penetro en la misma dejando la puerta entornada.
Empezo a pasar revista a la habitacion. Una cama de matrimonio. Un sillon. Dos sillas. Una mesita de tocador. Un aparato de television. Poco adecuado para un miembro del gabinete del presidente, pero le bastaria.
Estuvo tentado de llamar a Karen a Washington aunque no fuera mas que para tranquilizarla de nuevo. Pensaba en ello cuando, antes de que pudiera decidirse, escucho llamar suavemente a la puerta. Giro sobre sus talones dispuesto a recibir a Tony Pierce, pero, para asombro suyo, observo que este iba acompanado de otros dos hombres.
Collins no habia vuelto a ver a Pierce desde que ambos habian sido adversarios en el programa de television «En busca de la verdad». Sintio un estremecimiento al recordar su papel y su actuacion en aquel programa y se pregunto que estaria pensando Pierce de el en aquellos momentos.
Exteriormente, no daba la impresion de que Pierce estuviera resentido o no sintiera deseos de celebrar aquel segundo encuentro. Su rostro pecoso y simpatico bajo el cabello color arena ofrecia la misma expresion amable y entusiasta de siempre.
– Volvemos a vernos -dijo Pierce estrechando la mano de Collins.
– Me alegro de que haya podido venir -dijo Collins-. No estaba seguro de que lo hiciera.
– Por favor, estoy encantado -replico Pierce-. Ademas, queria que conociera a dos de mis colegas. Le presento al senor Van Allen y al senor Ingstrup. Trabajabamos juntos en el FBI y dimitimos de nuestros puestos con un ano de diferencia.
Collins les estrecho la mano. Van Allen era rubio y poseia una pronunciada mandibula y unos ojos inquietos. Ingstrup tenia el cabello castano y un rostro curtido adornado por un descuidado bigote oscuro.
– Sientense -dijo Collins. Mientras los demas tomaban asiento en la cama y en las dos sillas, el permanecio de pie-. Estara usted preguntandose por que le he rogado que se reuniera aqui conmigo -le dijo a Pierce-. Debe de preguntarse que tenemos en comun para poder hablar. A sus ojos, soy el superior del director del FBI Tynan, un miembro del gabinete de la administracion del presidente Wadsworth y un intrigante que esta defendiendo la aprobacion de la Enmienda XXXV. A mis ojos, es usted un duro adversario de la enmienda. ?No le resulta sorprendente que haya querido verle?
– En absoluto -contesto Pierce sacandose la pipa del bolsillo-. Le hemos estado siguiendo de cerca hasta primeras horas de la tarde de ayer y tenemos conocimiento de que se proponia trasladarse a California con el fin de declarar en contra de la Enmienda XXXV. Sabemos cual es su postura actual.
– ?Como lo han podido saber? -pregunto Collins sinceramente sorprendido.
– Puesto que ahora confiamos en usted, se lo podemos decir -repuso Pierce alegremente. Se lleno la pipa de tabaco y prosiguio-: Al abandonar el FBI, cada uno de nosotros siguio su propio camino. Yo monte un bufete juridico. Van Allen es propietario de una agencia de investigaciones privada. Ingstrup es escritor y tiene en su haber dos comprometedoras revelaciones acerca del FBI. Todos compartiamos una misma creencia. La de que Vernon T. Tynan, a cuyas ordenes habiamos trabajado tanto tiempo, era un hombre peligroso, peligroso para el pais. Le vimos convertirse en una amenaza cada vez mayor a cada ano que pasaba. Encontramos por todos los Estados Unidos a otros antiguos agentes del FBI que opinaban lo mismo que nosotros. Todos seguiamos poseyendo la disciplina, el buen hacer y la habilidad que habiamos aprendido y practicado en el FBI, y nos preguntamos: ?por que no aprovechar en la practica todos estos conocimientos? ?Por que no trabajamos para protegernos unos a otros, para librar al FBI de ese megalomano y para defender la democracia? A instancias mias, organizamos una asociacion de ex agentes del FBI capaces de convertirse en investigadores y descubridores de hechos con el fin de hacer frente a quien se dedicaba a vigilar todos nuestros movimientos. No poseemos ningun nombre oficial, pero nosotros nos llamamos el IFBI: los Investigadores del FBI. Disponemos en todas partes de confidentes que simpatizan con nosotros. Hay seis de ellos en el Departamento de Justicia, incluidos dos que trabajan en el propio edificio J. Edgar Hoover. Asi es como pudimos ir averiguando su defeccion en nuestro favor. Ayer supimos que se disponia usted a trasladarse a Sacramento. Basandonos en el expediente que habiamos elaborado acerca de usted, llegamos a la conclusion de que el viaje lo efectuaba con el proposito de romper con el presidente y con Tynan y denunciar publicamente la Enmienda XXXV.
– Es cierto -reconocio Collins.
– Y, sin embargo, ahora no se encuentra usted en Sacramento -dijo Pierce-. Se encuentra aqui en Chicago. Anoche, al encontrarme con su recado, me sorprendi. Temi que el cambio en sus planes de viaje significara que tambien se habia producido un cambio en sus planes politicos. Pero llegue a la conclusion de que no era posible, puesto que, de otro modo, no hubiera usted deseado entrevistarse conmigo.
– Una vez mas esta en lo cierto -dijo Collins-. Mi politica sigue siendo la misma. Estoy sinceramente en contra de la Enmienda XXXV. Tenia intencion de desplazarme a Sacramento para combatirla. Pero, a ultima hora, se presento algo…
– Se presento Tynan -dijo Pierce simplemente.
– ?Como lo sabe usted? -pregunto Collins frunciendo el ceno.
– No lo se -repuso Pierce-, pero estoy seguro.
Van Allen decidio hablar por primera vez.
– Tynan esta por todas partes. No le subestime jamas. Es omnisciente y vengativo. Prosiguio la labor que J. Edgar Hoover habia iniciado. ?Recuerda usted los archivos OC, Oficiales y Confidenciales? Hoover ordeno a sus investigadores que obtuvieran informacion acerca de la vida sexual de Martin Luther King. Disponia de informacion personal acerca de Muhammad Ali, Jane Fonda, el doctor Benjamin Spock y por lo menos diecisiete altos funcionarios del gobierno, congresistas y periodistas. Bien, pues todo aquello no fue mas que un trabajo de aficionados comparado con lo que Vernon T. Tynan ha hecho. Ha triplicado los archivos OC de Hoover. Los ha venido utilizando regularmente en sus chantajes. Por el bien del pais, diria el…
– El patriotismo -tercio Ingstrup- es el ultimo refugio de los sinverguenzas, en palabras del doctor Samuel Johnson.
– Es cierto -dijo Van Allen-. Cuando Tynan me encargo la mision de investigar acerca de la vida privada de varios lideres de la mayoria del Senado y de las Camaras de Representantes, y esto fue antes de que se presentara al Congreso el proyecto de la enmienda y me imagino que su proposito debia ser el de conseguir su aprobacion, acudi a el y puse reparos. Le dije que preferiria que me encargara otra mision. «Tendre mucho gusto en complacerle, Van Allen», me dijo. Y la siguiente noticia que recibi fue que me habian destinado a otra delegacion, lejos de la central de Washington. Me notificaron mi traslado a la delegacion del FBI de Butte, Montana. Eso es como la Siberia de Tynan. Comprendi el mensaje y dimiti de mi puesto.
– Exactamente -dijo Pierce-. Al mencionarle el hecho de que los tres habiamos dimitido del FBI, no queria darle a entender que lo habiamos hecho en plan amistoso. A Van le iban a enviar al exilio y prefirio dimitir, tal como el mismo le ha dicho. Ingstrup fue el principal orador en el transcurso de la ceremonia de graduacion de su hija en la escuela superior. Hablo del papel del FBI en nuestra democracia y apunto la necesidad de que se llevaran a cabo algunas reformas en dicho organismo. Tynan se entero inmediatamente. Ingstrup fue degradado y se vio obligado a dimitir. Pero Tynan seguia sin darse por satisfecho. Al intentar Ingstrup obtener un puesto en las fuerzas del orden, el largo brazo de Tynan le siguio hasta alli. Tynan informo de que Ingstrup poseia un pesimo historial en el FBI. Decidio entonces dedicarse a escribir y su primera obra fue una valoracion critica de la actuacion del FBI. Tynan trato de impedir la publicacion del manuscrito. Consiguio un exito a medias, puesto que Ingstrup tuvo que conformarse con un editor de tres al cuarto. Afortunadamente, el libro constituyo un gran exito de venta.
– ?Y que me dice de usted? -pregunto Collins.
– ?Yo? -dijo Pierce-. Proteste por la degradacion de Ingstrup. Le defendi. La unica respuesta de Tynan fue un breve memorando en el que se me notificaba mi traslado a Cincinnati, la segunda Siberia de Tynan. Comprendi entonces que en el FBI no tendria el menor futuro. Y dimiti de mi puesto. No, Chris, permitame que le llame Chris, nadie puede jugar con Tynan y llevar las de ganar.
– Usted esta jugando ahora con el a proposito de la Enmienda XXXV.
– Y no abrigo esperanzas de ganar -dijo Pierce-. De todos modos, lo intentare. Al decirme usted que efectivamente tenia intencion de oponerse a Tynan pero que se habia presentado algo que le habia inducido a modificar sus planes, he comprendido que ese algo debia de ser alguien llamado Tynan. Me imagino que no va usted a ponerse abiertamente de nuestra parte.
– No puedo -dijo Collins con expresion de impotencia. Estudio a los tres hombres que se encontraban con el en la habitacion, a aquellos veteranos de Tynan, aquellos hombres que lo habian perdido todo por haberse