semanas bajo el cegador sol del desierto.

– Ya estamos todos reunidos en este lugar dejado de la mano de Dios -dijo. El trayecto en taxi desde Phoenix hasta aqui ha resultado francamente molesto. He despedido el taxi. He hecho bien, ?verdad?

– Si -dijo Collins-. Regresaremos juntos.

Maynard arrojo el sombrero sobre la cama y se sento.

– Pero ahora tenemos que empezar. No disponemos de mucho tiempo. -Miro a Radenbaugh.- Supongo que es usted Donald Radenbaugh.

– Perdonenme -se apresuro a decir Collins procediendo a presentarles formalmente.

Maynard miro fijamente a Radenbaugh.

– Espero que no nos estara haciendo usted perder el tiempo. Su informacion acerca de Argo City resultaba escalofriante, por decir algo suave. Espero que sea exacta.

– Me limite a informar de lo que le habia oido decir al coronel Baxter -dijo Radenbaugh a la defensiva-. El Documento de la Reconstruccion estaba basado en el estudio que el director Tynan habia realizado sobre Argo City.

– Mmmm… O sea que vamos a ver los Estados Unidos del futuro en microcosmos, vamos a ver como sera nuestro pais una vez sea ratificada e invocada la Enmienda XXXV. Mire, senor Radenbaugh, se lo dire con toda franqueza, me resulta dificil creer que se esten registrando aqui actualmente las condiciones de que le hablo a usted el coronel Baxter. No creo que pueda haber una sola poblacion de los Estados Unidos en la que pudieran darse esas condiciones durante mucho tiempo.

– Pues hay varias donde se dan, al menos hasta cierto punto -dijo Collins-. He llevado a cabo un estudio acerca de las ciudades de empresa. Si bien no hay ninguna tan totalitaria como al parecer es esta, se registran en ellas terribles practicas y limitaciones.

– Mmmm… Supongo que todo es posible. Si ello fuera cierto aqui en Argo City… -Maynard se perdio en sus pensamientos.- Bien, creo que eso arrojaria una nueva luz sobre todo este asunto. Tendremos que averiguar de primera mano y rapidamente lo que esta ocurriendo. Senor Collins, ?por donde empezamos?

Collins ya estaba dispuesto y tomo sus notas.

– Yo sugeriria que usted, senor Maynard, empezara efectuando una visita a la agencia inmobiliaria. Al fin y al cabo, se supone que esta usted considerando la posibilidad de trasladarse a vivir aqui. Despues, en su calidad de abogado retirado, tal vez pueda entrevistarse con el juez local y, a traves de este, llegar hasta el sheriff. Visite tambien alguno de los almacenes, por ejemplo un supermercado, y procure entablar conversacion con algunos de los clientes.

– No tan deprisa -dijo Maynard, que estaba garabateando sus cometidos en un trozo de papel que mantenia apoyado sobre sus rodillas.

Collins espero un poco y despues prosiguio:

– Si le da tiempo, eche un vistazo al Bugle de Argo City. Repase algun ejemplar atrasado. No dispondra de mucho tiempo, pero tal vez ello le ofrezca la oportunidad de charlar un poco con algun periodista o con el director.

– Voy a tener que emplear mucha imaginacion -dijo Maynard.

– Nos marcharemos de aqui antes de que empiecen a sospechar -dijo Collins-. En cuanto a Donald y a mi, visitaremos la biblioteca y la oficina de Correos e intentaremos hablar con el administrador de la ciudad. Llegaremos hasta donde podamos. Es necesario que los tres hablemos con la mayor cantidad de ciudadanos posible. Por ejemplo, a la hora de almorzar, dirijamosles algunas preguntas a las camareras. O abordemos a la gente por la calle para que nos facilite alguna indicacion y procuremos entablar conversacion. Vamos a ver… -Se miro el reloj.- Ahora es la una y catorce minutos. Tendriamos que reunirnos de nuevo aqui en mi habitacion a las cinco de la tarde y cotejar nuestros hallazgos; es posible que para entonces ya hayamos conseguido averiguar la verdad. ?Vamos pues? Salga usted primero, senor Maynard.

– Maynard se levanto, se puso el sombrero y abandono la estancia. Cinco minutos mas tarde, Collins hizo un gesto a Radenbaugh y ambos salieron juntos de la habitacion y se dirigieron al ascensor. Iban a empezar la inspeccion de Argo City.

El administrador de la ciudad se ajusto las gafas de montura dorada sobre el caballete de la nariz y les miro desde el otro lado del escritorio vacio de papeles. Habia una radiante expresion en su redondo y rosado rostro, por encima de su corbata de pajarita.

– Me temo que no puedo dedicarles mas tiempo, caballeros -dijo senalando el reloj electrico que habia sobre el escritorio-. Las cuatro y cuarto. Tengo otra visita esperando.

Se levanto de su asiento, rodeo el escritorio y acompano a Collins y a Radenbaugh hasta la puerta.

– Me alegro de que hayan venido por aqui, senores -dijo el administrador de la ciudad-. Espero haberles podido ser de utilidad. Y recuerdenlo, una comunidad atractiva hace atractivas a las personas y promueve la paz. Tal como ya les he dicho, y el sheriff se lo podra confirmar, en Argo City se produce anualmente un punado de delitos de menor cuantia pero ningun delito grave. Llevamos cinco anos sin que hayan ocurrido desordenes, justamente desde que las fuerzas del orden locales prohibieron las reuniones publicas. Nuestros funcionarios civiles se muestran satisfechos y resultan eficientes. Siempre hay alguna que otra manzana podrida, como la profesora de historia de quien les he hablado, pero nos libraremos rapidamente de ella y no se producira ningun dano. Bien, les deseo mucha suerte en su labor de reforma y reconstruccion de Bisbee. Con solo que consigan la mitad de lo que nosotros hemos logrado, podran sentirse orgullosos de los resultados. Cuando vean al senor Pitman de las Industrias Phillips saludenle de mi, parte.

El administrador espero a que Collins y Radenbaugh se hubieran marchado y despues entro de nuevo en su despacho. Entonces observo que su secretaria le habia seguido.

Percatandose de la expresion de perplejidad de esta, el administrador de la ciudad le pregunto:

– ?Que sucede, senorita Hazeltine?

– Los dos senores que acaban de marcharse… ?no han dicho que habian venido para obtener informacion con vistas a la planificacion de una reforma en Bisbee?

– Exactamente.

– Pues debe de tratarse de un error, senor. La ciudad de Bisbee fue completamente reformada hace muy pocos anos. Tenemos en nuestros archivos toda una serie de datos de la Camara de Comercio de Bisbee.

El que estaba perplejo ahora era el administrador de la ciudad.

– No puede ser.

– Se los mostrare.

Minutos mas tarde, el administrador de la ciudad empezo a revisar toda una serie de recortes de periodicos, fotografias y mapas de Bisbee, Arizona, en los que se reflejaba el trabajo de reconstruccion de varias partes de la ciudad.

Se quedo anonadado. Inmediatamente establecio contacto telefonico directo con el senor Pitman, de las Industrias Phillips de Bisbee.

Y despues llamo al sheriff.

– Mac, dos forasteros se han presentado por aqui haciendose pasar por representantes de las Industrias Phillips -rama de Bisbee- y me han hecho toda una serie de preguntas indiscretas. Traian una carta de presentacion de Pitman, de las Industrias Phillips y resulta que este jamas ha oido hablar de ellos. No me gusta nada todo esto, Mac. ?Les detenemos?

– No. Sin averiguar antes quienes son, no. Ya conoce usted las ordenes.

– Pero, Mac…

– Dejelo de mi cuenta. Me pondre inmediatamente en contacto con Kiley. El sabra lo que debe hacerse.

En la segunda planta de la Escuela Superior de Argo City, la senorita Watkins, una pulcra mujer de mediana edad y severo aspecto, habia abandonado su clase con el fin de reunirse con Collins y Radenbaugh en el pasillo.

Me ha llamado el director. Ha dicho que deseaban ustedes verme. ?En que puedo servirles?

– Hemos oido decir que habia sido usted despedida, senorita Watkins -empezo a decir Collins-. Queriamos hacerle algunas preguntas.

– ?Quienes son ustedes?

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