pronunciar en Los Angeles. Voy a incluir las mas recientes estadisticas criminales del FBI relativas a California…

– Si, las hemos preparado especialmente para California. Alli es donde tenemos que trabajar. ?Las ha recibido? Se las envie ayer.

– Las tengo aqui -repuso Collins-. Quiero cerciorarme de que son las estadisticas mas recientes. Si se ha producido alguna novedad…

– Esta usted completamente al dia -dijo Tynan-. Las mas graves hasta ahora. Resultaran muy efectivas en su discurso. Hagales usted comprender que son ellos, mas que los ciudadanos de cualquier otro estado, quienes precisan de la ayuda constitucional.

Collins estudio la primera hoja que sostenia en la mano.

– Debo decir que estas estadisticas criminales de California resultan insolitamente altas comparadas con las de otros importantes estados. -Levanto la mirada.- ?Son absolutamente exactas?

– Tan exactas como los jefes de policia de California quieren que sean -dijo Tynan-. Les citara usted las cifras que ellos mismos nos han facilitado.

– Simplemente quiero cerciorarme de que piso terreno firme y seguro.

– Esta usted pisando un terreno muy firme. Con estas cifras podra sentar una perfecta base sobre la que defender la Enmienda XXXV.

Collins tomo un sorbo de tibio te.

– Defendere la Enmienda XXXV, claro. Pero procurare no excederme. No quisiera enzarzarme en un debate con nadie a este respecto. No siento el menor deseo de participar en ese programa de television. Le dire con toda sinceridad que, desde que me he convertido en secretario de Justicia, no me ha dado tiempo a estudiar detenidamente esta ley en todas sus ramificaciones.

– No me preocupa la forma en que usted va a manejar el asunto -dijo Tynan alegremente-. Hablo usted muy bien a proposito de la Enmienda XXXV en sus comparecencias ante el Congreso. Sabe a este respecto todo lo que es necesario saber.

– Pero tal vez… -empezo a decir Collins en tono dubitativo- tal vez no lo sepa todo.

– ?Que otra cosa hay que saber? -pregunto Tynan levemente irritado.

Habia llegado el momento. Collins cerro mentalmente los ojos y se lanzo.

– Hay algo, una especie como de suplemento, llamado Documento R. ?Que hay de eso? ?Que tiene que ver con la Enmienda XXXV?

En las finas facciones de Collins se dibujo una expresion de ingenua curiosidad. Observo detenidamente a Tynan co el fin de estudiar su reaccion.

Tynan habia levantado los parpados. Sus pequenos ojos oscuros se habian agrandado, pero no revelaban la menor cosa. O bien era un actor consumado o bien la referencia al Documento R no significaba para el absolutamente nada.

Collins rompio el silencio y decidio aguijonearlo un poco mas.

– ?Que deberia yo saber acerca del Documento R?

– ?Acerca de que…?

– Del Documento R. Pensaba que podria informarme acerca del mismo, porque deseo prepararme a fondo.

– Chris, no tengo ni la menor idea de lo que usted me esta diciendo. ?De donde ha sacado eso? ?Que es?

– No lo se. Estaba revisando unos viejos papeles del Noah Baxter y en una de las notas referentes a la Enmienda XXXV pude leer ese titulo. Decia alli que tenia que revisarse en relacion con la enmienda. Es lo unico que decia la nota.

– ?Dispone usted de esa nota? Me gustaria verla. Tal vez me refrescara la memoria.

– Pues no, maldita sea, ya no la tengo. Fue a parar al triturador de papeles junto con otras viejas notas de Noah. Pero me quedo grabada en la memoria y pense que debia mencionarsela. Pense que tal vez usted pudiera ayudarme caso de que hubiera oido hablar de ese documento. -Collins se encogio de hombros.- Pero si no sabe nada…

– Se lo repito -dijo Tynan con firmeza-. No tengo ni la menor idea de a que se esta usted refiriendo. Probablemente debia de ser el sinonimo, o como usted quiera llamarlo, que Noah utilizaba para la Enmienda XXXV. No se me ocurre ninguna otra cosa. En cualquier caso, no se nada al respecto. Puede usted estar seguro de que dispone de toda la informacion que le hace falta para realizar un buen trabajo en California. Haga usted su trabajo, nosotros haremos el nuestro y tenga la absoluta certeza de que California ratificara la enmienda. Tenemos que poner toda la carne en el asador para dentro de un mes… Chris, no tengo ninguna intencion de perder la partida.

– Ni yo tampoco -dijo Collins empezando a guardar los papeles-. Bien, pues creo que ya lo tengo todo.

Una vez solo en el pasillo, Collins bajo pensativo a la sexta planta, reflexionando acerca del encuentro. La armadura de Tynan no se habia resquebrajado en ningun momento. Ni sus respuestas ni su actitud habian permitido adivinar que tuviera conocimiento de un documento conocido con la denominacion de Documento R, documento que, en su lecho de muerte, Baxter habia calificado de peligroso.

No obstante…

Mientras se dirigia al ascensor, se fijo casualmente en el enorme patio interior situado en el centro del cuerpo del edificio. Se desvio hacia el y levanto la mirada. Carecia de techo. Miro hacia abajo, hacia la plazoleta abierta en la planta baja, donde la gente iba de aca para alla. En el transcurso de su primera visita al nuevo edificio del FBI, le habia preguntado al agente especial que le servia de guia por que habia aquella enorme abertura en el centro del edificio y por que dicha abertura carecia de techo. El guia le habia contestado: «Para que la central del FBI parezca menos secreta, menos cerrada, menos siniestra y aborrecible. Lo hemos hecho todo bien abierto para que parezca que nosotros tambien estamos bien abiertos al publico.»

Para que parezca que estamos bien abiertos, penso Collins.

Tal vez el director habia adoptado aquella misma apariencia del edificio, una apariencia de apertura y claridad para ocultar la verdad.

Collins siguio avanzando lentamente hacia el ascensor, junto al cual le aguardaba Oakes, su guardaespaldas del turno de dia.

Bueno, penso, le quedaba todavia California, donde era posible que pudiera averiguar algo mas acerca de Tynan y de su operacion. Y despues aun estaba Lewisburg, donde tal vez aprendiera todavia mas cosas acerca de Tynan y del Documento R.

Noah Baxter, justo antes de morir, le habia instado a dar aconocer inmediatamente y a toda costa, una trampa llamada Documento R.

?Habria comprendido Noah, se pregunto Collins, que le enviaba a un laberinto de paredes desnudas? Por otra parte, Noah no le hubiera embarcado en aquella ciega odisea a no ser que hubiera alguna puerta escondida en alguna parte.

Mientras entraba en el ascensor, se hizo el proposito de encontrarla cuanto antes.

De nuevo en su despacho, el director Tynan permanecio sombriamente de pie en el centro de la estancia esperando a Harry Adcock.

Cuando entro Adcock, cerrando suavemente la puerta tras si, Tynan estaba contemplando la alfombra con aire ausente.

– El senor Collins acaba de marcharse -dijo Tynan sin levantar la cabeza.

– ?Que queria? pregunto Adcock acercandose al centro de la estancia.

– Intentaba tomarme el pelo. Ha dicho que habia venido para que le ayudara en el discurso que va a pronunciar en Los Angeles -repuso Tynan con un bufido-. Historias.

– ?Que es lo que queria realmente, jefe?

– Queria saber si yo habia oido hablar de algo llamado Documento R.

– ?Y habia oido usted hablar de ello?

– Ni siquiera sabia de que me hablaba -repuso Tynan levantando la cabeza.

– ?De donde ha sacado tal cosa?

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