despacho.
– ?Se encuentra alli todavia?
– Oh, no. Aproximadamente un mes despues de su ingreso en el hospital, este archivador fue trasladado a su casa de Georgetown.
– ?Y alli es donde esta ahora?
– Si. Si desea usted ver algo, yo podria ir.
– No, no es necesario. Ire yo mismo.
– ?Quiere usted que llame a la senora Baxter?
En aquel mismo instante tomo una decision: ya sabia cual iba a ser la primera persona a la que acudiria a ver en relacion con el Documento R.
– Si, llamala y preguntale si esta tarde podria dedicarme unos minutos. -Cuando Marion se marchaba, Collins anadio como por casualidad:- A proposito, Marion, he estado buscando un memorando llamado Documento R. ?Le suena a usted?
– Me temo que no -repuso ella tras reflexionar un instante: Jamas he archivado nada que se llamara asi.
– Era un memorando relacionado con la Enmienda XXXV. ?Quiere echar un vistazo a nuestros archivos?
– En seguida.
Mientras se bebia el te, Collins fue disponiendo en rapida sucesion los asuntos de la manana. Discutio por telefono con el subsecretario de Justicia un informe del gobierno, y despues volvio a conversar por telefono con su secretario ejecutivo acerca de una cuestion relacionada con el personal. Se reunio brevemente con el director de Informacion Publica, que estaba supervisando la preparacion del discurso que tendria que pronunciar en Los Angeles ante la Asociacion Norteamericana de Abogacia. Despacho largo rato con el secretario de Justicia adjunto, Ed Schrader, a proposito de un caso de evasion de impuestos por parte de una sociedad, de unas detenciones que se habian llevado a cabo en el transcurso de unos disturbios en Kansas City y en Denver y de los ultimos datos obtenidos acerca de la organizacion ilegal ALP, es decir, la Asociacion pro Libertad Personal.
A mediodia su secretaria le informo acerca de dos importantes asuntos. En primer lugar, Marion habia buscado en los archivos generales. Segun dijo, en ellos no figuraba referencia alguna a nada que se llamara Documento R. En cierto modo, Collins no se sorprendio. En segundo lugar, le comunico que habia logrado ponerse en contacto con la senora Baxter y que esta le recibiria gustosamente a las dos de la tarde.
Tras almorzar en su comedor privado en compania de tres fiscales y atender otras llamadas telefonicas, Collins se dispuso a dar comienzo a sus investigaciones privadas en relacion con el Documento R.
En su automovil, conducido por Pagano y acompanado por Hogan, llego a la conocida casa de tres plantas, construida en ladrillo blanco a principios del siglo XIX, cuando faltaban cinco minutos para las dos. Dejando al chofer y al guardaespaldas en el automovil, Collins subio la majestuosa escalinata de barandillas de hierro forjado y llamo al timbre. Le abrio la puerta la jovial sirvienta negra.
– Voy a llamar a la senora Baxter -dijo la sirvienta-. ?Quiere usted esperar en el patio? Hace un dia tan bonito…
Collins accedio, la siguio hasta las puertas correderas de cristal y salio al patio embaldosado. Contemplo su imagen reflejada en la piscina y luego se acomodo en un sillon de hierro forjado con un cojin sobre el asiento que se encontraba junto a una mesa de superficie de ceramica y encendio un cigarrillo.
– Hola, senor Collins -escucho que le decia una joven voz.
Volvio la cabeza y vio a Rick Baxter, el nieto de Hannah Baxter, arrodillado sobre las baldosas y accionando los mandos de un cassette.
– Hola, Rick. ?Como, no has ido hoy a la escuela?
– El chofer se ha puesto enfermo y la abuela me ha dejado quedarme en casa.
– ?Se encuentran tus padres todavia en Africa?
– Si. No pudieron llegar a tiempo para el entierro del abuelo y se van a quedar alli otro mes.
– Parece que tienes dificultades con ese chisme. ?Le ocurre algo?
– No puedo conseguir que funcione -repuso Rick-. Estoy intentando arreglarlo para esta noche porque quisiera grabar el programa especial de la television sobre «La historia del comic enAmerica»… pero no puedo…
– Dejame ver, Rick. No soy mecanico, pero tal vez pueda ayudarte.
Rick le paso el aparato a Collins. Era un muchacho de cabello castano y expresivos ojos con las tipicas abrazaderas en los dientes. Collins recordaba que, para tener solamente doce anos, era muy inteligente y maduro.
Collins tomo el magnetofono, examino todos los botones para cerciorarse de que estuvieran en la posicion correcta y despues abrio el aparato. Descubrio inmediatamente donde estaba el fallo, efectuo un pequeno ajuste y puso en marcha el aparato. Funcionaba.
– ?Gracias! -exclamo Rick-. Ahora podre grabar el programa de esta noche. Debiera usted ver mi coleccion. Grabo todas las mejores entrevistas y programas de radio y television. Tengo la mejor coleccion de toda la escuela. Es mi aficion preferida.
– Algun dia todo eso tendra mucho valor -dijo Collins.
La era del cassette, penso Collins. Se pregunto si alguno de aquellos muchachos, incluso de los mas listos como Rick, seria capaz de escribir. Comprendio que la situacion se agravaria aun mas una vez se aprobara la Enmienda XXXV. La grabacion de conversaciones telefonicas, la instalacion de aparatos de escucha, los artificios electronicos gozarian de la publica aprobacion.
– Hola, abuela -le oyo decir a Rick.
Collins se levanto inmediatamente y giro sobre sus talones para saludar a Hannah Baxter. Al acercarse esta, Collins la abrazo y la beso afectuosamente en la mejilla. Era una mujer regordeta y de baja estatura, con un rostro lustroso y calido de generosas facciones.
– Lo lamento -le dijo Collins-, lo lamento de veras.
– Gracias, Christopher. Pero me alegro de que todo haya terminado. No podia soportar verle sufrir o simplemente vegetar, el que era un hombre todo vitalidad. Le echo de menos. No te imaginas cuanto echo de menos a Noah. Pero asi es la vida. Todos tenemos que pasar por lo mismo. -La senora Baxter se volvio un instante.- Rick, entra en la casa y dejanos solos. Nada de television ni de magnetofono hasta la noche. Abre tus libros. No quiero que te retrases en los estudios porque de otro modo tu padre se va a enojar conmigo.
Una vez el muchacho se hubo marchado, Hannah Baxter se acomodo junto a la mesa y Collins volvio a sentarse.
Hannah siguio hablando nostalgicamente de Noah Baxter, de cuando este gozaba de buena salud y de los buenos tiempos que habian disfrutado juntos, pero al final su voz se perdio.
– No me dejes seguir hablando -dijo lanzando un suspiro-. ?Que tal te va el trabajo?
– No me resulta facil. Ahora comprendo las dificultades por las que Noah tuvo que pasar.
– Solia decir que era como tener instalado el despacho sobre arenas movedizas. Por mucho que uno se esforzara, cada vez se iba hundiendo mas. No obstante, si hay alguien que pueda afrontar todo eso ese eres tu, Christopher. Se que Noah siempre confio mucho en ti.
– ?Es por eso por lo que me mando llamar la ultima noche, Hannah?
– Pues, claro.
– ?Que le dijo a usted?
– Me encontraba a su lado cuando salio del estado de coma. Estaba terriblemente debil y no articulaba muy bien. Me reconocio, murmuro unas palabras de carino y despues me pidio que le hiciera un favor. «Trae a Chris Collins aqui. Debo verle. Algo urgente. Importante. Tengo que hablar con el», me dijo. Desde luego no hablaba con la misma claridad con que te lo estoy diciendo, pero fue eso lo que intento decir. Y te mande llamar. Siento que no pudieras llegar a tiempo.
– Hannah, ?por que no le dijo a usted lo que deseaba decirme a mi?
A Hannah jamas se le hubiera podido pasar por la cabeza semejante idea.
– El no hubiera hecho nunca tal cosa. Estoy segura de que debia de ser un asunto de trabajo. Raras veces comentaba ese tipo de asuntos conmigo. Siempre hablaba directamente con la persona interesada. En este caso, tenia algo que decirte a ti. Lastima que no pudiera hacerlo.
Collins hubiera deseado decirle que si lo habia hecho, por mediacion del padre Dubinski, pero, dado que ella no lo sabia, decidio instintivamente no comunicarselo.
– Ojala hubiera podido hablar con el dijo Collins-. Me hubiera podido aclarar un monton de cosas. Me refiero