– Bueno, es obvio, ?no? Bethesda miro a Diana y ambas asintieron con la cabeza al tiempo-. Su litera, su guardaespaldas…

– Y utilizando la misma entrada. Si. Diana fruncio los labios con aire solemne.

– ?Por Hades! ?De que estais hablando?

– Pues… Bethesda probo otra cucharada de gachas y por fin le parecio que se las podia comer sin quemarse-. Por la descripcion que nos has hecho, parece que hay una entrada principal a la casa y tambien la solitaria puerta lateral por la que entrasteis vosotros.

– Si…

– Y ambas iban a parar al mismo sitio.

– Si, al mismo vestibulo.

– Bueno, yo no puedo hablar por boca de Clodia, pero si yo estuviera muy turbada, no tendria estomago para enfrentarme a la gran multitud. Querria evitarlo si eso me fuera posible. Al parecer, Clodia podria haberlo hecho muy facilmente, entrando simplemente por la puerta lateral. Podria haber evitado totalmente la multitud. ?Tengo o no razon? Su litera la podria haber depositado a ella, a Metela y a su sobrino Apio al pie de los escalones y habrian podido subir al descansillo y entrar en la casa sin que nadie se hubiera enterado de su llegada.

– Supongo que si…

Diana aprovecho la cuerda que le tendia su madre:

– En cambio, se metio por medio de la densa multitud con aquella enorme litera (todo el mundo sabe que la de rayas rojas y blancas es suya) y acompanada de un verdadero ejercito de gigantescos gladiadores de cabezas rojas.

Bethesda asintio:

– Donde todo el mundo estuviera seguro de advertir su llegada.

– Y hablara de ello durante mucho tiempo -anadio Diana.

?Adonde quereis ir a parar? -dije mirando a una y a otra, como si me hubiera dado por ejercitar los musculos del cuello.

– Bueno, papa, aquel dolor no era lo unico que Clodia tenia en mente.

– Exactamente -aseguro Bethesda-. Salir a escena; eso era lo que a Clodia le interesaba.

– ?Oh, claro! -sacudi la cabeza-. Si hubierais estado alli, si hubierais sentido el ambiente, la desesperacion, la angustia…

Tanto mejor para realzar la tragedia -dijo Bethesda-. No dudo del autentico dolor de Clodia, pero ?entiendes?, ya debio de considerar las circunstancias antes de tiempo. Se dio cuenta de que no le permitirian aparecer en publico junto al cuerpo de su hermano cuando fuera exhibido ante la multitud. Semejante privilegio estaba reservado para Fulvia.

– De modo que Clodia causo impresion de la unica manera que conoce: saliendo a escena por todo lo alto.

– Comprendo, estais diciendo que queria atraer toda la atencion del publico a expensas de su cunada.

– No, nada de eso. -Bethesda fruncio el ceno ante mi falta de perspicacia-. Solo queria lo que era suyo.

– Reclamar la parte del dolor publico que ella siente que le pertenece aclaro Diana.

– Ya entiendo -dije, no muy seguro de ello-. Bueno y ya que hablamos de actuar para exhibirse, me llamo mucho la atencion el comportamiento tan contradictorio de Fulvia…

– ?Contradictorio? -repitio Bethesda.

– Papa, ?que quieres decir?

– Ya os he contado lo rigida que estaba en el cuarto interior, practicamente no dio muestras de ninguna emocion, ni siquiera cuando discutian acerca del modo de limpiar el cuerpo y puso a Clodia en su lugar. ?Y luego aquellos chillidos tan histericos delante de toda esa gente cuando exhibieron a Clodio ante la multitud!

– Pero, papa, ?donde esta la contradiccion? Diana me miraba llena de curiosidad al igual que su madre. Casi crei que se estaban burlando de mi.

– A mi me parece que una mujer deberia llorar en privado y reprimirse en publico, y no al reves -dije.

Bethesda y Diana se miraron la una a la otra y fruncieron el entrecejo.

– Y eso, ?para que serviria? -dijo Bethesda. -No se trata de que sirva o no sirva…

– ?Esposo! -Bethesda sacudia la cabeza-. Por supuesto, Fulvia no queria mostrarte a ti su dolor, a un desconocido, en la intimidad de su hogar, y menos aun delante de Clodia. Se comporto con dignidad (para que su madre se sintiera orgullosa, para demostrar a su hija lo fuerte que debia ser, para confundir a su llorona cunada). Y tambien por el bien de su marido, ya que vosotros los romanos creeis que el espiritu de un hombre muerto deambula durante un tiempo por las proximidades de su cuerpo vacio. Por eso adopto ante ti la actitud mas digna. Pero ante la multitud, era muy diferente. Fulvia queria provocarla tanto como le fuera posible, del mismo modo que su marido lo habia hecho tantas veces. Poco habria conseguido si hubiera permanecido junto al cadaver ensangrentado comportandose como una estatua, ?no crees?

Entonces tu crees que aquella exhibicion de dolor fue calculada y falsa.

– Calculada, sin duda alguna. Ahora bien, falsa, de ninguna manera. Simplemente eligio el momento y el lugar mas adecuados para dar rienda suelta al dolor que llevaba tanto tiempo soportando.

Sacudi la cabeza para mostrar mi desacuerdo:

– No estoy seguro de que esteis hablando con sensatez. Prefiero tratar de imaginarme la clase de estratagemas que estaban planeando los politicos en la antecamara.

Bethesda y Diana se encogieron de hombros al mismo tiempo, dandome a entender que el tema les aburria.

– A los politicos se les ve demasiado el plumero para que resulten interesantes -replico Bethesda-. Claro esta que puede que haya juzgado mal a Clodia y a Fulvia. No estuve alli para verlo con mis propios ojos. Solamente puedo guiarme por lo que tu me acabas de contar.

Soy un observador tan poco fiable? Enarque una ceja-. ?Pues me llaman el Sabueso, para que lo sepais!

– El caso es que -prosiguio Bethesda haciendo caso omiso de mi observacion- nunca se sabe lo que alguna gente es realmente capaz de hacer. Especialmente, cuando se trata de mujeres tan complicadas como Clodia o Fulvia. ?Como llega uno a saber lo que realmente piensan, lo que realmente sienten? ?Lo que realmente quieren? -Bethesda intercambio una mirada pensativa con Diana. Ambas se llevaron al mismo tiempo una cucharada de gachas a los labios y la bajaron bruscamente cuando Belbo irrumpio en la sala.

Durante muchos anos, un gigante con pelo de paja habia sido mi guardaespaldas privado, quien me habia salvado la vida en mas de una ocasion. Seguia siendo tan fuerte como un buey, pero tambien igual de torpe y pesado; tan fiel como un perro de caza, pero ya no util para la caza. Todavia le confiaba mi vida en los aspectos cotidianos (dejaba que me afeitara la nuca), pero no podia contar con el para que me protegiera de los punales en el Foro. ?Que se hace con un guardaespaldas leal que ha sobrevivido a su capacidad de cumplir su funcion? Belbo sabia leer un poco y hacer las sumas mas elementales. No tenia una especial habilidad ni en carpinteria ni en jardineria. Aparte de realizar ocasionales hazanas de fuerza prodigiosa (cargar con un saco pesado de grano o levantar un macizo ropero con una sola mano), cumplia bastante bien con sus funciones de portero, oficio que principalmente requeria sentar se al sol en el atrio la mayor parte del dia. El aletargamiento sentaba bien a su naturaleza bovina y realzaba aquel temperamento ecuanime que los desconocidos confundian a menudo con la estupidez. El' ingenio de Belbo podia ser lento, pero de ningun modo torpe. Era su modo de sonreir ante un chiste despues de que todo el mundo habia acabado ya de reir. Rara vez se enfadaba, aunque le provocaran. Y era aun mas raro que mostrara temor. Cuando entro en el comedor, sin embargo, sus ojos de buey estaban asustados.

– ?Que ocurre, Belbo?

– Fuera en la calle, amo. Delante de la casa. Creo que sera mejor que vengas a verlo.

No bien hube pasado al jardin que esta en el centro de la casa, pude oir el alboroto que tenia lugar al aire libre, una mezcolanza indistinta de gritos y pisadas. Parecia un tumulto. Atravese a toda prisa el jardin y el atrio hasta llegar al vestibulo de la parte delantera de la casa. Belbo descorrio el pequeno entrepano de la puerta y se aparto para dejarme que pegara el ojo a la mirilla.

Distingui un movimiento turbio de derecha a izquierda: una multitud apresurada vestida de negro. Oi el rugido de la turba, pero no pude distinguirlo que decia.

– ?Quienes son, Belbo? ?Que pasa? -Me quede mirando por la mirilla. De repente una figura se separo de la

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