– No lo se. Me ha dicho que lo habia visto en una de las notas de Noah -contesto Tynan con otro bufido-. Mentia. -Tynan miro a Adcock directamente a los ojos.- Es un muchacho muy curioso, nuestro senor Collins… pero muy curioso. Parece como si andara buscando el medio de armar jaleo. -Adcock asintio.- Sientese, Harry.
Tynan rodeo el escritorio y se acomodo en el sillon giratorio, mientras Adcock tomaba asiento en un sillon situado frente al mismo.
Tynan se reclino en el sillon giratorio, cruzo los brazos sobre su abombado pecho y miro hacia arriba.
Al cabo de un rato, empezo a hablar.
– Creia que era un buen muchacho, uno de esos intelectuales de poca monta y escasa experiencia. Pensaba tambien, puesto que Noah le habia traido, que era un hombre de equipo. Pero ya no estoy tan seguro. Creo que se las quiere dar de listo… y creo que tiene el proposito de buscar jaleo.
– ?Como exactamente, jefe?
– ?Como? Pensando, por ejemplo, que puede tomarle el pelo a Vernon T. Tynan. -Tynan se irguio haciendo crujir el sillon giratorio.- Mire, Harry, este edificio es el monumento a J. Edgar Hoover. Yo se cual quiero que sea mi monumento. Quiero que sea la ratificacion de la Enmienda XXXV como parte de la Constitucion de los Estados Unidos. No me importa que no se me recuerde por ninguna otra cosa, basta con que se me recuerde por eso.
– Y se le recordara, jefe -dijo Adcock fervorosamente.
– ?Si? Bueno, pues quiero asegurarme de que el senor Collins tambien lo comprenda. Creo que seria mejor que empezaramos a vigilarle. No solo aqui… sino tambien en California. -Se detuvo y su pausa fue casi una amenaza.- Sobre todo en California. Si. Vamos a hablar un poco de todo eso, Harry, del senor Collins y de California. Se me han ocurrido unas cuantas ideas. Vamos a estudiarlas.
4
A pesar del discurso que tendria que pronunciar y del maldito programa de television, Chris Collins habia estado deseando efectuar aquel viaje a California. Se habia organizado deliberadamente unos planes muy agradables. Llegaria a San Francisco el jueves por la tarde, se hospedaria en su suite preferida del hotel St. Francis y se reuniria a tomar una copa con dos de los cuatro fiscales encargados de los cuatro distritos judiciales de California. Despues esperaria a que Josh, su hijo de diecinueve anos, llegara de Berkeley. Llevaba ocho meses sin ver al muchacho. A continuacion, se dirigirian juntos al restaurante Erni’s y disfrutarian de una larga y tranquila cena, en cuyo transcurso podrian hablar de sus cosas.
Pero sus planes no habian resultado ni mucho menos asi. Dos dias antes de su partida, Collins habia telefoneado a Josh para quedar con el.
La conversacion habia comenzado con las obligadas preguntas y las abreviadas respuestas.
– ?Que tal estas, Josh?
– Muy ocupado. Mucho trabajo en casa y mucho trabajo fuera.
– ?Y que tal los estudios?
– Ya puedes imaginarte. Como de costumbre.
– ?Sigue interesandote Politicas?
– Si, pero resulta algo muy aburrido.
– ?Has visto a tu madre ultimamente?
– No la he visto desde el dia de su cumpleanos. Estuve dos dias en Santa Barbara. Helen esta bien. Pero no me la puedo quitar de encima.
– ?Que tal su marido?
– Supongo que van tirando. Yo no le soporto. ?De que se puede hablar con un ex profesional del tenis que padece artritis? Y lo peor es que insiste en llamarme «hijo», cosa que no me hace ninguna gracia.
Collins no habia podido evitar echarse a reir y, al final, Josh no habia tenido mas remedio que reirse tambien. Desde luego el muchacho no carecia de sentido del humor; de hecho, sabia ser muy agudo cuando creia que merecia la pena y se preocupaba mucho por el mundo que le rodeaba. Fisicamente se parecia mucho a su padre. Era alto y delgado -media mas de metro ochenta- y poseia un rostro enjuto.
Collins le habia preguntado si todavia llevaba barba. El habia respondido que se la habia recortado a la mitad. Mary habia insistido en que lo hiciera. Si, seguia viviendo con Mary y gozando de la dicha de ser soltero. Recientemente ella habia vuelto a decorar el apartamento que ambos compartian en la calle Stuarty habia pintado por si misma las paredes. Josh se habia mostrado lo suficientemente considerado como para preguntar por Karen, a la que solo habia visto en dos ocasiones. Collins habia dudado acerca de si decirle o no que estaba embarazada y, al final, le habia dicho que tendria un hermano o una hermana dentro de cinco meses. Para alivio de Collins, Josh se habia mostrado muy contento y le habia felicitado.
– ?Cuando los vamos a ver por aqui? -habia preguntado Josh.
– Por eso precisamente te llamaba -le habia contestado Collins-. Me veras esta semana si estas libre. El jueves me trasladare a San Francisco.
Despues Collins le habia explicado a su hijo el motivo de su visita a California.
Tras un breve silencio, Josh habia preguntado:
– ?Vas a hacer propaganda de la Enmienda XXXV en ese discurso, papa?
Collins habia vacilado, presintiendo la inminencia de una tormenta.
– Si, en efecto.
– ?Por que?
– ?Por que? Porque ese es mi trabajo. Formo parte de la administracion.
– No me parece una buena razon, papa.
– Bueno, es que hay otras razones. La Enmienda XXXV tiene tambien sus cualidades.
– Yo no le veo ninguna -habia replicado Josh-. Sere sincero contigo. Te he dicho antes que tenia mucho trabajo fuera. Bueno, pues dedico todo el tiempo libre que tengo a luchar en contra de la aprobacion de esta enmienda. Sera mejor que lo sepas: me he incorporado al grupo de Tony Pierce; soy uno de los investigadores de la Organizacion de Defensores de la Ley de Derechos. Vamos a organizar la lucha aqui en California.
– Les deseo suerte. Pero me temo que van a perder. El presidente va a poner todo su empeno.
– ?El presidente! -habia dicho Josh en tono despectivo-. Tiene una cabeza mas vacia que un balon de futbol. Si pudiera, barreria a todo el pais bajo la alfombra. El que mas nos preocupa es Tynan. Es una copia de Hitler…
– Yo no seria tan duro con el, Josh. Es un policia, y con una tarea muy dificil por delante. No se parece nada a Hitler.
– Yo puedo demostrarte que te equivocas -le habia replicado Josh.
– ?Que quieres decir?
– Los defensores de la Enmienda XXXV estan siempre diciendo que esta no sera invocada mas que en casos de grave emergencia, como pudiera ser un intento de derribar el gobierno.
– Y es completamente cierto.
– Papa, creo que las personas que respaldan la enmienda… y no me estoy refiriendo a ti, sino a Tynan y a su grupo, pretenden hacer otras muchas cosas una vez se haya aprobado.
– ?Otras muchas cosas? ?Como que?
– No quiero decirtelo por telefono. Pero te lo puedo demostrar.
– Demostrar, ?que? -habia preguntado Collins, tratando de contenerse.
– Ya lo veras. Te llevare a cierto lugar. Lo hemos investigado todo y se te abriran los ojos. Hay que verlo con los propios ojos para creerlo. Nosotros, me refiero a los de la ODLD, nos lo estabamos reservando entre otras cosas que vamos a dar a conocer algunos dias antes de que los legisladores voten sobre la enmienda. Pero mis amigos no se opondran a que te lo muestre, teniendo en cuenta quien eres. Tal vez esto te haga cambiar de idea.
– Estoy dispuesto a acoger todo lo que sea razonable. Si no quieres decirme por telefono de que se trata, tal vez puedas decirme donde se encuentra. Como comprenderas, no dispondre de mucho tiempo.
– Merecera la pena. Te acompanare alli. Hazme un favor, papa. Hazme este favor.
Collins se habia sobresaltado un poco. No recordaba que ultimamente su hijo le hubiera pedido ningun