sobornar al jurado.
– Un fallo de la justicia terrenal -dijo Eco, asintiendo en senal de conformidad, pero con un travieso brillo en la mirada-. Y tambien un fallo de la justicia celestial. Cuando era nino, todos me decian que cualquier hombre que se atreviera a violar los rituales de la Buena Diosa se quedaria sordo, mudo y ciego. Pero Clodio fue el mismo despues de infiltrarse en los ritos. Me pregunto por que la Buena Diosa tuvo piedad de el. ?La engano la tunica y el maquillaje o se sintio tan embelesada con Clodio como la esposa de Cesar?
El sacerdote no se dejo provocar.
– ?Claro que tuvo piedad de el, para que pudiera encontrar un final mas espantoso, diez anos despues, aqui en Bovilas! ?Crees que es solo una coincidencia que la batalla comenzara justo enfrente del santuario de la Buena Diosa en la Via Apia? Fauna tuvo algo que ver en su destino, puedes estar seguro. -El sacerdote movio la cabeza con gravedad, desafiando a Eco a que rebatiera su logica-. Pero no fue el unico sacrilegio del hombre, ni siquiera el peor. Supongo que alla en Roma no habeis oido hablar mucho de lo que hizo Clodio en la arboleda de Jupiter, aqui en el monte Albano, o la manera como trato a las virgenes vestales de la region.
– La mesonera menciono algo al respecto -dije-, pero la historia es nueva para mi.
Felix meneo la cabeza.
– Pensarias que tales delitos saldrian a la luz cuando un hombre se presenta para un cargo publico, pero supongo que el pueblo estaba dispuesto a elegir a Clodio pretor sin dedicar un solo pensamiento a sus ofensas religiosas a esta region. Veras. Todo tiene relacion con esa gigantesca villa suya que esta en la parte alta de la colina. Era un sitio bastante sencillo para empezar, pero no servia. Tenia que seguir ampliandolo, convertirlo en una fortaleza privada. Su propiedad tropezo con algunas de las zonas mas sagradas de la montana: la arboleda de Jupiter, el templo de Vesta, la casa de las virgenes vestales… Cuando necesitaba mas terreno, Clodio conseguia de algun modo que se volvieran a trazar la lineas de su propiedad. Reclamo una zona amplia de la arboleda sagrada, ?para luego talarla y convertirla en lena! Hizo desalojar de su casa a las vestales para luego desmantelarla piedra por piedra con el fin de anadir un ala a su propia villa, utilizando los antiguos mosaicos y las estatuas para decoracion. Mirad, alli esta la nueva casa de las vestales, a la izquierda; se puede distinguir entre los arboles. Por lo menos dejo el templo de las vestales aislado, pero eso es una compensacion insignificante despues de todo lo que hizo en la arboleda. En mi opinion, no hay acto mas impio que hacer dano a un arbol sagrado, ?y Clodio los hizo cortar por docenas!
– Pero ?como consiguio reclamar tales propiedades sagradas?
– ?Como voy a saberlo? Soy un simple sacerdote designado a un unico altar. ?Quien sabe las amenazas y sobornos que llego a hacer? Hombres asi no se detienen ante nada para conseguir lo que quieren. Miro a Eco-. ?Me crees ahora, joven, cuando digo que los dioses estaban de por medio en el momento en que Clodio cayo derrumbado?
– Los dioses determinan todas las cosas -dije para apaciguarlo incluso nuestro encuentro fortuito y esta conversacion. Entonces, viste la huida hasta la posada, pero no la batalla propiamente dicha.
– Pero pude oirla desde el altar. ?Crujidos, roturas y chillidos!
– ?Cuanto tiempo duro todo?
– Eso es dificil de decir. No demasiado. Hubo muchos quejidos y luego todo quedo en silencio por un rato. Poco despues bajaron de la colina el viejo senador y su hija en la litera.
– Quieres decir, despues de que Eudamo, Birria y los hombres de Milon regresaran a la zona alta de la colina -dije.
– No. El senador pasaba por alli; fue un poco mas tarde cuando los hombres de Milon empezaron a subir el monte con los prisioneros.
– ?Prisioneros? -dije extranado.
– Yo diria que eran unos cinco o seis.
– ?Que te hace pensar que eran prisioneros?
?Llevaban las manos atadas! Los llevaban amontonados, totalmente espantados, fuera de si, rodeados por los hombres de Milon y empujados por Eudamo y Birria con golpes ocasionales en el trasero para que avanzaran
– ?Pero ?quienes eran los prisioneros? ?Hombres de Clodio? Felix se encogio de hombros.
– ?Quienes mas podrian ser?
– Creia que los cinco o seis hombres que defendian a Clodio murieron en la posada.
– Si, supongo que asi fue. Tal vez fueran algunos de los hombres que atraparon en el bosque.
– ?Los prisioneros estaban heridos? ?Sangraban?
Parecio confuso.
– Ahora que me lo preguntas, no, creo que no.
Menee la cabeza. Segun Fulvia, al menos la mitad de los hombres de Clodio se habian dispersado y huido al bosque al comienzo de la reyerta. Aquellos eran los pocos supervivientes que habian regresado finalmente con informes fragmentarios del desastre; todos los demas habian muerto, bien en la carretera, bien protegiendo a Clodio en la posada. Segun ella, ninguno de los acompanantes de Clodio fue echado de menos o dado por desaparecido. ?Quienes eran entonces los prisioneros de los que hablaba el sacerdote? Y si el senador Tedio habia ido tambien en su litera antes de que los hombres de Milon se marcharan, no despues, ?como fue entonces que, cuando la mujer del mesonero se atrevio a mirar por la ventana despues de la lucha, vio solo al senador Tedio y a su hija, de pie junto a Clodio, con su comitiva y sin indicio alguno de que por alli anduvieran los hombres de Milon? La secuencia exacta de los hechos se habia embrollado subitamente en mi cabeza. ?Que habia visto exactamente la mujer del mesonero con sus propios ojos? Su cunada era simplemente una testigo de segunda mano y podria haber cambiado inadvertidamente algun detalle u olvidado algo. Ojala la mujer no estuviera tan lejos, en Regio…
– Bien, ?hemos llegado! -dijo el sacerdote, casi sin aliento despues de la escalada-. Alli arriba a la derecha esta el santuario de la Buena Diosa. -Senalo un templo en miniatura con el tejado circular, algo alejado de la carretera y rodeado por un circulo de robles-. Aqui comenzo la lucha. Clodio y sus hombres bajaban por el monte y Milon y los suyos se dirigian monte arriba.
?Fue asi como sucedio? ?Simplemente dos grupos se cruzaron por casualidad en la carretera y de alguna manera llegaron a las manos? ?O en efecto hubo una emboscada, no importa lo mal que Clodio y su fuerza menos numerosa la tramaran? El enclave era perfecto; los arboles eran lo bastante densos a ambos lados para proveer escondites y la inclinacion del terreno habria favorecido al atacante que viniera de arriba.
Pero ?quienes, excepto los directamente implicados, habian presenciado realmente los acontecimientos?
– ?Felicia! -llamo el sacerdote a una figura alta y flexible de tunica blanca que habia surgido del bosque que rodeaba el santuario de la Buena Diosa. Se nos acerco con la mano en senal de saludo y sonriente; me di cuenta entonces de que era mayor de lo que habia pensado en un principio. Habia una calidad luminosa en su rostro palido y una gracia en su andar que de lejos creaba la ilusion de juventud. No cabia duda de que en alguna ocasion habia sido una mujer sorprendentemente hermosa. Todavia daba gusto mirarla.
El sacerdote fue hacia ella y le puso las manos en la cadera. Felicita, espera tu turno, por favor. Ahora estoy escoltando a estos hombres.
– ?Claro, claro! -exclamo fingiendo que se sentia intimidada por el, pestaneando exageradamente y retorciendose las manos-. Ya conozco las normas. Tu tienes preferencia sobre los viajeros procedentes del norte y yo sobre los que vienen del sur.
– Ademas, Felicia, ninguno puede entrar en tu santuario. ?Todos son hombres!
– ?Ya lo veo! -Nos contemplo uno a uno por turno; sonrio a Eco, se entretuvo algo mas en mirar a Davo y finalmente me miro a mi.
– Oh, de acuerdo, Felicia, son tuyos. De todas formas, tengo que regresar al altar. El sacerdote me miro y descaradamente me alargo la mano vacia.
– Ah, si dije-. La contribucion al mantenimiento del altar de Jupiter. -Hice una senal a Eco para que extrajera de su bolsa la suma que, como de costumbre, era demasiado exigua. Puse mala cara y en seguida anadio otra moneda. Accedi con un movimiento de cabeza, cogi el dinero y lo deje caer en la mano riel sacerdote, en donde desaparecio de la vista casi por arte de magia.
El sacerdote, sin otra palabra, hizo lo mismo.