penales y delincuentes o alborotadores en potencia, sino tambien acerca de disidentes en general, de congresistas, de funcionarios gubernamentales, de elementos que se hubieran destacado en su critica a las instituciones de los Estados Unidos… practicamente de cualquier persona de mas de diez anos de edad. Bastaba pensar en los archivos de detenciones. Aproximadamente un cuarenta y nueve por ciento de la poblacion era detenido una vez en su vida, contando ciertas infracciones de trafico. En el transcurso de su vida, un noventa por ciento de los varones negros eran detenidos por lo menos una vez, y un sesenta por ciento de los varones blancos lo era tambien. Todas estas detenciones figuraban en el banco de datos. Dado el indice de criminalidad, y aun pasando por alto las infracciones de trafico, aproximadamente unos nueve millones de personas serian detenidas aquel ano. Aproximadamente la mitad de ellas no serian procesadas o bien su juicio seria sobreseido o bien serian juzgadas y absueltas; pero todas ellas acabarian figurando tambien en el banco de datos. Aparte de los datos procedentes de doscientos setenta y cinco millones de expedientes policiales, estaban tambien los datos procedentes de trescientos cincuenta millones de historiales clinicos, de doscientos noventa millones de historiales psiquiatricos y de ciento veinticinco millones de expedientes comerciales.
Division de Identificacion. Cada dia, todos y cada uno de los dias, llegaban al FBI treinta y cuatro mil nuevas huellas dactilares, quince mil de las cuales procedian de los organismos policiales y unas diecinueve mil de los organismos gubernamentales, de los bancos, de las companias de seguros, de las oficinas de concesion de permisos de conducir y de otras fuentes. Todos, absolutamente todos los dias. En 1975, el FBI disponia de dos- cientos millones de huellas dactilares en sus archivos. En la actualidad tal vez fueran doscientos cincuenta millones. Un tercio de las fichas figuraba en los archivos criminales y los dos tercios restantes en los archivos civiles.
Agentes exteriores del FBI. Habia mas de diez mil, incluidas las fuerzas de choque que estaban trabajando en aquella investigacion. Las fuerzas de choque habian estado entrevistando a los amigos, parientes, conocidos y personas relacionadas con el objetivo, y habian visitado escuelas, clubs, comercios, bancos, medicos y abogados. Habian intervenido telefonos e instalado aparatos de escucha, habian seguido a los interesados, habian colocado confidentes y habian sacado fotografias. Penetraban en los apartamentos y viviendas cuando no habia nadie, revolvian los cubos de la basura e inspeccionaban y volvian a cerrar la correspondencia.
Maravilloso. ?Quien podria escapar al ejercito de Tynan? Las impurezas que hubiera se descubririan, vaya si se descubririan.
Harry Adcock se alegraba de haber efectuado aquel inventario mental. Se estaba sintiendo mejor por momentos.
Sus ensonaciones fueron interrumpidas por un rostro femenino muy cerca del suyo. Aspiro el perfume y oyo que le decian en un susurro:
– Hola, Harry.
Levanto la cabeza. Mary Lampert habia regresado.
– ?Lleva mucho rato esperando? -pregunto ella.
– No, no. ?Que es lo que tenemos hoy?
– Venga al despacho.
En el austero despacho, Adcock se acomodo frente al escritorio. La vio acercarse al archivador a prueba de incendios y abrirlo. Le gustaba observarla, y no tuvo mas remedio que admirar una vez mas el buen gusto de su jefe. No parecia una funcionaria de comunicaciones. Aunque tampoco es que tuviera que parecerlo, puesto que este no era mas que uno de sus trabajos, recordo Adcock. Siguio observandola mientras abria un cajon del archivador. Mary Lampert tenia treinta y dos anos y media un metro setenta de estatura. Lucia un peinado ahuecado y poseia unos frios ojos verdes, una corta nariz de caballete ancho y unos humedos labios sensuales. El vestido se ajustaba a su busto, que era alto y firme, y a sus generosos muslos revelando la linea de las bragas.
El acneico rostro de Adcock adopto una expresion complacida. Ella se le estaba acercando.
– Aqui tiene -le dijo entregandole una carpeta de cartulina gruesa-. Son los mas recientes datos referentes a las veinte horas ultimas.
Adcock abrio la carpeta y empezo a hojear las paginas. Al terminar, su expresion de complacencia se troco en una expresion de desagrado.
– Maldita sea -dijo-. Nada.
– Eso es lo que yo he pensado -dijo Mary asintiendo-. Parece un informe de vigilancia de los scouts.
– Tenemos que seguir intentandolo, Mary. El jefe espera… Sono el telefono y Adcock interrumpio su frase mientras Mary se ponia al aparato.
– ?De veras? -dijo esta-. Subo ahora mismo.
Adcock la miro inquisitivamente.
– Division de Identificacion -dijo ella-. Espereme aqui. Vuelvo en seguida. Tiene que ver con nuestro caso. No se de que se trata.
Mary se dirigio hacia la puerta. Adcock volvio a observarla mientras se marchaba con el contorno de las bragas dibujandose sobre sus nalgas por debajo del vestido. Tendria que recordar decirle que se pusiera aquel vestido la proxima vez que viera al jefe.
Adcock volvio a pensar en Vernon T. Tynan, en su responsabilidad ante Tynan, en lo mucho que siempre se habia esforzado en complacer a Tynan y tenerle contento y en lo imposible que ahora seria que fracasara en aquella investigacion acerca del muy traidor de Collins.
Jamas le habia fallado a su jefe y no queria fallarle ahora, precisamente ahora, cuando tantas cosas se hallaban en juego.
Tynan siempre se habia cuidado de el y, que diablos, el estaria dispuesto a dar la vida por Tynan, si fuera necesario.
Sabia muy bien lo que la gente de aquella cochina ciudad decia acerca de las relaciones entre ambos, es decir, entre el y Tynan. Siempre habia sospechado que hablaban, pero habia conseguido establecerlo con toda certeza aquella noche en que instalaron aparatos de escucha en los salones en los que se iba a celebrar una fiesta social de alto nivel -congresistas, funcionarios del Departamento de Estado y gente de esa- y habia descubierto en la cinta a un grupo que chismorreaba y se reia. Les habia oido chismorrear y reirse de Vernon T. Tynan y de Harry Adcock, «aquel par de viejos maricas». Siempre habia sospechado que hablaban pero entonces pudo saberlo con toda certeza: Tynan y el, unos maricas.
Se enfurecio a mas no poder.
No es que le importara demasiado, pero es que se trataba de algo falso e injusto.
Cierto que Adcock amaba a Tynan, pero tal como un hombre puede amar a otro hombre sin ser homosexual. Por lo demas, Adcock habia amado en cierta ocasion a una mujer -hacia ahora demasiado tiempo y ya no podia recordar sus facciones-, pero esta habia muerto antes de que pudieran casarse, en una epoca anterior a su incorporacion al FBI. Tynan no la habia sustituido a ella sino mas bien al padre que Adcock jamas habia conocido, dado que en su juventud solo habia conocido un orfanato. En realidad, en el transcurso de sus primeros tiempos en el FBI habia habido otras mujeres, aunque solo fueran como companeras de lecho; pero, tras ascender de categoria en la organizacion y tras haber accedido Tynan al cargo de director, ya no habia habido ninguna otra. Adcock se habia entregado por entero al FBI -a Tynan y al FBI- y se habia olvidado de todos y de todo. Se habia comprometido a conservar el celibato como si el FBI fuera la orden religiosa de su vida.
En cuanto a Vernon T. Tynan, ?santo cielo! Aquellos imbeciles no se percataban de que Tynan era normal con las mujeres, solo que actuaba con tacto y discrecion, habida cuenta del importante puesto que ocupaba. Tynan habia sido visitado una vez por semana por alguna mujer que le enviaba una agradecida alcahueta de Baltimore, y ello desde hacia tanto tiempo como Adcock podia recordar. No se atrevia a enredarse demasiado con aquellas mujeres y procuraba mantenerse siempre a cierta distancia. Se acostaba con ellas pero nada mas.
Y hacia unos tres anos, al morir o retirarse aquella alcahueta, Tynan habia buscado otro medio de satisfacer sus necesidades sexuales. Tenia que mostrarse precavido, pero afortunadamente habia dado con una brillante solucion. El FBI estaba empezando a incorporar a personal femenino en calidad no solo de secretarias y administrativas sino tambien de agentes especiales y operadoras de computadoras. Al producirse una vacante en la seccion de comunicaciones, Tynan le sugirio a su colaborador Adcock que entrevistase personalmente a las aspirantes y llevara a cabo una investigacion acerca de las mejores de ellas en cuanto a experiencia laboral… y condescedencia sexual, contratando a la de mayor talento.
Mary Lampert obtuvo el puesto. Su trabajo consistia en cinco dias a la semana en la central del FBI y una