Capitulo 17

– Entonces, Felicia -dije, resultandome imposible no devolverle la radiante sonrisa a la mujer-, tu debes de ser la servidora del santuario de la Buena Diosa.

– Atiendo las necesidades de las viajeras que desean detenerse y rendir culto aqui, si.

– A cambio de una gratificacion.

– Solo los mortales impios esperan recibir algo de los dioses a cambio de nada.

Asenti con la cabeza.

– Tu y tu hermano parece que hayais hecho todo un negocio ensenando las vistas de la region a los visitantes.

– La gente quiere saber lo que ocurrio aqui en la Via Apia.

Si, efectivamente.

– Pero ?como sabias que eramos hermanos? ?Te lo dijo Felix?

Me habia referido al sacerdote como su hermano en un mero sentido religioso, sin sospechar que fueran realmente parientes. Era un negocio familiar, entonces, el encargarse de los santuarios y el aprovecharse de los viajeros en aquel tramo de la Via Apia. Tambien parecia existir algo de rivalidad entre hermanos.

– Supongo que mi hermano te habra dicho tambien que de joven fui prostituta del templo al servicio de Isis - dijo Felicia. Sin aguardar respuesta, alzo la barbilla, lo cual anadia altura a su ya alta y esbelta figura-. Si, era prostituta del templo. Pero hoy solo sirvo a Fauna, la Buena Diosa. -Parecia muy orgullosa de ambos hechos.

Fascinante -dije-. ?Y estabas por casualidad de servicio aquel dia?

– ?El dia de la batalla? Oh, si.

– ?Y viste lo que ocurrio?

?Oh, si! -Yo tenia la impresion de que mantenia los ojos abiertos como platos de forma antinatural, como hace la gente cuando se esfuerza para no dormirse, o cuando tratan de asustar a los ninos pequenos. Senalo hacia Bovilas-. El grupo de Milon subia el monte desde Bovilas. ?Eran un monton!

Levante una ceja.

– Todos eran peluqueros y maquilladores, segun tengo entendido.

– Oh, no, nada de eso. Bueno, si, parecia haber varios esclavos para el bano y la alcoba. ?Teniais que haber oido como chillaban cuando comenzo la lucha! Pero tambien habia multitud de hombres armados. Por delante, por detras, por todas partes. Como un pequeno ejercito que desfilara hacia el combate.

– ?Donde estaba Milon?

– Cerca de la parte delantera de la procesion, en un carruaje con su esposa.

– ?Se detuvieron aqui?

– ?En el santuario? No. Fausta Cornelia nunca paraba aqui.

– ?De verdad? Yo suponia que la hija de Sila, una mujer de tan alta condicion, debia de desempenar un papel importante en el culto de la Buena Diosa en Roma.

– En Roma, tal vez. Pero me encuentro con que la mayoria de las mujeres que se detienen en este santuario son de ciudades mas pequenas y de condiciones mas humildes. Muchas mujeres de la ciudad parecen considerarse demasiado dignas para detenerse en un lugar tan humilde con objeto de presentar sus respetos a la diosa. Prefieren acudir a ella en un ambiente mas lujoso, supongo.

– No parece muy piadoso por parte de ellas.

– Yo no juzgo. -Su sonrisa nunca titubeaba. Sus ojos nunca se entornaban-. Pero queriais saber algo acerca de la pelea. Bien, pues empezo ahi mismo, directamente delante del santuario. Yo estaba sentada en las escalinatas calentandome un poco al sol. Lo vi todo.

– ?A que hora fue?

– Sobre la hora nona.

Hasta entonces, todos los testigos habian confirmado lo que decia Fulvia y rechazado lo que decia Milon, segun el cual la pelea habia tenido lugar dos horas mas tarde.

– ?Estas segura?

– Si. Hay un reloj de sol en el claro que hay detras del santuario. Lo habia mirado poco antes.

?Como empezo la pelea?

– Milon y su sequito subian por el monte y Clodio y los suyos bajaban.

– ?Clodio estaba, pues, al descubierto en la carretera? No surgio de repente del bosque.

– No.

– ?No tendio ninguna emboscada?

– Ninguna.

– ?Iba a caballo?

– Si, igual que dos de los que le acompanaban. El resto iba a pie.

– ?Iban con el mujeres o ninos?

– No. Todos eran hombres adultos.

– ?Cuantos?

– Aproximadamente veinte o veinticinco.

– ?Armados?

– Parecia un grupo de luchadores entrenados, si es eso lo que quieres decir. Tienes mas curiosidad por los detalles que la mayoria de los viajeros con que he hablado.

– Ah, ?si? -Observe con mas detenimiento el tramo vacio de la carretera-. Entonces, cuando los dos grupos llegaron a la misma altura, ?empezaron a luchar inmediatamente?

– No, no fue asi.

– ?Intercambiaron insultos?

– No, no al principio. Mas bien al contrario, en realidad. No bien los dos grupos se tuvieron a la vista, todo el mundo se quedo en silencio. Todos se pusieron algo tensos. Pude ver la reaccion a medida que recorria los dos grupos, como ondas gemelas desde el punto de encuentro. Las nucas se tensaron, las mandibulas se contrajeron, los ojos se quedaron fijos mirando al frente en un gesto desafiante, como suelen hacer los hombres cuando estan delante de otros. Hubo algo de confusion cuando se cruzaron. La carretera es ancha, pero ambos grupos tuvieron que encogerse y alargarse un poco para hacerse sitio. Los hombres de Clodio se dispersaron mas que los de Milon. Aun asi, hubo algunos empujones y algunas quejas. Se respiraba tanta tension en el ambiente que me puso los pelos de punta (?como explicarlo?) como cuando se rasca una teja de pizarra con la una. Recuerdo que me vi subitamente haciendo esfuerzos por respirar y me di cuenta de que habia estado conteniendo la respiracion mientras observaba, temerosa de que algo espantoso sucediera.

»Cuando los dos grupos se cruzaron, Clodio y los que iban a caballo se apartaron de la carretera, justo enfrente de donde estaba yo sentada, para dejar que sus hombres fueran delante de ellos. Milon y su esposa prosiguieron colina arriba en su carruaje, alejandose cada vez mas. Finalmente, el ultimo del grupo de Milon y el ultimo del grupo de Clodio se cruzaron tambien enfrente de mi. Clodio tiro de las riendas y se coloco detras de sus hombres. Deje escapar un suspiro de alivio. Susurre una plegaria a la Buena Diosa, agradecida de que, despues de todo, no hubiera sucedido nada. Pero Clodio no podia dejar las cosas quietas.

Algun demonio debia de estarle azuzando. Miro atras y grito algo por encima del hombro a los dos gladiadores que iban detras del sequito de Milon.

– ?Dos gladiadores?

– Si, formando la retaguardia, supongo. Son famosos, o eso dice mi hermano…

– ?Eudamo y Birria?

– Si, esos dos.

– ?Y que les dijo Clodio?

Guino los ojos.

– Si todavia fuera prostituta del templo y no servidora de la Buena Diosa, citaria las palabras exactas.

?Entonces, una modesta aproximacion?

– Fue algo asi como: «?A que viene ese aspecto tan sombrio, Birria? ?No te ha dejado Eudamo que le limpies la espada lo bastante a menudo?».

– Entiendo. Y entonces, ?que paso?

Вы читаете Asesinato en la Via Apia
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату