedio despues? Lucharon para defenderse, si, pero tambien porque estaban furiosos, porque creyeron que su amo habia sido asesinado y su senora se hallaba en grave peligro. En medio de la refriega, se abalanzaron sobre el propio Clodio y cuando la lucha termino, Clodio estaba muerto. Yo no ordene su muerte. Ocurrio sin mi conocimiento y sin estar yo presente. ?Acaso son culpables mis esclavos? ?No! Hicieron exactamente lo que cualquier hombre habria deseado que sus propios esclavos hicieran en la misma situacion. ?Tengo o no razon?
Un rugido aquiescente se elevo entre la multitud. Observe que el prestamista estaba especialmente entusiasmado.
Milon parecia sacar fuerzas de la multitud. Continuo vociferando por encima del griterio. Las venas del cuello se le hinchaban y se le enrojecia la cara.
– ?Si Clodio hubiera conseguido su objetivo en la emboscada, seria yo el que estaria muerto ahora! -Se golpeo el pecho repetidas veces con el dedo indice, con fuerza suficiente para hacerse un morado-. Seria a Clodio a quien todo el mundo senalaria. Todos acusarian a Clodio de asesinato y dirian que Clodio es una amenaza para… -Milon se contuvo. No habria estado bien mencionar el nombre del Grande-. ?Pero Clodio fracaso! ?Clodio perdio! Pago el precio de su maldad. ?Fue la causa de su propia muerte y no pienso hacerme responsable de ella!
Estas ultimas palabras provocaron vitores aun mas ensordecedores. Milon se alzo de puntillas con los punos apretados a los costados y grito con fuerza para que le oyeran. Tenia unos pulmones notablemente poderosos.
– ?No me arrepiento de nada! ?No me disculpo por nada! Y me niego a pronunciar palabras huecas de consuelo a su viuda o a sus hijos y por supuesto a su infame hermana. Su muerte ha sido el mayor regalo que los dioses podian ofrecer a Roma. ?Si le hubiera estrangulado con mis propias manos, no me avergonzaria confesarlo! ?Si le hubiera matado a sangre fria, cogido por sorpresa y apunalado por la espalda, aun estaria orgulloso del acto!
Celio avanzo precipitadamente con el rostro tenso. Me incline hacia Eco:
– ?Creo que Milon se ha salido del guion!
Celio levanto la mano izquierda demandando silencio. Con la mano derecha, sujeto el hombro de Milon. Cesando este intento quitarselo de encima, Celio aumento la presion hasta que Milon hizo un gesto de dolor y le lanzo una mirada furibunda.
La multitud hizo caso omiso de la senal de silencio. Se pusieron a cantar como si estuvieran en un mitin electoral. Diferentes canticos comenzaron a la vez. El resultado era ensordecedor. El abatanador se unio a los que recitaban el viejo coro de aleluyas sobre Clodio y su hermana:
La cantinela no cesaba de oirse una y otra vez, con risas intercaladas y cada vez mas fuerza para competir con otros canticos que habian iniciado el prestamista y su sequito:
Arriba, en el estrado, Milon solto la carcajada. La cara adquirio un tono apopletico del rojo. Rio con tanta intensidad que acabo llorando. Me dio la impresion de alguien que ha estado soportando una postura mortificante durante horas, en la que cada tendon de su cuerpo se hubiera estirado hasta torturarle, y que, de repente, no pudiera soportar aquella posicion por mas tiempo. Se agito con tantas convulsiones que parecia mantenerse en pie a duras penas.
Celio desistio de querer acallar a la multitud. Su expresion era de perplejidad, vagamente preocupada, como diciendo: «No era esto exactamente lo que pretendia, pero supongo que servira…».
Me gire hacia Eco, curioso por ver la reaccion de mi inconmovible hijo, pero se habia convertido al mutismo, tan confundido como lo estaba yo. Ridiculizar a los muertos es burlarse de los dioses. Habia algo aterrador en la subita e incontenible hilaridad de la plebe, la sensacion vertiginosa de balancearse al borde de un oscuro