pregunto:

– ?Se le ocurre alguna idea, jefe?

El director asintio.

– Algunas, si. No se si esos dos van a seguir adelante. Collins ha dicho que si, pero no creo que tenga ningun sitio adonde ir. De todos modos, ambos resultan potencialmente peligrosos para el pais… y para nosotros. Hemos recibido una advertencia previa. Ahora tenemos que empunar las armas y estar preparados para cualquier eventualidad. Una vez dispongamos de las municiones, las podremos tener a punto, y utilizarlas solo en el caso de que nos veamos obligados a hacerlo.

– Estoy completamente de acuerdo con usted, jefe.

– Creo que podriamos empezar por nuestro secretario de Justicia Collins. Quiero que se lleve a cabo una discreta investigacion acerca de su persona.

– Ya se realizo una investigacion exhaustiva antes de que el Congreso le confirmara en el cargo -protesto Adcock.

Tynan hizo un gesto con la mano como si rechazara aquel primer esfuerzo.

– Rutina, aquella primera investigacion fue pura rutina. Quiero unas fuerzas escogidas, un grupo especial integrado por nuestros mejores agentes. Escojalos usted con sumo cuidado, Harry. Que sean hombres capaces de manejar un discreto asunto de la maxima prioridad. Hombres en quienes se pueda confiar por completo, hombres que sean absolutamente leales a su director. Quiero que se realice una investigacion diez veces mas exhaustiva que la de la primera vez.

– ?Hasta donde podemos llegar?

– Hasta el fondo. Investiguen a todas las personas que se hayan relacionado con el a lo largo de toda su vida. Investiguen a su primera esposa, Helen Collins… o como ahora se llame. Investiguen a su hijo. Investiguen a su segunda esposa, Karen Collins, y a la mujer de la limpieza. Lleven a cabo una investigacion acerca de los parientes mas proximos. No olviden a los amigos como el senador Hilliard. No olviden a nadie.

Adcock habia adoptado una posicion casi de firmes.

– Asi lo haremos. Puede contar con ello, jefe.

– Una semana. Quiero que la investigacion este acabada en el plazo de una semana.

– Una semana -le prometio Adcock.

– Muy bien. Y despues pasaremos a John G. Maynard. Creo que merecera la pena realizar una minuciosa investigacion acerca de nuestro ilustre presidente del Tribunal Supremo. Se que eso ya se hizo antes de que fuera confirmado en el cargo. Pero eso fue… fue…

– Hace quince anos,

– Que nuestro grupo especial realice acerca de el una exhaustiva investigacion como si jamas se hubiera realizado ninguna. Que examinen sus amigos y enemigos, sus companeros, su familia y los contactos que haya mantenido con todos ellos en el transcurso de los ultimos siete anos. Quiero que investiguen todos los pasos que Maynard haya dado, todas sus declaraciones, todas sus cartas, inversiones y actividades, y que todo se analice con lupa. Si Collins se manifestara publicamente contra nosotros, tal vez nos perjudicaria un poco en California, pero no demasiado. Ahora bien, si Mayraard decidiera volverse en contra, podria destruirnos. Quiero estar preparado. Nada mas que eso, Harry… simplemente estar preparado.

Adcock se acerco al escritorio.

– Jefe, si me permite que le exprese mi opinion, aunque descubrieramos algo acerca de Maynard, jamas seria suficiente para impedirle hablar una vez hubiera decidido oponerse a la Enmienda XXXV.

– Pero podriamos desacreditarle.

– Tal vez. Pero ya ha visto usted a traves de las encuestas lo mucho que le admiran.

– Lo se. Bueno, procuremos descubrir lo que podamos y ojala se trate de algo suficientemente grave. -Tynan reflexiono acerca del asunto.- Tiene usted razon, Harry. A Collins seria facil quitarle de en medio. Maynard es otra cosa. Tal vez nos lleve mas trabajo. -Parecio como si hablara consigo mismo.-Si dimitiera con el fin de oponerse a nosotros, nada podria detenerle. Iria hasta el fondo. -En el rostro de Tynan se dibujo una expresion sombria.- Y entonces tambien nosotros tendriamos que ir hasta el final. Y seria el o nosotros. Hay una cosa…

Tynan se perdio en sus pensamientos.

– ?Si, jefe? -le aguijoneo Adcock.

– Hace falta pensarlo un poco -dijo Tynan moviendo la mano-. Y hace falta tambien conseguir mucho dinero… muchisimo dinero.

– El presidente dispone de unos fondos…

– No. dijo Tynan interrumpiendo a su colaborador-. Resultaria demasiado notorio. Ademas, tal como ya le he dicho, no quiero mezclar al presidente. Nosotros haremos nuestro trabajo y el recogera los frutos. Necesitamos que los fondos procedan de una fuente… que no pueda localizarse. -Subitamente se golpeo la palma de la mano con el puno.- ?Santo cielo, Harry, ya lo tengo! -Galvanizado por la idea, Tynan rodeo el sillon, se acomodo en el mismo y establecio comunicacion con su secretaria a traves del telefono interior.- ?Beth? Vamos, coja el telefono… Muy bien, traigame en seguida a mi escritorio el expediente de Donald Radenbaugh.

Despues se reclino en su asiento contemplando a su colaborador con expresion radiante.

Adcock estaba perplejo.

– Radenbaugh se encuentra encerrado en la prision de Lewisburg -dijo.

– Lo se.

– Creia que necesitaba usted mucho dinero.

– Y lo necesito -dijo Tynan esbozando una sonrisa-. Y se quien dispone de el y quien no hablara. Espere, Harry, tenga un poco de paciencia y confie en el viejo Vernon T. Tynan. No le defraudare, se lo aseguro.

Al momento aparecio Beth con el expediente.

– Esto no es mas que un resumen del caso. Tenemos un expediente mucho mas completo…

– Es suficiente, Beth. Muchas gracias.

A solas con Adcock de nuevo, Tynan abrio la carpeta y empezo a hojear las paginas mecanografiadas que esta contenia. De vez en cuando se detenia y repetia en voz alta lo que estaba leyendo.

Radenbaugh, Radenbaugh… Extorsion… Entregar el dinero en Miami Beach, segun Hyland… No habia dinero… Despues el juicio… Culpable. Quince anos… Mmm, ya ha cumplido dos anos y ocho meses… Si. -Cerro la carpeta y miro a su ayudante con aire de satisfaccion.- Perfecto -dijo-. Si esto da resultado, podra decirse que soy un genio. Si nuestro presidente del Tribunal Supremo se entremete, estaremos preparados.

– No lo entiendo, jefe.

– Pronto lo entendera. En estos momentos, limitese a cumplir las ordenes. Podra iniciar la investigacion acerca de Collins una vez haya hecho esto. Primero haga usted esto. -Tynan se detuvo reflexionando.- Haga lo siguiente. Encierrese en su despacho y llame al director de la penitenciaria federal de Lewisburg, Bruce Jenkins. Llamada confidencial. Digale a Jenkins con toda confianza que la cosa debe quedar entre nosotros. Podemos fiarnos de el. El director me debe muchos favores. Bueno, digale que quiero ver a uno de sus reclusos, Donald Radenbaugh, fuera de los muros de la prision pasada la medianoche, digamos que a eso de las dos de la madrugada. Y que busque algun lugar discreto en el que pueda hablar en privado con Radenbaugh. Nos jugamos muchas cosas, Harry, nos lo jugamos todo; asi que hagalo todo como es debido.

5

Eran las dos menos cuarto de la madrugada y, a excepcion de la luna, todo era oscuridad; Harry Adcock conducia despacio en medio de las tinieblas.

Por tercera vez en una hora, Vernon T. Tynan, sentado en el asiento de al lado, le pregunto:

– ?Esta seguro de que nadie sabe que hemos salido de la ciudad?

– Nadie, estoy completamente seguro -repuso Adcock tranquilizandole-. Hasta he dejado alli un falso programa de sus actividades de esta noche en Washington.

– Bien, Harry, muy bien. -Tynan escudrino a traves del parabrisas contemplando el denso follaje y los arboles que protegian aquella carretera secundaria tan poco transitada.- No veo absolutamente nada. ?Esta seguro de que sabe donde nos encontramos?

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