a mi trabajo. Hay, por ejemplo, unos documentos que no logro encontrar. Hemos buscado en los archivadores que tenemos en el despacho. Mi secretaria dice que un archivador, el archivador personal de Noah, fue trasladado a esta casa cuando el cayo enfermo.

– Es cierto. Lo mande colocar en su estudio.

– ?Me permitiria que dedicara unos minutos a repasarlo, Hannah?

– Ya no lo tengo. El archivador ya no esta aqui. Se lo llevaron al dia siguiente de la muerte de Noah. Me llamo Vernon Tynan. Me lo pidio prestado para uno o dos meses. Me dijo que deseaba examinarlo para cerciorarse de que no contuviera ningun documento de alta seguridad. Yo se lo entregue con mucho gusto. Todo ese material de alta seguridad que Noah andaba siempre manejando me ponia muy nerviosa. Por consiguiente, si necesitas algo, tendras que acudir a Vernon. Estoy segura de que te ayudara.

Curioso, penso Collins. ?Que buscaria Vernon T. Tynan en los documentos privados del coronel Baxter? Pero no habia tiempo para pensar en ello en aquellos momentos.

– En realidad, Hannah, lo que yo ando buscando es un documento del Departamento de Justicia relacionado con la Enmienda XXXV. Tiene un nombre. Se llama Documento R… el Documento R. ?Lo vio usted, por casualidad, en el archivador?

– Jamas examine el archivador. No habia motivo para que lo hiciera.

– Bien, pues ?recuerda si Noah le hablo alguna vez de algo llamado Documento R?

– No, no recuerdo nada de todo eso -repuso ella sacudiendo la cabeza-. Como ya te he dicho, raras veces me hablaba de asuntos relacionados con su trabajo.

– ?Se le ocurre alguien, algun amigo tal vez, con quien el hubiera podido comentarlo? -prosiguio Collins, ya decepcionado.

Ella senalo la coletilla de cigarrillos que habia sobre la mesa.

– ?Puedo coger uno, Christopher? -Collins saco apresuradamente un cigarrillo, se lo entrego y se lo encendio.- Empece a fumar de nuevo al dia siguiente del entierro. -Hannah inhalo profundamente y permanecio pensativa unos instantes.- Noah no tenia muchos amigos intimos. Era una persona muy reservada, como seguramente sabes. Pasaba mucho tiempo en el despacho con algunas personas, como Vernon Tynan y Adcock, pero era mas bien una relacion de tipo laboral. Desde el punto de vista personal… ?un amigo intimo? -Se interrumpio perdida en sus pensamientos.- Bueno, supongo que si a alguien hubiera que calificar asi seria a Donald… Donald Radenbaugh. El y Noah eran muy amigos, hasta que el pobre Donald se vio envuelto en todas aquellas dificultades.

En un principio aquel nombre no le sono a Collins, pero despues ordeno sus pensamientos y recordo los titulares de los periodicos.

– Tras el juicio, la sentencia y el ingreso de Donald en la penitenciaria federal de Lewisburg -prosiguio Hannah Baxter-, Noah ya no pudo verle, claro. Teniendo en cuenta el cargo que ocupaba Noah, no hubiera sido correcto. Fue lo mismo que ocurrio cuando Robert Kennedy era secretario de Justicia y su amigo James Landis se vio envuelto en aquel caso de evasion de impuestos. Kennedy se nego a entender en el asunto. No podia intervenir. Lo mismo le ocurrio a Noah en el caso de Donald Radenbaugh. Pero Noah siempre creyo en la inocencia de Donald y pensaba que se habia cometido con el una injusticia. Sea como fuere, lo cierto es que Donald habia sido uno de los mejores amigos de Noah.

– Donald Radenbaugh -dijo Collins-. Recuerdo su nombre. Se oyo mucho entonces… hace dos o tres anos… No se que escandalo economico, ?no? No recuerdo los detalles.

– Fue un caso muy enrevesado. Yo tampoco recuerdo los detalles con exactitud. Donald ejercia la abogacia aqui en Washington cuando se convirtio en asesor presidencial de la anterior administracion. Fue acusado de complicidad en la defraudacion o extorsion, no recuerdo muy bien, de un millon de dolares a unas grandes empresas que habian suscrito contratos con el gobierno. En realidad, el dinero procedia de aportaciones ilegales a la campana. Al acorralar el FBI a un hombre llamado Hyland, este Hyland aporto unas pruebas con el fin de que se le rebajara la pena y le echo toda la culpa a Donald Radenbaugh. Afirmo que Donald se encontraba de camino hacia Miami Beach para entregar el dinero a un tercer complice. El FBI detuvo a Donald en Miami, pero este no tenia consigo el dinero e insistio en que jamas lo habia tenido. A pesar de ello, y sobre la base de la declaracion de Hyland, Donald fue juzgado y declarado culpable.

– Si, lo voy recordando -dijo Collins. Creo que la sentencia fue dura, ?verdad?

– Quince anos -repuso Hannah-. Noah se disgusto mucho. Siempre dijo que Donald habia sido utilizado por los ayudantes del presidente como victima propiciatoria con el fin de conservar limpia la imagen de la administracion. Noah no pudo intervenir en el juicio. Intento rebajar la pena, pero no lo consiguio. Se que esperaba conseguir la libertad bajo palabra una vez Donald hubiera cumplido cinco anos de condena, pero Noah ya no esta aqui para ayudarle. En cualquier caso, creo que Donald Radenbaugh es la unica persona que podria serte util… aparte de Vernon Tynan.

– ?Me esta usted sugiriendo que es posible que Radenbaugh sepa algo acerca del Documento R?

– No puedo decirlo, Christopher. Sinceramente, no lo se. Pero, si ese documento fuera algun trabajo o proyecto en el que Noah se hallaba ocupado, cabe la posibilidad de que lo hubiera comentado con Donald Radenbaugh. En cuestiones dificiles solia pedir consejo a Donald. -Hannah apago la colilla del cigarrillo.- Podrias visitar Lewisburg oficialmente y entrevistarte con Donald, decir que deseas ayudarle tal como Noah queria hacer. Tal vez colabore contigo y te facilite la informacion que necesitas. Yo podria escribirle diciendole que puede confiar en ti, que eras el protegido y el amigo de Noah.

– ?Lo haria usted? -pregunto Collins vehementemente-. Desde luego yo tratare de ayudarle.

– Pues claro que lo hare. De todos modos, tenia intencion de escribirle unas lineas acerca de lo que ha ocurrido. No creo que reciba mucha correspondencia aparte de la de su hija. Tiene una hija encantadora llamada Susie, que ahora vive en Filadelfia. Le dire a Donald que iras a visitarle. ?Sabes cuando vas a hacerlo?

Collins repaso mentalmente su calendario.

– Tengo que ir a California a finales de semana para pronunciar un discurso. Regresare seguramente algunos dias despues. Bien, puede decirle al senor Radenbaugh que acudire a visitarle dentro de una semana. No mas tarde, con toda seguridad. Me ha facilitado usted una buena pista, Hannah, y se lo agradezco mucho. Se levanto, se acerco a ella y le beso en la mejilla.- Gracias por todo. Cuidese y distraigase mucho. Si hay alguna cosa que Karen o yo podamos hacer, llamenos, por favor.

Mientras salia y se dirigia hacia su automovil, empezo a sentirse mucho mejor. Radenbaugh constituia una autentica posibilidad. Pero inmediatamente despues empezo a preocuparse. Primero tendria que plantearle a Vernon T. Tynan el misterio del Documento R. No sabia como, pero tendria que hacerlo mas tarde o mas temprano. Lo decidio en el momento en que subia al automovil. Cuando antes, mejor.

A las diez y media de la manana siguiente, Chris Collins se reunio con Vernon T. Tynan en la sala de conferencias contigua al despacho del director, en la septima planta del edificio J. Edgar Hoover.

Collins habia abrigado la esperanza de que la entrevista tuviera lugar en el propio despacho de Tynan. Deseaba ver si el archivador particular de Noah Baxter se encontraba en aquel despacho. Pero, cuando Collins llego a la septima planta, Tynan le estaba aguardando en el pasillo y le acompano a la sala de conferencias. Una vez alli, Tynan habia insistido en que Collins tomara asiento en el sillon de la cabecera de la mesa, mientras el ocupaba una silla a la derecha del secretario de Justicia.

Mientras Collins extraia de su cartera de documentos la carpeta que contenia las mas recientes estadisticas criminales relativas a California, observo al director y le vio bromear con su secretaria, que estaba sirviendoles te y cafe. Desde su encuentro con el padre Dubinski en la rectoria de la iglesia de la Santisima Trinidad, Collins abrigaba crecientes recelos en relacion con el director del FBI. Pero ahora, mientras contemplaba a Tynan bromeando con su secretaria, sus recelos se le antojaron irreales y fueron esfumandose poco a poco. El agresivo rostro de Tynan aparecia suavizado por una sonrisa. Poseia una franqueza y una sinceridad que desarmaban. ?Como era posible que inspirara recelos el principal encargado de velar por el cumplimiento de la ley en el pais? Tal vez el sacerdote hubiera interpretado erroneamente o bien exagerado las amenazas del emisario de Tynan.

– No lo olvide, Beth -le dijo el director a su secretaria mientras esta se disponia a abandonar la estancia-, nada de interrupciones. -La puerta se cerro, y Tynan se dedico por entero a su visitante.- Bien, Chris, ?en que puedo servirle?

– Es solo unos minutos -dijo Collins rebuscando entre sus papeles-. Estoy revisando el discurso que voy a

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