Collins estaba contemplando el tablero electronico y la cuenta. Las luces verdes dominaban la pantalla. La cuenta fue subiendo a treinta y seis, treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta y cuarenta y uno.
Pudo escucharse un rugido de jubilo procedente de la tribuna de invitados, mezclado con algunos gritos, y de nuevo la voz del locutor.
Pierce se levanto de la cama y apago el aparato.
– Me lo temia. -Estudio a los demas.- Parece ser que nuestra labor no ha resultado muy eficaz. -Se adelanto hacia Collins, que permanecia rigidamente sentado en el sillon.- Chris, necesitamos toda su ayuda. Deje que intentemos ayudarle para que usted pueda a su vez ayudarnos a nosotros.
– ?Se refiere usted a Karen?
– A su esposa. Al chantaje de Tynan. Permitame que encargue a Jim Shack y a los otros dos que realicen investigaciones en Forth Worth.
Los decepcionantes acontecimientos que acababa de presenciar a traves del aparato de television indujeron a Collins a adoptar una decision.
– Muy bien -dijo al fin-, adelante. Le agradezco su ofrecimiento. -Habia llegado a la conclusion de que aquellos tres hombres constituian su ultima esperanza.- En realidad, tal ve pudieran ayudarme tambien en otra cosa. Se trata de algo que de ser descubierto, podria significar la derrota de la enmienda en el Senado.
– Hare todo lo posible por ayudarle -dijo Pierce volviendo a sentarse en el borde de la cama.
Collins se habia levantado.
– ?Han oido ustedes hablar alguna vez de un documento probablemente un memorando, llamado Documento R?
– ?Documento R? -repitio Pierce sacudiendo la cabeza-No me suena. No, no he oido hablar de ello.
Van Allen e Ingstrup dieron a entender tambien que no sabian nada al respecto.
– En tal caso, permitanme que se lo explique -dijo Col lins-. Todo empezo la noche en que el coronel Noah Baxter mu rio. Me entere de ello pocos dias despues…
Sin omitir detalle, Collins les describio los distintos personaje y circunstancias de los acontecimientos de las ultimas semanas Los tres hombres le escucharon con enorme interes. Collins se paso una hora hablandoles del coronel Baxter, de la viuda de coronel, del Documento R («peligro… peligroso… tiene que darse a conocer… vi… una trampa… acuda a ver»), del campo de internamiento del lago Tule que Josh le habia mostrado (Pierce asintio dando a entender que lo sabia), de los asambleistas Keefe Tobias y Yurkovich, de las estadisticas criminales falseadas, del director de prisiones Jenkins y de la penitenciaria de Lewisburg de Susie Radenbaugh y de Donald Radenbaugh, de Radenbaugh y de la isla de Fisher, del presidente del Tribunal Supremo, Maynard, y de Argo City, de Radenbaugh y de Ramon Escobar…
Lo revelo todo… menos la prueba mas importante: el Documento R, que aun no habia podido localizar.
Al terminar, la voz enronquecida, Collins esperaba ver reflejada en sus rostros una expresion de incredulidad. Pero, en su lugar, parecia como si aquellos hombres no se hubieran inmutado lo mas minimo.
– ?No les sorprende a ustedes? -pregunto Collins.
No -contesto Pierce-. Hemos visto y oido demasiadas cosas, sabemos demasiado acerca de Tynan para que pueda usted sorprendernos.
– Me creen ustedes, ?no es cierto?
– Por completo -repuso Pierce levantandose-. Sabemos que Tynan es capaz de hacer, y esta en condiciones de ello, cualquier cosa que convenga a sus intereses. Es cruel e insensible, y conseguira salirse con la suya a menos que le opongamos nuestra fuerza. Si usted colabora plenamente con nosotros, Chris, movilizaremos en pocas horas todos nuestros efectivos de ex agentes del FBI e informadores. Me gustaria que esta noche se quedara aqui, Chris. Podra regresar a Washington manana por la manana. Van saldra por comida y bebidas. Permaneceremos aqui hasta medianoche y elaboraremos nuestro plan. Despues, nosotros tres nos separaremos, acudiremos a sendas cabinas telefonicas y estableceremos contacto con los componentes de nuestras fuerzas. Manana por la manana todos ellos pondran manos a la obra. ?Que le parece?
– Estoy dispuesto -dijo Collins.
– Estupendo. Los contactos mas importantes nos los reservaremos para nosotros. Con la mayor rapidez posible, tendremos que examinar el terreno que usted ya ha descubierto. Ya se que ha hecho usted un buen trabajo, pero la investigacion es lo nuestro. Tal vez consigamos obtener alguna informacion que a usted se le escapo. Por otra parte, es posible que las personas que usted ya ha entrevistado recuerden algun otro detalle que previamente se les hubiera pasado por alto. Interrogare personalmente a Radenbaugh. Van Allen se trasladara a Argo City para investigar a fondo la ciudad. Ingstrup interrogara al padre Dubinski. Y creo que deberia usted acudir nuevamente a ver a Hannah Baxter, Chris. Creo que resultara mas conveniente que hable usted con ella. ?Le parece bien?
– Volvere a verla -prometio Collins-. ?Y que me dice de Ishmael Young?
Pierce reflexiono y despues sacudio la cabeza.
– No, estoy seguro de que esta de nuestro lado, pero esta demasiado cerca de Tynan. Pudiera escaparsele algo sin querer. Si ello ocurriera, rodarian todas nuestras cabezas. -Se detuvo.- ?Hay alguien mas?
A Collins se le ocurrio una idea.
La ultima vez que le vi, Ishmael Young me dijo que Vernon Tynan tiene a su madre en la zona de Washington. Tynan acude a verla una vez por semana.
– ?De veras? Que Tynan tiene madre. No puedo creerlo.
– Pues es cierto.
– Como es logico, no nos atreveriamos a entrevistarla. De todos modos… ?quien sabe? Dejeme pensarlo. ?Alguna otra idea, Chris?
– No.
Bien, tenemos una base mas que suficiente sobre la que actuar… suficiente para mantenernos ocupados en el transcurso de las setenta y dos horas que nos quedan. Ahora, quitemonos las chaquetas y las corbatas y que Van vaya a por unas bebidas; empezaremos a elaborar un plan inmediatamente.
?Que queda por planear? -pregunto Collins.
– Nuestras fuerzas exteriores, ?no lo recuerda? Yo me pondre en contacto con Jim Shack y le dire que acuda manana a Forth Worth y examine el caso de su esposa. Pero es que tenemos, ademas, a unos cincuenta hombres y mujeres casi tan habiles como Shack. Y ellos van a remover todas las piedras bajo las que Tynan haya podido ocultarse. No dejaran nada por remover.
– ?Cree usted que tenemos alguna posibilidad?
– Si, si tenemos un poco de suerte, Chris.
– ?Y si Tynan se enterara?
– No habriamos tenido suerte -repuso Pierce.
Eran las nueve y dieciocho minutos de la manana cuando Chris Collins regreso a Washington. Su automovil le estaba aguardando a la entrada del Aeropuerto Nacional. Le ordeno a Pagano que le llevara inmediatamente a su casa.
Tras abrir la puerta principal, entro sin hacer ruido pensando que tal vez Karen estuviera todavia durmiendo.
Cruzo la casa y se dirigio al dormitorio con el proposito de cambiarse de ropa y regresar a su despacho cuanto antes. Observo que la cama estaba hecha. Preguntandose donde estaria Karen, recorrio de nuevo la casa llamandola y esperando encontrarla en la cocina. Pero no estaba en la cocina.
Collins regreso al dormitorio. La casa aparecia insolitamente silenciosa. Entro en el cuarto de bano y descubrio inmediatamente la nota pegada con cinta adhesiva al espejo. La despego reconociendo la caligrafia de Karen. Por la hora que figuraba anotada en la misma, supo de que habia sido escrita la noche anterior. Preso de